La mayoría de los países de la Unión Europea ha decidido no permitir el cultivo de plantas transgénicas en sus territorios. España no es uno de ellos. 19 –de 28– estados han dado a conocer a la Comisión esta restricción antes del límite legal que expiró el 3 de octubre. El Gobierno español no ha remitido ninguna comunicación oficial por lo que la siembra del maíz modificado genéticamente (OMG) sigue vigente.
“Es más un brindis al sol sin mucha trascendencia práctica”, analiza el profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, José Miguel Mulet, ya que “la mayoría de lo que se planta en Europa se planta en España por motivos de la plaga del taladro”. Y aquí la situación seguirá como hasta ahora. Acompañan a España en el club de territorios pro-transgénicos Portugal, República Checa, Eslovaquia, Irlanda y Rumanía –que sí cultivan este maíz– además de otros como Finlandia o Estonia –con clima poco propicio para este producto–. Para la directora de la organización Amigos de la Tierra, Liliane Spendeler, la batería de peticiones para prohibir los OMG “constituye toda una avalancha. Nunca ha habido una señal tan evidente de que los cultivos y alimentos transgénicos y las empresas que los comercializan no son bienvenidos”.
El uso de plantas con genes manipulados en el laboratorio es defendida por diversos científicos con respecto a la seguridad de su composición bioquímica (la estructura del maíz) pero ha generado polémica porque su cultivo implica la utilización de de agrotóxicos contra las plagas considerados dañinos para la salud (como el glifosato). También existe una oposición por las grandes extensiones de tierra dedicadas al monocultivo de variedades transgénicas solo al alcance de grandes agricultores (en detrimento de productores locales).
Las decisiones de estos países deben ser enviadas ahora, según la legislación europea, a las empresas dueñas de las patentes de semillas modificadas, como Montsanto o Pioneer, que tienen reconocido el derecho de recurrir estas prohibiciones. Actualmente, la única variedad permitida para cultivar en la Unión Europea es el llamado maíz GM. Entre los países que han optado por no admitir esta planta en sus campos están Francia, Países Bajos, Grecia, Polonia, Italia, Lituania, Austria, Croacia, Chipre, Letonia, Dinamarca, Bulgaria, Hungría, Eslovenia, Luxemburgo y Malta. Alemania también ha solicitado la restricción aunque permitirá la investigación. En Suecia no hay una posición a favor o en contra general sino que cada uso de OMG se evalúa individualmente.
Se da la circunstancia de que en Gran Bretaña, los gobiernos de Escocia y Gales han decidido no permitir el maíz transgénico mientras que en Inglaterra sí se cultivará. De igual manera, en Bélgica, la zona francófona de Valonia ha prohibido los OMG pero no así la flamenca –el creador de la primera planta transgénica fue el belga flamenco Marc van Montagu–. De esta manera, se crearán zonas geográficas anexas que tendrán cultivos de una variedad y de la otra. “No es fácil pero es posible mantener un territorio sin transgénicos aunque los colindantes sí tengan”, analiza Blanca Ruibal de Amigos de la Tierra. “En realidad es una situación que ya tenemos ahora con países que de facto no han dejado plantar los OMG”, como Francia respecto a España. Ruibal recuerda que mantener dos líneas de producción de cereal (una modificada y la otra no) es “evidentemente más costoso” para el sector.
Lista de variedades pendientes
Para esta organización, la directiva europea acelerará la autorización administrativa de más variedades de organismos modificados genéticamente ya que los países que se han mostrado contrarios tendrán la vía de escape de impedir la siembra en sus territorios. Hay una lista de “nuevos transgénicos pendientes” de recibir el visto bueno de la Unión Europea, advierten. Hasta ahora, los estados debían recurrir a una “moratoria” para impedir que los agricultores sembraran estas semillas que habían sido legalizadas a escala europea.
La “realidad es que se rompe un consenso en Europa”, protesta Mulet. El investigador recuerda que “a día de hoy, la Unión Europea solo permite el cultivo de un tipo de maíz pero sí se pueden importar hasta más de 50 variedades [son 58] de OMG entre maíz, algodón, soja y colza. Yo me doy cuenta de que a los consumidores les da un poco igual. De hecho existe una menor presión por parte de los ecologistas en contra de estos productos y ahora salen los políticos con estas...”.
No coinciden en Amigos de la Tierra que, ante el puzzle del maíz modificado en Europa, analizan que “esta nueva situación está pidiendo a gritos una normativa de etiquetado que permita a las personas consumidoras saber si lo que comen tiene o no transgénicos”.