“El mayor problema para afrontar el abuso sexual es que no se cree a los niños”

Tina es una niña que creció en los años noventa, es muy imaginativa, le gustan los superhéroes y fue abusada sexualmente por su padrastro. Tina es la protagonista de la novela gráfica 'No abuses' y su historia está basada en la de su autora, Natichuleta, alter ego de Natalia Silva, una joven chilena de 25 años. El libro, publicado en su país en 2016 llega ahora a España (editorial Plan B) y repasa “lo que transcurre después del abuso: cómo reacciona ella, cómo va creciendo a partir de eso, cómo lo va superando”, explica Silva.

¿De dónde surge la necesidad de este libro?

Lo empecé a escribir cuando tenía 16 años. Era mi diario de vida y nunca pensé que iba a ser un libro. Se lo mostré a mi papá cuando ya todo se sabía, estaba conversado y superado y me dijo que podría ser una novela gráfica. Me emocioné mucho y lo trabajé durante seis años o siete años. Lo redibujé y lo reescribí muchas veces, hasta que salió ese que ahora está publicado. Para mí fue como revivir el proceso, volver a sanar heridas, entender cosas… Por eso tuve que crear el personaje de Tina. Antes estaba escrito en primera persona y en la editorial me recomendaron que creara un personaje, porque me iba a costar mucho menos. Así fue.

¿Cuál es el mayor problema a la hora de afrontar el abuso sexual a menores?

Que las personas no les creen a los niños. Yo siempre pregunto: ¿Por qué tendría un niño que mentir sobre algo así? También pasa que se minimiza para que no parezca tan grave. A mí me pasó esto hace más de 10 años y en esa época ya lo minimizaban y lo escondían bajo la alfombra. Hace 20 años era peor y hace 30, peor. Igual hemos avanzado como sociedad en eso, pero la gente cae en minimizarlo para hacer esta situación más agradable y no, ¡qué mal eso!

Luego pasa lo contrario, que tratan a las víctimas de abusos sexuales como con pinzas, como si se fueran a romper. Les pasó algo muy malo, pero no entienden que al final del día nosotras no somos víctimas, somos sobrevivientes. Al final del día, con todo lo que nos ha pasado, estamos igual, paradas aquí, viviendo nuestras vidas.

¿Qué herramientas se les pueden dar a los menores que sufren abuso para denunciarlo?

Va a sonar un poco egocéntrico, pero no es la idea -risas-. Mi libro es un buen ejemplo de lo que sí necesita un niño en la preadolescencia. Creo que hablar sobre abuso produce un efecto dominó. Si tú escuchas a una persona hablar sobre abuso y a ti te abusaron, te van a dar ganas de hablar. A mí me hubiera encantado que alguien me dijera: “Yo también fui abusada y sobreviví, puedes con eso”. Todo el mundo te está diciendo sus ideas, pero nadie te dice lo que realmente pasa con los ojos de quien lo ha vivido. Desde que publiqué el libro me han invitado a colegios de todo Chile. Después de las charlas siempre se me acercan dos o tres niñas llorando, diciéndome que también fueron abusadas. Con el abuso te sientes muy solo, pero si ves que hay otras personas que han pasado lo mismo que tú, sientes que puedes superar el problema.

En Chile se han contabilizado 12.267 casos de violación y abusos sexuales a menores de 14 años entre 2012 y 2016, según la Corporación por los Derechos Sexuales y Reproductivos. Hablamos de que se minimiza, pero ¿también se normaliza?

La gente es muy doble cara, muy hipócrita. Cuando leen estas cifras dicen: “Oh, qué terrible, no puede ser”. En mi universidad, hace unos años hubo un caso de un conocido que abusó sexualmente de una compañera en una fiesta. Ella lo denunció. Yo acababa de sacar el libro y toda esta gente a mi alrededor me había alabado. Yo creía que habían entendido lo que había dicho con el libro, hasta que las vi diciendo que esta niña era exagerada, que había bebido, que lo que estaba contando no era tan grave… Creo que hay una hipocresía a nivel mundial sobre el tema. Vemos las noticias y decimos “pobres, niños, pobres mujeres, pobres hombres abusados”, pero si te pasa al lado, ahí es donde tienes que reaccionar.

