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ENTREVISTA
PERIODISTA Y ESCRITORA

Lydia Cacho: “Si las diferentes corrientes feministas no conviven adecuadamente, el patriarcado va a ganar”

Lydia Cacho

Ana Requena Aguilar

19 de febrero de 2023 21:44 h

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Rebeldes y libres (La esfera de los libros) es el último libro de la periodista mexicana Lydia Cacho (México, 1963). Se suma a sus otras 18 obras publicadas y tiene una particularidad: es su primer libro investigado y escrito íntegramente en España, donde vive exiliada desde 2019. Cacho, que sacó a la luz una importante trama de pederastia y redes de trata en su país, llegó a ser secuestrada y torturada. Las amenazas y un intento de asesinato hace tres años hizo que se desplazara a Madrid para seguir ejerciendo aquí su vocación de periodista e investigadora.

En Rebeldes y libres habla con decenas de chicas de entre 11 y 17 años para trazar un panorama generacional y escribir un libro que apela, sobre todo, a las jóvenes. “A vosotras os digo, porque yo así lo he vivido, que el feminismo puede ser un camino y no la meta, que es una ruta de vida que se transforma y se nutre en la medida en que maduramos, que es la magia de la historia que inventaron nuestras bisabuelas, que es una revolución sin armas, un encuentro sin odio, una búsqueda de justicia y no de venganza”, les dice la escritora.

Su libro surge de una investigación con jóvenes de distintos puntos de España. ¿Qué ha aprendido de estas conversaciones? ¿Qué conclusiones saca de estos encuentros?

Lo más interesante para mí desde un inicio fue descubrir la capacidad discursiva que tienen todas estas niñas de diferentes edades, de diferentes ámbitos y ciudades y pueblos de España e incluso de distintas situaciones socioeconómicas. Es decir, tienen una gran claridad sobre lo que significa la igualdad, los principios del feminismo y los derechos humanos. Pero luego se les complica tremendamente cuando tratan de llevar esas ideas a la realidad. La segunda cosa que me llamó la atención positivamente es que, desde que el Gobierno de Zapatero nombró a Bibiana Aído como la primera ministra de Igualdad, he visto los avances tremendos que ha tenido este país y que las feministas tienen que celebrar en España, y me parece que no lo celebran lo suficiente. Y esto tiene que ver con la educación formal en todos los centros para que niñas y niños entiendan todos los conceptos fundamentales de la filosofía feminista que antes no se conocían.

Muchas veces adoptamos un discurso sobre la juventud muy derrotista, en el que se tiende a destacar muchos datos negativos, a poner el foco en lo malo. ¿Es eso justo?

La forma en que un país trata a su niñez y juventud demuestra con claridad los avances democráticos o los retrasos. Me parece que España, en este sentido, es profundamente conservadora y muy adultocrática. Es decir, siguen ignorando las voces de niñas y niños. Por eso España es uno de los países de Europa con mayores índices de pornografía infantil, de pederastia, de abuso sexual infantil. Y esto se relaciona directamente con el hecho de que las personas adultas en general no escuchan ni creen las voces de niñas y niños.

Hay una visión muy conservadora sobre lo que significan los derechos de la niñez

España ha sido, de hecho, reprendida por la falta de escucha o de protección a los menores en los casos de abusos sexuales. ¿Es ese adultocentrismo el que podría estar precisamente propiciando que muchas situaciones injustas con la infancia no salgan a la luz o no se tengan en cuenta, que incluso no se estén juzgando adecuadamente algunos casos?

Todavía seguimos sin entender cómo escuchar a los niños y las niñas de una manera adecuada. Sabemos cuáles son los protocolos internacionales que ya existen hace muchos años, los que la ONU ha intentado reforzar, y España sigue fallando en ello. Hay todavía una visión no solamente adultocéntrica, que es importante recalcar, sino también una visión muy conservadora sobre lo que significan los derechos de la niñez. Por un lado, intentan hacer leyes aparentemente muy progresistas para darles derechos, por ejemplo para la transición sobre su identidad sexual. Pero por otro no respetan en el ámbito judicial a estas niñas y niños cuando están denunciando los abusos sexuales.

España no sería uno de los grandes consumidores de pornografía infantil si no lo fuese de pornografía adulta. Habría que ver qué diputadas y diputados están preocupándose por el tema. ¿Cuántos la consumen? ¿Qué parte de la población la consume?

