El Mediterráneo 'hierve' tras encadenar olas de calor marino “sin precedentes”
No todo ocurre tierra adentro. Las olas de calor que abrasan España desde junio también recalientan el mar Mediterráneo con registros récord. Las aguas del litoral español presentan estos días de julio hasta 4ºC por encima de su media habitual con todos los daños que desatan esas temperturas extremas.
“Efectivamente, este año el Mediterráneo occidental está sufriendo olas de calor marinas con carácter excepcional por su aparición tan temprana –ya en mayo y junio–, su intensidad y su duración”, cuenta la investigadora del Sistema de Observación Costero de las Islas Baleares (Socib-CSIC), Mélanie Juza. “Todas las regiones del Mediterráneo occidental están experimentando eventos extremos sin precedentes y, en particular, el mar balear está sufriendo su tercera ola de calor marina de 2022, muy intensa y muy larga”.
Como ocurre en la superficie terrestre, una ola de calor en el mar no es el calor normal del verano. “Son episodios extremos de temperaturas inusuales y prolongadas” [al menos cinco días], las definen los científicos. “Como consecuencia del cambio climático se están incrementando en frecuencia, duración y magnitud”.
Y su vinculación con el cambio climático también es ya inequívoca: “Son disparadas por las condiciones atmosféricas anómalas generadas o moduladas por el calentamiento de origen humano”.
Juza, que es doctora en Ciencias, aclara que, además, “localmente se pueden encontrar temperaturas de superficie más cálidas” de las que ofrecen los promedios. “Ya hemos detectado valores que alcanzan los 30ºC, o más, estos últimos días en el canal de Ibiza y a lo largo de la costa”.
La situación de los últimos tres meses en el Mediterráneo español es de alerta roja. El mapa de anomalías de la temperatura en la superficie del SOCIB muestra que grandes áreas de la costa española soportan estos días entre 3 y 4ºC por encima del promedio observado en las últimas cuatro décadas. La peor situación del Mediterráneo se ha concentrado alrededor de las islas de Córcega y Cerdeña (mares de Liguria y Tirreno) donde la diferencia se va a los 5 ºC.
Todas las regiones del Mediterráneo occidental están experimentando eventos extremos sin precedentes
Pero, al calentamiento muy elevado de finales de julio se le añaden los experimentados en junio y mayo pasados. En el mar de Baleares, en la ola de calor de julio, el agua ha superado los 28 ºC de promedio cuando la media histórica para esos mismos días ronda los 25ºC y el promedio de mayores temperatura entre 1982 y 2015 no alcanza los 27ºC.
Ya en junio esa misma zona tocó los 26ºC mientras la media observada está en unos 23ºC. En mayo, que fue muy cálido, el agua se acercó a los 22ºC, cuatro más que el promedio 1982-2015.
En el mar de Alborán se ha reproducido ese patrón con tres olas de temperatura marina muy por encima del promedio en mayo, junio y julio. Estos últimos días las aguas del Mediterráneo sur español han tocado los 26ºC siendo la media 23ºC.
En la aguas del oeste argelino (que incluye la costa de Alicante), llevan desde que entró el calor severo en mayo pasado con temperaturas por encima del promedio más alto medido en esas latitudes. Incluso en los días en que se refrescó permanecía por encima de esa media y en este final de julio se está aproximando a los 28ºC en su máximo.
Más al norte, en el golfo de León, se han encadenado días durante los últimos tres meses en los que la temperatura de la superficie del mar marcaba valores cuatro grados por encima de lo normal.
Todo ese calor excesivo tiene impactos dañinos en los ecosistemas, pero también en las actividades humanas ligadas a la costa como la acuicultura o la pesca de especies comerciales. “Amenazan a los ecosistemas marinos, la biodiversidad y pueden favorecer la proliferación de medusas y algas nocivas alóctonas”, detalla Mélanie Juza.
Posidonia, corales y las muertes masivas
En este sentido, una de las bases de la vida marina en el Mediterráneo, la posidonia, lucha ante el incremento sostenido de temperaturas. Un seguimiento de seis años en el archipiélago de Cabrera (Islas Baleares) “demostró que las praderas de posidonia son altamente vulnerables al calentamiento que puede inducir fuertes declives. El calentamiento del Mediterráneo dispara la mortalidad de los brotes de posidonia”.
Esta hierba marina florece cuando el agua se recalienta demasiado como contraataque. “Se vuelve más resiliente”, relataba un estudio de la Universidad de Barcelona. Lo malo es que la posidonia crece, coloniza y se expande lentamente así que “considerando el ritmo del calentamiento global, esta adaptación es una carrera con resultado incierto”, detallaba uno de los investigadores del trabajo Javier Romero, del Instituto de investigación sobre biodiversidad de la UB.
Otro de los “arquitectos” de hábitats mediterráneos, el coral rojo, no para de declinar por el calentamiento del agua. Colonias enteras desaparecen. Algunas poblaciones han perdido entre el 80% y el 90%. Lejos de mejorar tras la ola de calor marino de 2003, “las poblaciones han tendido al colapso”, acreditó un reciente trabajo del Instituto de Ciencias del Mar y la Universidad de Barcelona.
Las formaciones coralígenas son fundamentales para los hábitats que albergan y donde viven otras muchas especies. “Proporcionan una estructura tridimensional única. Son los arquitectos”, describe el ICM-CSIC. “La pérdida de los corales equivale a la de árboles en los bosques”, analizaba uno de los autores, Joaquim Garrabou. Los resultados “indican que los efectos de la crisis climática se están acelerando”.
Con esas premisas, el aumento del calor acuático conlleva “mortandades masivas” de especies que no pueden adaptarse a las nuevas condiciones de vida.
La acumulación de energía en las aguas marinas que se está produciendo este verano puede contribuir a alimentar fenómenos meteorológicos extremos, pero no son el desencadenante. La Agencia Estatal de Meteorología ha aclarado estos días que hace falta que se den las condiciones atmosféricas necesarias. “Una temperatura anómalamente alta no tiene por qué desembocar en episodios de lluvias torrenciales”.
Aunque el Mediterráneo se recalienta más rápidamente que otros mares, el aumento de la olas de calor marinas es un impacto global en todo el planeta. En 2014, los océanos del mundo pasaron un punto de no retorno: “Fue el primer año en el que la mitad de todos los mares experimentaron algún episodio de calor extremo por lo que se convirtió en algo normal” según el paper que lo reveló.
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