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El matriarcado Mosuo, el último reducto chino acechado por la globalización

EFE

Madrid —

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La globalización acecha el último vestigio social matriarcal en el suroeste de China, donde habitan los mosuo, la minoría étnica que aún lo practica y el reducto en el que la abogada singapurense Choo Waihong ambienta su primera obra.

En entrevista con Efe con motivo de la publicación en español de “La tribu de las mujeres” (Península), Choo Waihong narra su experiencia en ese “reino”, como se denomina ese territorio en mosuo.

Situado entre las provincias de Yunnan y Sichuan, junto al lago Lugu, se alza una “montaña-diosa” que emula la silueta de mujer: es Gemu, la deidad femenina a la que los mosuo rinden culto.

La autora explica, en una conversación telefónica, que, tras visitar la zona en varias ocasiones, fue un habitante local quien le invitó a construir su propia residencia allí, una vez que había decidido abandonar la carrera de abogada de grandes corporaciones en Singapur y California.

Choo Waihong indica que esa tribu ha permanecido anclada en el tiempo hasta hace escasamente una década.

“Supongo que desde los siglos XVI y XVII, saltaron directamente al siglo XXI”, lamenta.

La sociedad matrilineal se caracteriza por el vínculo de sangre materno y, en su modelo de familia tradicional, la abuela es el pilar principal, en torno al cual se articulan otras dos generaciones de hijas y nietas, describe la autora, al comentar que “es su patrón distintivo”.

“Estamos acostumbrados a ver familias patrilineales; para entenderlo, tenemos que pensar justo lo contrario”, subraya.

Pero a su particular idiosincrasia matrilineal se añade su condición matriarcal: “El matriarcado hace referencia a las relaciones de poder y, en los mosuo, las mujeres tienen más poder que los hombres, la 'jefa' es la abuela”, describe la autora.

Este modelo, asegura, se basa en el concepto del “matrimonio ambulante”, aunque puntualiza que se trata de “un matrimonio que no es un matrimonio”.

Los mosuo “no cimentan una relación sentimental que sea social o legal, una relación que se vaya a prolongar en el tiempo”, aclara.

En su lugar, sus relaciones se basan en los “axias”, los amantes.

“Suelen tener una media de entre cinco y seis a lo largo de su vida, según han descubierto algunos estudios sociológicos”, expone al referir ese patrón social.

Sin embargo, el “matrimonio ambulante” fomenta el estereotipo de la mujer mosuo y promueve, inspirado en la tradición de sus relaciones, el turismo sexual.

Pero éste lo ejercen “prostitutas traídas desde Sichuan o de las provincias vecinas por personas que tienen trata (de mujeres) en otros lugares. Las hacen vestirse como las mosuo para recrear la 'experiencia del matrimonio ambulante'”, denuncia la autora.

En esta atípica estructura social, Choo Waihong revela que la homosexulidad “no es habitual entre la comunidad” y, en caso de darse este tipo de relaciones, “normalmente guardan el secreto”.

Y lo justifica al precisar que “aunque la pareja sea un hombre y una mujer, nunca lo muestran en público”.

Sólo el aislamiento ha permitido la supervivencia de esta tribu matrilineal “en una China profundamente patriarcal”, dice Choo Waihong, que considera que Pekín “les ha dejado bastante a su aire” pues el “Gobierno no les controla mucho”.

Pero los mosuo no han salido indemnes ante el influjo de la globalización y del poder de Internet. “Ahora todo el mundo tiene electricidad, agua, wifi, teléfono móvil y conexión entre las montañas”, detalla la autora.

“Llegas a una casa mosuo y pides la contraseña, todo el mundo ve 'China's Got Talent' y las ligas de fútbol europeas. Siguen, desafortunadamente, la cultura mainstream”.

María Moya