Más de medio millón de niños sin médico: “Que te conozca el pediatra es ciencia ficción”

David Noriega

20 de marzo de 2023 21:51 h

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No hace muchos años, en España era habitual que los niños y niñas conocieran a su pediatra. Ir al médico nunca es una fiesta, pero esa relación de confianza y cercanía hacía más fáciles algunas visitas desagradables y facilitaba el seguimiento de los más pequeños. En la actualidad, más de medio millón de menores de 15 años no tienen asignado un profesional de referencia, lo que les obliga a dar tumbos de consulta en consulta o de urgencia e urgencia.

El bebé de Carla Martínez nació a finales de mayo de 2021. En un par de meses cumplirá dos años y todavía no le ha visto la cara a su pediatra. “Le asignaron uno que estaba de baja y que nunca volvió. Nunca llegamos a conocerle y no puedes pedir una cita porque no está disponible. La única manera que tengo de que le atiendan es ir a urgencias, pero cada vez lo ve una persona que no lo conoce de nada, con la que no tenemos ningún tipo de relación y a la que hay que contarle toda la historia desde el principio” , explica esta vecina de Pinto, Madrid.

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria ha publicado un informe en el que calcula que más de 523.000 menores de 15 años continúan sin pediatra asignado. Ni siquiera tienen un médico o médica de familia como profesional de referencia. La cifra la engorda la Comunidad de Madrid, donde casi uno de cada tres niños no tiene pediatra. Son 281.544, más de la mitad del total, según los cálculos de la AEPap. Como muestra la siguiente tabla, la siguiente comunidad con más déficit de profesionales es Catalunya, donde 96.438 menores están desatendidos, aunque en porcentaje comparte puesto con Asturias: un 8,6%.

Sobre los beneficios de la longitudinalidad, un concepto que se refiere al seguimiento médico por parte del mismo equipo sanitario, se ha escrito mucho en las últimas décadas. Ese es, además, el ADN de la atención primaria en España y el eje principal de la promoción de la salud. La doctora Rosa Añel, experta en seguridad del paciente, publicaba un artículo en septiembre en el que defendía que “nuevos estudios muestran que la atención personalizada y mantenida en el tiempo por el mismo profesional es una cuestión de vida o muerte”.

En concreto, “la atención a lo largo de la vida por el mismo profesional crea una relación de confianza, conocimiento mutuo y compromiso, que favorece una asistencia más humana y segura”, señalaba la experta. Una confianza de la que el sistema madrileño ha privado a Carla, forzada a acudir a consulta sin cita y por urgencias. “Voy con vergüenza, como pidiendo perdón, porque sé que todo está colapsado, pero mi hijo también tiene derecho a que alguien le atienda. A veces te dicen que lo que tiene no es una urgencia y ya lo sé, pero es la única forma de que le vean”, lamenta.

“Se le ha visto excesivamente poco”

En su caso, Carla considera que su hijo ha estado con un médico menos de lo habitual. “Lo comparo con lo que estaba acostumbrada a ver a mi alrededor y se le ha visto excesivamente poco”, reconoce en conversación con elDiario.es. ¿Y eso tiene consecuencias? Entramos en terreno ambiguo de lo que pudo ser y no fue, pero ella cree que sí: “A mi hijo le han puesto un casco porque tenía la cabeza plana. En teoría se pone a los cuatro meses, pero a él se lo pusieron a los ocho. Si lo hubieran visto de continuo tal vez se lo hubieran puesto antes, pero como estaba bien, se va alargando...”.

“Cuando está su pediatra, el niño sabe que no le va a hacer daño, que le va a tratar bien, y no sufre”, incide la presidenta de la AEPap, Concepción Sánchez, que lamenta que haya más de medio millón de menores para los que “la relación médico-paciente no existe”. Esto va más allá de conocer o no el nombre de ese profesional de referencia. “Cuando hay un seguimiento, el pediatra conoce el entorno biológico, psicológico y social de la familia. Conoce a los abuelos, a los padres, qué problemas tienen, si se están separando, si hay algún problema intrafamiliar importante, etc. Eso beneficia la forma de explorar”, explica. Por ejemplo, un niño víctima de bullying irá a la consulta con dolores de tripa o si tiene problemas en casa, de cabeza, pone como ejemplo la doctora.

Lo que supone pelear por una atención sanitaria óptima para sus hijos lo saben bien Víctor Arribas y su familia. Vive en Navalcarnero, también en la Comunidad de Madrid, y tiene dos niños, de seis y tres años. En noviembre de 2019, acudió como presidente de la Asociación de Vecinos Barrio del Cid a denunciar la falta de pediatras en el turno de tarde ante la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid. Tres años después la situación ha empeorado tanto que aquella reivindicación ya le parece una cosa menor. “Vas rebajando las expectativas. Lo de que esté cubierta la tarde, ya ni lo pedimos. Lo de tener pediatra asignado... al final te vas a lo básico, que es poder pedir cita”, reconoce.