En el libro dices que “todo lo que está entre el piropo inapropiado y la violación y muerte es grave y no se puede justificar”

Acá es muy conocido que te griten en la calle, que te toquen en el metro... Pasa mucho, pero la gente lo minimiza porque hay una cultura de machismo alrededor. Pero en el momento en el que pasa una violación fuerte tampoco saben cómo reaccionar y lo minimizan aún más. Es fuertísimo porque no hay una guía de cómo una reacciona ante una violación o un abuso. Uno cree que debería reaccionar de cierta forma o te preguntan “por qué no hiciste esto”, “por qué no lo paraste”. Bueno, porque uno se queda congelado muchas veces. De repente hay personas que le sacan la mierda a los abusadores, pero también hay quien se queda paralizada. Yo me quedé paralizada. Me da rabia, me da enojo, como impotencia.

Siempre se pone el foco sobre la víctima por cómo reacciona, cómo viste, qué hace…

Sí, es fuertísimo. A mí también me decían eso cuando me abusaron con 11 años: “Bueno, pero estabas en traje de baño”. ¡Tenía 11 años! ¡Ni siquiera tenía pechugas! ¿Por qué me están acusando? Y pasa mucho acá, también afecta a los hombres. Es muy difícil decir que fuiste abusado si fuiste hombre, porque tienes el miedo de que te puedan decir ‘maricón’ o algo así, que igual mi país está aún muy chiquitito en ese lado.

En tu caso el abuso no tuvo consecuencias para el abusador

Como el abuso fue antes del 2005 (después la ley cambió), a los 10 años prescribía. Yo decidí demandar al abusador cuando estaba a punto de cumplir los 23 años y, justo al hacer los 23, se cumplían los 10 años. El día antes de mi cumpleaños yo tenía justo la demanda en las manos y al otro lado el libro. Si demandaba iban a ser dos años, mínimo, donde iba a tener que ver constantemente a mi abusador, donde me iban a tratar como loca, estúpida, iban a replantearse todo lo que yo decía, y a lo mejor no hubiese ni ganado, porque no tengo ni pruebas. Entonces decidí no hacerlo, preferí la justicia social publicando el libro. A pesar de que no digo nombres, igual me desahogué.

A los 13 años yo pensé en demandar, pero entonces lo que pasaba era que hacían a los niños declarar una y otra vez. Además, literalmente, un doctor llegaba y me abría las piernas para ver si seguía siendo virgen. Yo no fui violada, fui abusada. A mí eso me causa muchas dudas sobre cómo hubiera sido en esa época, qué hubiera pasado. Era un segundo trauma. Mis papás no me dejaron.

En el libro hablas de un sentimiento de culpa, ¿por qué?

Hay un tema que la gente ignora, que es que los abusadores son muy manipuladores, sobre todo cuando es familia, que también fue mi caso. Hay una manipulación muy grande. Tu estás confundido, no sabes muy bien lo que te pasa, lo que te están haciendo. Claro que se siente mal, se siente raro, pero te echas mucho la culpa porque es una persona que tú quieres y no crees que te podría estar haciendo daño. Cuando te empiezas a sentir más mal que bien, cuando la cosa te pica mucho y sabes que no está bien hay una parte de ti que no quiere hablar, porque sabes que si hablas puedes destruir una familia. No va a ser tu culpa, pero se va a sentir como si fuera tu culpa. Por salud mental siempre va a ser mejor hablar, pero tú no lo sabes, sobre todo cuando eres chico.

Tus primeras referencias sexuales provienen de un abuso, ¿cómo afrontas la sexualidad después de eso?

Fue bastante difícil. Con mi primer pololo fue realmente súper difícil, porque también en esa época no era tan hablado el tema. Yo le dije “oye, yo fui abusada cuando chica” pero no era tan hablado, no se sabía que tenía que tenerme tanto respeto o cuidarme tanto, entonces fue un desastre. Con el segundo pololo fue mejor, porque me respetó, me esperó y fue todo con mucha calma. Ahí perdí un poco mi trauma. Y este, particularmente, ha sido un año muy bueno para mí, porque volví a estar soltera y estoy escribiendo un libro, que es como el hermano mayor de 'No abuses'. Es sobre una chica que termina una relación muy larga y se replantea la sexualidad. Es también una crítica al amor romántico. Yo lo he pasado muy bien haciendo este libro y hablar de la sexualidad para mí ha supuesto una liberación, entender muchas cosas y conocerme a mí misma.

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