“Nunca olvidaré aquel día en el colegio. Vimos las fosas del franquismo y la brutal represión a las mujeres. Los campos de concentración, los esclavos de Franco o cómo el dictador hizo una fortuna expoliando a los derrotados en la guerra. Fue muy impactante. Pero ahora entiendo mejor a mi país, su historia reciente. Y cómo estas heridas abiertas influyen en el presente”.
¿Recuerda una situación así? ¿En la educación de sus hijas, quizás? ¿En la de sus padres? Si la respuesta es ‘no’ –y reconoce como ficticio el relato con el que arranca esta información– fue a clase en el país correcto: España. El lugar donde la memoria histórica en las aulas es una asignatura pendiente.
“Seguimos contando la historia de los vencedores”, concluye Enrique Javier Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León y coordinador del estudio La memoria democrática en la escuela. La investigación (arrancó en 2012 en colaboración con el ministerio de Presidencia y el Foro por la Memoria) analiza “cómo reflejan los libros de texto la historia de España” y está completada con cientos de entrevistas a profesores y alumnos.
Y tiene dos conclusiones. “Que las jóvenes generaciones conocen esta parte de la historia desde una visión supuestamente aséptica que encubre grandes silencios y ocultamientos deliberados”. Y que algo empieza a moverse: “se han empezado a introducir contenidos sobre estos aspectos pero no con suficiente profundidad”.
“Equiparación entre golpistas y demócratas”
La lectura equidistante o vendida como “neutral” aparece “en la mayoría de las editoriales” –que confeccionan los manuales educativos–, asegura Díez Gutiérrez. “Reproducen las mismas redundancias, no abordan el tema de manera clara y decidida y acaban tergiversando las causas de la guerra civil”, resume el profesor.
Los alumnos enfrentan “la equiparación entre golpistas y demócratas” con expresiones como “de uno y otro lado provocaron las mismas víctimas”. O que la guerra fue “un conflicto entre hermanos producido por el caos de la Segunda República”. Son ejemplos extraídos del estudio. Como la lectura equívoca que recibe el alumnado por el uso de términos como ‘enfrentamiento fratricida’. O ‘alzamiento’, cuando sustituye a ‘golpe de Estado’ y acaba significando “una forma de encubrir y legitimar”.
“A los niños no se les enseña la historia de forma correcta y los temas conflictivos se omiten para no crear polémica”, evidencia un “padre y cuidador” cuyos hijos “han ido a tres colegios concertados de la Comunidad de Madrid diferentes”. Álvaro (nombre ficticio) apunta el resumen del tema 4 del libro de 6º de Primaria: “Se dice que Franco se sublevó contra la República y nunca que dio un golpe de Estado. No habla de los muertos ni de los fusilamientos. Dice que Franco fue ayudado por Alemania e Italia pero no que era aliado de Hitler y Mussolini”.
Y sigue con lugares comunes del franquismo sociológico como “bando nacional” y de otro lado el “bando perdedor”. Ojo: “La oposición de parte de la población a las reformas republicanas terminó provocando una guerra civil”. Hay libros en que tiene el mismo espacio “las ejecuciones y juicios sumarísimos que la muñeca Mariquita Pérez”, lamenta el profesor Enrique Díez.
La equidistancia como “negligencia”
“El lenguaje crea el pensamiento y si es una persona joven que se está formando y no se le da una idea clara de lo que ocurrió… la equidistancia cuando menos es una negligencia tremenda”, resume Santiago Fernández, profesor de Historia en un instituto andaluz y miembro de la Comisión Pedagógica de Memoria Democrática de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.
Enumera ejemplos. Como un libro de la asignatura Educación para la Ciudadanía de 5º de Primaria. “El primer párrafo es demoledor, habla de la represión ‘en otras épocas y otros países’ como si fuese un fenómeno ajeno a nuestra tierra. Trata sobre los judíos, los gulags soviéticos y las madres de Argentina, y sobre los desaparecidos de España ni una palabra”.
O un manual de 4º de ESO. Dice: ‘la UGT se radicalizó’ frente al ejército y terratenientes que ‘se opusieron’. El lenguaje, de nuevo. “El desigual trato y el mensaje subliminal es tremendo”, refiere Fernández. Y en Bachillerato, cuando “habla del terror rojo y nombra Paracuellos” mientras “no cuantifica en su total magnitud las fosas del franquismo” o usa términos como “nacional” para referir a la zona “franquista, fascista, rebelde o sublevada”.
Saber más de Hitler que de Franco
El estudio de los materiales didácticos de la Universidad de León ha realizado “610 entrevistas” a profesores y otras a escolares. Porque, ¿cómo llega esta asignatura pendiente al alumnado? Queda resumido en cinco claves.
Uno. “No se suele llegar en clase a estos temas”, según la mayoría de alumnos. Dos. Acaban teniendo “una visión de algo del pasado, que no les afecta, una parte más de la historia que tienen que empollar y poco más”. Tres. “Ha calado” el relato de raíz franquista de un “enfrentamiento entre dos bandos” y una “guerra fratricida”. Cuatro. Existe “un profundo desconocimiento” de la represión de Franco. Cinco. Ni idea de la lucha antifranquista “y términos como maquis”.
Y una bola extra. “Saben más del nazismo que del franquismo”. Es, dice Enrique Díez, “la más sorprendente conclusión”. Además de las dificultades que enfrentan los profesores, que van de la falta de recursos a la oposición “de algunas familias cuando se sacan estos temas”.
Para paliar estos déficits, la investigación La memoria democrática en la escuela ha publicado unas Unidades Didácticas para la Recuperación de la Memoria Histórica (en descarga libre y gratuita) “con más de 100 actividades para realizar dirigidas a alumnado de Secundaria, especialmente Bachillerato, y personas interesadas por conocer la historia y la memoria olvidada o silenciada”.
“Cuando comparamos la situación española con el ámbito internacional vemos que esto no sucede en otros países como Finlandia o Alemania”, refiere Enrique Díaz. En el caso germano, por ejemplo, “esta materia se toca de manera sistemática en las aulas y el alumnado tiene una información continua en clase sobre el nazismo y el holocausto”. Las “nuevas generaciones”, dice, “tienen derecho a no olvidar”. España, por ahora, queda suspensa en Memoria.