Aunque siempre hay hueco para el negacionismo, la realidad es tozuda. Madrid, cuya mala calidad del aire ha hecho que España esté denunciada ante el Tribunal de Justicia Europeo, es la ciudad europea con mayor mortalidad provocada por la contaminación de los coches. La sexta es Barcelona, que también ha rebasado repetidamente los niveles legales máximos de dióxido de nitrógeno (NO2), según una revisión internacional liderada por el Instituto de Salud Global de Catalunya y que publica The Lancet.
El estudio estima por primera vez –con datos consolidados de 2015– el número de muertes prematuras y evitables atribuibles al NO2 y las partículas finas (PM 2,5) en casi mil urbes europeas. La capital española es la peor parada, ya que soporta la mayor tasa de mortalidad (hasta un 7% de las muertes anuales) a causa de este gas “asociado a grandes volúmenes de tráfico en áreas densamente pobladas”, subrayan los científicos.
Los resultados llegan un día después de que el delegado de Medio Ambiente de Madrid, Borja Carabante (PP), pusiera sordina al origen de la polución mortal en su ciudad, es decir, el tráfico: “Si el problema es exclusivamente del tráfico, ¿cómo es posible que hoy estemos en el escenario 1 de contaminación?”, se preguntó este lunes al entender que la nevada de Filomena había obligado a dejar muchos coches en casa mientras se acumulaba una boina negra de polución sobre la ciudad. Una capa tóxica, en realidad, atrapada por la inversión térmica.
Las ciudades que acompañan a Madrid en la lista de urbes con mayor carga de mortalidad por NO2 son Amberes, Turín, París, Milán y Barcelona. La investigación entiende que las ciudades con mucha población y las capitales soportan una mayor mortalidad, “así como otras vecinas, más pequeñas, que tienen un potencial mayor uso de los coches para trasladarse a las ciudades más grandes”.
La explosión de la pandemia de COVID-19 ha reforzado la evidencia que relaciona un tráfico intenso con una elevada contaminación por dióxido de nitrógeno. Precisamente en Madrid, el confinamiento y parón de la actividad impuesto en primavera por el estado de alarma para contener la primera ola de la enfermedad conllevó una reducción de los niveles tóxicos en el aire de hasta un 40% respecto a la media del decenio. Sin embargo, según se fue retomando el uso de automóviles, las mediciones comenzaron a escalar de nuevo.
Finalmente, Madrid volvió a incumplir por poco la normativa europea sobre los límites legales que no pueden sobrepasarse. El mismo fenómeno sí permitió a Barcelona mantenerse por debajo del umbral máximo exigido por la normativa europea. “Nuestros resultados apoyan la evidencia que indica que no existe un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inocua para la salud”, explica Mark Nieuwenhuijsen, investigador del ISGlobal y autor sénior del estudio.
Los cálculos de este equipo indican que si se respetaran los niveles de la Organización Mundial de la Salud en Madrid se evitarían, al menos 206 muertes y 2.300 si se mantuvieran límites más bajos. El ahorro alcanzaría las 79.000 vidas en toda Europa si estas ciudades tuvieran los umbrales de las que presentan mejores registros. Esto “sugiere que la legislación europea actual no protege suficiente la salud de las personas, por lo que los límites máximos permitidos de NO2 y PM2,5 deberían ser revisados”, remata Nieuwenhuijsen.
Las partículas
Respecto al otro tóxico sobre el que se ha desarrollado el estudio, las micropartículas, la revisión muestra un panorama diferente. Aquí, los peores datos se los llevan regiones como la Llanura Padana en Italia, el sur de Polonia y el este de la República Checa.
El ránking lo dominan Brescia y Bérgamo (Italia) seguidas por Karviná (Chequia), Vicenza (Italia) y la Alta Silesia (Polonia). La explicación viene dada por las causas que generan estas partículas: “Son materia en suspensión producto de la combustión, no solo de los vehículos motorizados, sino también de otras fuentes, como la industria, la calefacción doméstica o la quema de carbón y de madera”, explica Sasha Khomenko, investigadora del instituto. En Brescia, hasta el 15% de las muertes prematuras están relacionadas con las PM 2,5. Y pueden evitarse.
En el otro lado se encuentran, sobre todo, ciudades y regiones del norte de Europa. Los lugares con menor mortalidad por NO2 son municipios como Tromso (Noruega), Umea (Suecia), Oulu (Finlandia) y Kristiansand (Noruega). En cuanto a las PM 2,5, destaca Reykjavik (Islandia), Tromso, Umea y Oulu, un grupo de tres que repite en ambos listados.