Las niñas a las que yo entrevisté tienen clarísimo que no son escuchadas por las personas adultas o en los colegios. Por ejemplo, en mi libro hablaron mucho sobre la frustración que les genera que en los institutos, en las escuelas, haya reglas sobre que si hacen tal cosa son racistas, o son sexistas, sobre el maltrato o el bullying, y se les dice que si hacen algo de eso les van a castigar o expulsar. Y lo que las niñas me dicen todo el tiempo es que eso es mentira. Nunca terminan los colegios de hacerse cargo de esta responsabilidad que supuestamente tienen, es decir, crean reglas en las escuelas pero luego no las cumplen y las niñas lo perciben como traición de los adultos.

Respecto al porno y los menores, hay mucha alarma, pero poca solución y poca escucha hacia la juventud.

Llevo más de 20 años investigando la industria pornográfica y todos los efectos que tiene en la trata y la explotación sexual comercial de niñas, niños, mujeres y ahora hombres. España no sería uno de los grandes consumidores de pornografía infantil si no fuese uno de los grandes consumidores de pornografía adulta. Por lo tanto, lo que habría que ver es qué senadores y diputadas y diputados españoles están preocupándose por la pornografía adulta. ¿Cuántos de ellos y ellas consumen pornografía? ¿Qué parte de la población española consume? Porque me parece que si no hay honestidad al respecto, no podemos entender. El porno es como la entrada fácil para la trata de personas en España y en el mundo entero. Pero hablamos solo de España, donde no se quiere acotar porque al gobierno español le da miedo desde hace muchos años enfrentarse a las mafias de la pornografía, da miedo enfrentarse al lobby de la pornografía, de la prostitución y de la trata que hay en este país.

Muchos grupos feministas e incluso políticas mujeres que se dicen feministas están asumiendo patrones de comportamiento patriarcal absolutamente violentos, descalificadores y que anulan toda posibilidad de diálogo

No es un fenómeno único, es un fenómeno absolutamente globalizado que está desde Afganistán hasta Colombia, pasando por todo el mundo. Me parece que ese es uno de los ejes de este tema. Hay un altísimo consumo de porno entre las niñas y niños de entre 11 y 18 años, y no les interesa la pornografía adulta, quieren ver a personas de sus edades o cercanas a su edad y la industria es lo que está haciendo. Primero genera la demanda en las niñas y niños, luego la adicción, y después de generar esa adicción empieza a producir más y más y más. Y entonces se les llama para que lo consuman. Y mientras los adultos no hagan nada al respecto, no pueden ni deberían culpar a las niñas y los niños por el consumo.

El subtítulo de su libro –“si el feminismo no es de todas, no es de ninguna”– parece remitir a los debates y tensiones de los últimos años en el feminismo. ¿Era ese subtítulo una declaración de intenciones?

Sí, en realidad esa frase es de una de las chicas que entrevisté cuando organicé el primer grupo. Fue la que dijo “es que, como dicen por ahí, si el feminismo no es de todas, no es de ninguna. ¿Por qué no se pueden explicar de una manera mejor, sin agredirse, sin descalificar?”. Por eso decidí poner ese título. Es una frase que escuchamos mucho desde hace décadas, pero creo que ahora es más útil que nunca. Y sí, soy muy consciente de los debates y de las de las reacciones virulentas que se han generado no solo en España, sino en resto del mundo con ciertos temas. Yo siempre me he identificado, desde hace muchos años, como una feminista pacifista. A mí no me parece que la reproducción de la violencia sea una herramienta para poder abatir la violencia patriarcal. Y desde esa perspectiva hago este análisis, hago las entrevistas y creo la escucha, respetuosa de toda la diversidad de opiniones. Es decir, no escribí este libro para imponer una idea de nada, sino para comprender la diversidad. Y cuando las chicas me preguntaron cómo podríamos definir el feminismo, hice una primera entrada con definiciones muy plurales de todas las corrientes feministas para entender que convivimos, y que si no convivimos adecuadamente, el patriarcado va a ganar.

Muchos grupos feministas e incluso políticas mujeres que se dicen feministas están asumiendo patrones de comportamiento patriarcal absolutamente violentos, descalificadores y que anulan toda posibilidad de diálogo. Particularmente, la ministra de Igualdad ha generado tanta y tanta violencia dentro de las discusiones, porque es absolutamente impositiva su postura.

