El pasado octubre, sin perspectivas reales sobre la vacunación y con dos puentes y un periodo navideño en ciernes, el Gobierno decretó un estado de alarma que ofrecía a las comunidades un abanico nuevo de restricciones. Por primera vez después del confinamiento, se estableció un “toque de queda” nocturno para hacer frente a la segunda ola, cuya incidencia acumulada se había disparado entonces hasta los 361 casos por 100.000 habitantes.
Tres meses después, con una incidencia media de 689, la curva de contagios en ascenso, y las UCI y los hospitales en nivel de riesgo máximo, muchas regiones consideran que la norma, vigente hasta el próximo 9 de mayo, es insuficiente. Las hay que piden al Gobierno un segundo confinamiento domiciliario y otras, como Castilla y León, que desafían lo estipulado y adelantan por su cuenta el toque de queda a las 20:00 –el estado de alarma permite restringir la movilidad solo entre la horquilla de las 22 horas y las 7 de la mañana–.
La posibilidad de retocar la norma en este sentido está sobre la mesa, según ha adelantado la ministra de Política Territorial, Carolina Darias. Las negociaciones sobre una nueva cuarentena, sin embargo, no parecen entrar en la agenda del ministro de Sanidad. “Con la estrategia que ya funcionó en octubre, podemos doblegar esta ola”, ha vuelto a repetir Salvador Illa este lunes en una entrevista.
El Ejecutivo se ha negado en numerosas ocasiones a autorizar un confinamiento domiciliario alegando que el decreto del estado de alarma ya ofrece herramientas para, de facto, limitar la movilidad y restringir la actividad no esencial de los ciudadanos. Así lo han demostrado algunas comunidades autónomas como Baleares, Castilla y León y Catalunya, que han explorado los límites de la normativa para rebajar su incidencia sin tener que llegar a una cuarentena obligatoria.
Comercios y hostelería: sin límites
La capacidad para limitar los horarios del comercio y de la hostelería corresponde plenamente a las comunidades autónomas. El decreto del estado de alarma no contempla límites, ni siquiera para un caso extremo en el que decidiesen cerrar la puerta a toda la actividad económica del sector, como ya han hecho algunas. Castilla La-Mancha, que ha llegado este lunes a los 1.007 casos por 100.000 habitantes, comienza un periodo de suspensión absoluta del ocio y la restauración.
Menos taxativa ha sido Andalucía, que desde este domingo bajará las persianas de sus tiendas, bares y restaurantes a las 18:00 debido al repunte de contagios, con 17.000 nuevos registrados en apenas dos días. Galicia ha fijado el mismo límite y Aragón, por su parte, lo ha decretado únicamente los fines de semana.
La Comunitat Valenciana, cuyas UCI se encuentran por encima del 50% de ocupación, ha decidido ir un paso más allá en sus restricciones y cerrar la restauración a las 17:00. Sin embargo, la más estricta con la hostelería ha sido Catalunya: puede abrir al público en dos franjas para servir desayunos –de 7.30 a 9.30– y comidas –entre las 13.00 y las 15.30–. Pero partir de ese momento, los bares y restaurantes solo sirven a domicilio hasta las 23.00 horas. Por otro lado, todo el comercio ha quedado clausurado los fines de semana por orden de la Generalitat.
Calle por calle, el máximo confinamiento perimetral
El instrumento del estado de alarma permite limitar la entrada y salida de las comunidades autónomas y de las ciudades con Estatuto de autonomía. Pero no únicamente, como hemos visto a lo largo de estos meses. La norma contempla que estas restricciones se adapten a ámbitos “geográficamente inferiores”, como barrios o zonas básicas de salud, y reconoce que hay “excepciones”, pero se entiende que se refieren únicamente a domicilios, ya que incluso para salir legalmente del perímetro del barrio o la ZBS hace falta un salvoconducto, como ocurría durante el confinamiento estricto de primavera.
“Los confinamientos que se plantean no son individuales en el domicilio, sino perimetrales, por varios objetivos. Uno: evitar que un territorio afecte más de lo debido a los de alrededor. Dos: para evitar un impacto socioeconómico, por lo que se permite la movilidad en excepciones como el trabajo o la educación. Y tres: para que una persona pueda desplazarse dentro de su municipio”, dijo el octubre pasado Fernando Simón.
La postura del Gobierno no ha variado ni un ápice en esta cuestión, ya que la norma actual permite a las comunidades atenerse al límite que decidan, ya sea autonómico, municipal, territorial o por barrios. El ejemplo más claro es Madrid, que ha optado por las zonas básicas de salud, a pesar de que en ocasiones dibujan un difícil laberinto de restricciones por la capital. También Baleares optó en su día por perimetrar por calles en la ciudad de Palma, aunque actualmente los cierres se establecen a un nivel mayor: por localidades.
Reuniones: de 6 personas a solo convivientes
Después de la Navidad, le ha tocado el turno a las limitaciones sociales. Cuando se aprobó el decreto del estado de alarma, Pedro Sánchez anunció que se permitían las reuniones de un máximo de 6 personas, pero que las comunidades autónomas tenían en su mano la opción de restringirlas aún más: “Serán las que modulen en el ámbito de sus competencias esa respuesta y si en vez de seis personas, las que se pueden reunir son cuatro, tres o dos”, puso como ejemplo el presidente.
Y así ha ocurrido. Murcia, Canarias (Gran Canaria) y Baleares (en Mallorca e Ibiza) solo autorizan reuniones entre convivientes. Esta medida recuerda a la primera fase de la desescalada en mayo, cuando únicamente se podía salir a pasear con quienes los españoles compartiesen domicilio. Otras regiones como Castilla y León, Andalucía y Aragón han puesto un límite de cuatro personas tanto en espacios privados como al aire libre. La Comunitat Valenciana establece también grupos de cuatro, pero en bares y restaurantes.
La novedad: el toque de queda
Teniendo en cuenta lo anterior, si el Consejo Interterritorial da luz verde a adelantar el toque de queda, aunque sea a las 20:00, la realidad en muchas partes de nuestro país no distará mucho de la que se vivía en marzo y abril. Con todas estas herramientas a disposición de las regiones y la estrategia seguida hace unos meses, Salvador Illa confía en que España consiga “doblegar” la tercera ola como, asegura, hizo con la anterior.
Pero lo cierto es que aquella no se llegó a vencer del todo según los objetivos del Gobierno, ya que la incidencia acumulada quedó por encima de los 150 casos por 100.000 habitantes cuando la meta era alcanzar los 25. Es más, esta tercera ola se ha superpuesto sobre la anterior y ha generado un repunte acelerado de los casos y un umbral sostenido de muertes. Todo ello lleva a un escenario de “circunstancias extremas y excepcionales” que justificarían una nueva cuarentena estricta, según algunos epidemiólogos. “Son medidas muy pertinentes cuando la transmisión comunitaria está fuera de control, a pesar de sus efectos negativos en determinados ámbitos no esenciales de la economía”, advierten.