Los médicos que cuidan a Teresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada de ébola, han compaginado este servicio con la atención a los pacientes más críticos del hospital de La Paz. El equipo de 18 médicos de la Unidad de Medicina Intensiva –que también vigila la evolución del resto de las personas que se encuentran aisladas en el Carlos III–, después de trabajar en el centro de infecciosos, también lo hacía con los enfermos del Área 5, los más críticos, del hospital La Paz.
Este martes se ha decidido formar un grupo de seis personas que se ocuparán exclusivamente de los enfermos de ébola. También se ha acordado que comenzarán por la tarde a recibir cursos de formación de los trajes EPI (Equipo de Protección Individual) en el Instituto Nacional de Salud.
En los últimos meses, y “pese a las promesas de la gerencia del hospital, únicamente se ha hecho un contrato, de 15 días, destinado a reforzar La Paz. Quién va a querer venir aquí...”, comenta uno de los facultativos, que prefiere guardar el anonimato.
Al médico contratado por 15 días se le ha renovado hasta diciembre y se ha realizado otro contrato para reforzar la Unidad de Medicina Intensiva. En los últimos días los facultativos, muchos eventuales pero con décadas de experiencia, han sufrido mucha tensión y han requerido insistentemente cursos de formación y más personal.
“No nos podemos multiplicar, llegamos hasta donde podemos. Si antes de la llegada de los pacientes con ébola ya estábamos mal y pedíamos contratos, ahora la situación es bastante angustiosa”, señalan.
Desde la gerencia de La Paz se les prometió en una reunión en agosto, cuando llegaron a Madrid el sacerdote Miguel Pajares y la religiosa Juliana Bonoha, que “pidiesen lo que hiciese falta”. Así lo hicieron los facultativos en varias reuniones. Pidieron más personal y volvieron a insistir –lo llevaban reclamando desde abril– en la necesidad de una formación urgente.
Solicitaban que algún profesional especialista en riesgo NBQ (amenaza nuclear, bacteriológica o química) les enseñase en un curso a quitarse el traje que se utiliza para entrar a las habitaciones del Carlos III y disminuir el riesgo de contagio. Lo han solicitado con cartas a la gerencia del hospital La Paz desde el mes de abril –como desveló eldiario.es el pasado sábado–. Una falta de formación que también han denunciado en el juzgado madrileño de plaza de Castilla.
En agosto varios médicos del servicio fueron designados para cuidar al sacerdote Pajares y a la religiosa Bonoha. Ocho facultativos de la Unidad de Medicina Intensiva compaginaban las guardias (noches) en el hospital Carlos III con su trabajo diario en La Paz. El resto de los especialistas seguían realizando el trabajo que desempeñan en La Paz habitualmente. Con el ingreso en septiembre del segundo contagiado de ébola, el religioso Manuel García Viejo, se creó un grupo especial de cinco personas que sólo trabajaban en el Carlos III. “En septiembre también nos prometieron más personal”, recalcan.
Tres esclusas reformadas
En los últimos días se ha contratado a dos médicos –contratos eventuales– para reforzar al equipo. También en los últimos días los obreros se han afanado en terminar las obras en el Carlos III que permitirán que los médicos tengan esclusas más grandes al salir de las habitaciones de los pacientes (se han reformado tres).
El problema, que sigue denunciando el personal médico, es que estas esclusas no tienen duchas. “No hay duchas de arrastre ni esclusas sucesivas de sucio a limpio que nos permitan despojarnos en diferentes zonas de la ropa sucia, luego pasar por una ducha y finalmente vestirnos antes de salir fuera de la zona de aislamiento para minimizar riesgos”, resaltan.
Las nuevas esclusas –más amplias– permiten que dos médicos estén al mismo tiempo y se puedan ayudar al quitarse el traje, uno de los momentos más críticos y con más riesgo de contagio, aunque los facultativos insisten en la necesidad de duchas para garantizar la seguridad. En los últimos días se están realizando en el Carlos III unas obras que llevaba pidiendo el personal médico desde abril.