¿Cree que la diversidad y su alianza con el feminismo es algo más asumido en las generaciones jóvenes?

Yo la verdad es que las escuchaba y me regresó la esperanza al cuerpo de escuchar todos esos debates tan álgidos. A mí me llamó la atención una cosa fundamental, que es que las niñas y jóvenes tienen muchísima claridad sobre la diversidad sexual y los derechos humanos. Pero por otro lado tienen una crítica muy inteligente, muy empática y muy respetuosa sobre cómo ellas no quieren etiquetarse frente al mundo constantemente para demostrar quiénes son o a qué grupo pertenecen. Es un ejemplo de cómo deberíamos estar discutiendo en el ámbito adulto e incluso en el ámbito político.

Ha dicho que la postura de la ministra de Igualdad le ha parecido impositiva. ¿Por qué? ¿En qué sentido?

Creo que Irene Montero es una ministra muy inteligente y que se ganó ese puesto por su inteligencia. Y que las descalificaciones no tienen cabida con ella. Lo que sí tiene cabida es una crítica inteligente y puntual sobre ciertos hechos concretos. A mí me parece que ha actuado con una gran soberbia y eso ha afectado de manera muy importante al diálogo con los grupos feministas. La soberbia en la política es casi una norma, pero se supone que las feministas traemos nuevas formas de abordar estos temas y me parece que están haciendo una reproducción del discurso patriarcal tremenda.

La negación de la existencia y del derecho de las personas trans es gravísima, porque genera muchísima más violencia cuando ya existe una violencia estructural

Hay personas que han llegado a cuestionar la existencia de las personas trans o a decir que las mujeres trans son hombres con peluca. ¿Qué papel juegan esos comentarios en ese enfrentamiento?

La negación de la existencia y del derecho de las personas trans es gravísima, porque genera muchísima más violencia cuando ya existe una violencia estructural. La violencia estructural es la violencia invisible, que es más la más difícil de abatir. Las niñas tienen clarísimo eso. Hay una chica queer que entrevisté y que me encantó. Me pareció lo más dulce del mundo cómo se expresa respecto a la necesidad de diálogo, cómo se salió de redes sociales por la virulencia que hay dentro contra ellas. Me parece que nos estamos equivocando las y los adultos y que estamos dejando que gane el patriarcado más radical porque nos estamos perdiendo en esta trampa de debates innecesarios e inútiles, sobre todo.

El mejor periodismo que se hace en este momento en el mundo es un periodismo que es absolutamente profesional, ético, pero que integra la empatía y la perspectiva de los derechos humanos en todo lo que hace

Cuenta en la introducción del libro que se nombró periodista feminista hace ya mucho. ¿Denominarse de esa manera ha tenido consecuencias para usted?

Sí, claro. Siempre he sido profundamente maltratada y discriminada. He recibido mucho bullying en las redacciones de los medios, en las productoras de televisión y de radio, donde he trabajado toda mi vida, porque el periodismo convencional, que es un periodismo profundamente patriarcal, decía que tenemos que ser objetivos y no subjetivos, como si los seres humanos pudiésemos en realidad ser absolutamente objetivos. Y eso significaba que no podías involucrarte en nada de lo que hacías.

Es decir, que la empatía no podía jugar un papel importante en tu trabajo. Y hemos demostrado las mujeres en el periodismo que es todo lo contrario. El mejor periodismo que se hace en este momento en el mundo, el periodismo que ha ganado incluso premios Nobel, es un periodismo que es absolutamente profesional, ético, pero que integra la empatía y la perspectiva de los derechos humanos en todo lo que hace. Yo he pagado las consecuencias elevadísimas y por eso me tuve que lanzar a ser autónoma desde hace 15 años.

Me parece que eso tiene que ver con un complejo. Hay quienes hacen periodismo, periodismo mucho más añejo, más retrógrado y que no entienden no solamente los avances de la humanidad, sino los avances dentro del propio periodismo. Las mujeres hemos traído nuevas herramientas para investigar, para entrevistar a las víctimas de una manera que no revictimice. Somos nosotras quienes ayudamos a que las leyes y tratados internacionales cambiasen para demostrar que no se debía exhibir a las víctimas en los medios de comunicación, etcétera. Entonces me parece que ahí están las pruebas de todo lo que hemos logrado y que tenemos que celebrarlo a pesar del costo que ha tenido.

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