"Hay varias pediatras que se han ido a trabajar a otras comunidades. Teníamos una de tarde que llevaba varios años, pero siempre le hacían contratos de tres meses"

En Navalcarnero, un pueblo de casi 30.000 habitantes al sur de la región, debería haber cinco pediatras. Hace unas semanas, el Ayuntamiento envió un escrito a la Consejería de Sanidad en el que indicaba que de esos cinco profesionales, uno estaba de baja y los otros cuatro en excedencia. La situación no es nueva, porque los pediatras no quieren trabajar ahí. Al menos con las condiciones que ofrece la Comunidad. “Hay varias pediatras que se han ido a trabajar a otras comunidades. Teníamos una de tarde que llevaba varios años, pero siempre le hacían contratos de tres meses”, lamenta Víctor. Su hijo mayor conoció a cuatro profesionales en dos años y medio.

“En los últimos años ha habido una fuga importante de pediatras de Madrid a las provincias de Toledo y Guadalajara, buscando mejores horarios y poder conciliar. Muchas pediatras jóvenes se han ido para poder estar con sus hijos por las tardes”, explica Sánchez. Precisamente, Castilla-La Mancha se encuentra en la parte baja de la tabla, con un 2,6% de niños sin personal médico asignado. Aunque el dato tiene truco: como en Balears, “hasta el 50% de las plazas de pediatría están cubiertas por no especialistas en pediatría”, indica la asociación. Son médicos de familia, generales o extracomunitarios sin el título homologado, explican.

Un conflicto multifactorial

El sistema público de salud es una gran red en la que todo está comunicado. Y un parche en pediatría con especialistas en medicina familiar y comunitaria es solo eso, un parche. “Es un conflicto multifactorial, porque aunque haya muchos pediatras que prefieran irse al extranjero, quedarse en urgencias de los hospitales o irse a la privada, y aunque esa situación sea exactamente igual para los médicos de familia, se 'producen' muchos más médicos de familia que pediatras. Sin embargo, ahora se están jubilando muchos más médicos que pediatras, así que no tenemos ninguna de las dos”, explica Sánchez.

En ese deseo de irse a otros lugares o a la privada influye la carga asistencial, con su propio cupo de pacientes, pero también con los de aquellos compañeros que se van o están de baja en tiempos de burnout. Según el informe de la AEPap, “en Madrid, más del 10% de las plazas de pediatría están vacantes, se han amortizado o han pasado a ser de adultos”. En diciembre de 2021, la Comunidad tenía 925 pediatras como personal estatutario. Un año después eran un 28% menos. Pero la situación tampoco es buena en otras zonas: Catalunya, Asturias y Navarra tienen más del 6% de plazas vacantes.

Murcia, Castilla y León y Andalucía tienen menos plazas vacantes que hace un año, aunque hay diferencias entre ellas. Castilla y León es la comunidad que parte de una mejor situación. El 99,4% de los menores de 15 años tienen médico de referencia asignado. En Andalucía carecen de él el 3,8%, un porcentaje tras el que se esconden 47.392 niños, niñas y adolescentes. Y Murcia ronda el 1,1%.

Los pediatras acaban de poner fin a una huelga en la Comunidad de Madrid que se ha prolongado durante casi cuatro meses. Junto a los médicos de familia, estos profesionales han logrado limitar las agendas y un pago de 450 euros al mes. Pero las reivindicaciones se han repetido en los últimos tiempos en varias comunidades, que han tratado de atajar antes las protestas con acuerdos con los sindicatos.

“Los acuerdos hay que ponerlos en práctica”

“Los acuerdos hay que ponerlos en práctica”, reclama ahora Sánchez. Desde la asociación recuerdan, por ejemplo, que no se han empezado a aplicar medidas de incentivación para las plazas de difícil cobertura en Canarias, Navarra, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia, Asturias, Baleares y La Rioja y que en otras, como la Comunitat Valenciana, “se han anunciado, pero no se han llegado a aplicar”. “Sí se ha comenzado en Murcia, Andalucía Aragón y Cantabria”, indican.

Mientras algunas administraciones viven ancladas en el inmovilismo, las familias que pueden permitírselo optan por buscar una solución que garantice a sus hijos e hijas el acceso a una sanidad pública como la del resto. “Nuestro niño mayor tiene bronquiolitis frecuentes y de pequeño estuvo ingresado por neumonía. Tú quieres que vaya al médico y que le hagan un seguimiento. Que la persona que le escucha los pulmones sea siempre la misma, que tengas a alguien de referencia cuando tiene un catarro. Mis hijos están sanos, pero te asustas porque están desprotegidos”, cuenta Víctor.

Él optó por pedir el traslado a otro centro de salud, tras denegarle el cambio de médico porque los de su centro estaban saturados. “Como veíamos que lo que estaba en juego era la salud de nuestros hijos, nos cambiamos a Móstoles. Está a 14 kilómetros de casa, que en coche son 15 minutos. Nosotros tenemos coche y horarios flexibles y nos lo podíamos permitir, pero una persona que no pueda se queda en el limbo”, explica.

Es esto lo que le ocurrió a Carla, que optó sin éxito por la misma estrategia. En Pinto hay dos centros de salud, así que pidió el traslado al otro. “Lo he intentado, pero debe de estar abarrotado y no te dan la opción”, explica con una realidad que contradice la tan promocionada libertad de elección de la Comunidad de Madrid. Ella no baraja tener que salir del municipio para que su hijo –en tres meses serán dos– pueda ser atendido por un médico de referencia. “Me parece tremendo a lo que estamos llegando”, lamenta.

Víctor echa la vista atrás y recuerda su infancia. “Yo conocía a mi pediatra. Aquí, es ciencia ficción”.

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