El pedagogo y filósofo José Antonio Marina recrimina a los partidos políticos que las negociaciones del pacto educativo se estén haciendo a puerta cerrada. Considera que la transparencia tendría que ser uno de los pilares del acuerdo que se está debatiendo en el Congreso. Lamenta que la la propuesta que presentó al ministro, por encargo del propio Íñigo Méndez de Vigo, el Libro Blanco con ideas para mejorar la docencia, haya quedado en un cajón. Marina vuelve a analizar la pedagogía actual en el nuevo libro que ha publicado, El bosque pedagógico y cómo salir de él (Editorial Ariel).
¿Qué opina sobre las críticas que está recibiendo la escuela catalana? ¿se ha utilizado a los docentes como arma política?
Me indigna un poco que de repente ahora, en este momento, todo el mundo se preocupe de un tema que tenían que haber visto antes. ¿Por qué ahora, sí, y hace un año, no? Si todo el mundo sabía que el adoctrinamiento viene por varios caminos. Hay un adoctrinamiento suave, que es por presión social. Catalunya se ha ido consolidando como una sociedad muy partida. Durante mucho tiempo los gobiernos se han inclinado en favorecer un catalanismo, que en principio era muy suave y, que se ha ido haciendo cada vez más independentista. Esto se ha producido en pocos años y se tenía que haber previsto. Cuando se ha hecho más extremista, ha ocupado la escuela.
Una parte del profesorado también ha sido beligerantemente independentista, ¿cuántos? todos, no. En la huelga catalana [del pasado 10 de noviembre] el 35% de los docentes fueron a la huelga, de ahí se puede calcular que ese porcentaje de los docentes son activistas de la independencia, es una minoría bastante reducida pero hacen mucho ruido.
Las negociaciones del pacto educativo acaban de comenzar. La financiación es un punto que puede llegar a provocar que partidos se desmarquen si no existe un compromiso económico, ¿cree que se va a conseguir?
Sí, compromiso de financiación, sí. Eso es muy fácil. Casi todo el mundo está de acuerdo.
Pero la oposición cuestiona ese compromiso del Gobierno, sobre todo teniendo en cuenta los recortes que ha sufrido el presupuesto del Ministerio de Educación...
Eso es lo malo. ¿Por qué me refiero al 5%? Sería mejor el 6%, sin duda. Pero si mantenemos que para tener un buen sistema educativo hay que tener el 6%, échale años. En cambio el 5% ya lo hemos tenido, para nuestra economía es asumible. Lo que no puede ser es que estemos alrededor del 4%. Y este año han bajado otra vez dos décimas.
Con eso mantenemos la carcasa educativa. Todos los niños tienen un puesto escolar. Pero cuando empezamos a ver qué tipo de cosas hemos restringido, hemos restringido muchas clases de apoyo, hemos aumentado la ratio por profesor. No dedicamos dinero a la formación del profesorado, no dedicamos el suficiente apoyo a niños con dificultades educativas, ni otras capacidades, los departamento de orientación se resienten. Eso interviene en la calidad educativa, no es solo que todos tengan clase y un sitio en el que estar. Eso no es un buen sistema.
Además de un compromiso del Ministerio Educación, se necesita un compromiso de Hacienda. ¿Hay posibilidades de que se alcance?
Por eso los pactos tienen que contar con el apoyo de todos los partidos. Un pacto en el que un partido se marche, no es tal pacto. De manera que tiene que ser el acuerdo del partido que está actualmente en el Gobierno y de quien vaya a estar en el futuro.
[Los grupos políticos] se lo están tomando con calma y me parece que la metodología es mala. Ha ido mucha gente a la subcomisión del Congreso a que cuenten su rollito, eso no vale para nada. A mi me pidieron que fuera y les dije que no, que les mandaba el estudio que habíamos hecho con nuestro equipo de Papeles para un Pacto Educativo donde se resumía la documentación de los intentos anteriores de acuerdo. Habíamos analizado por qué fallaron los anteriores. Le propuse a los diputados que se los leyesen y no se limitasen a invitarme y les explicasen el asunto, porque eso no vale para nada.
Las comparecencias ya han terminado y ahora comienzan a negociar a puerta cerrada. ¿Qué le parece?
Ahora vuelven a caer en un error metodológico, ¿por qué no elaboran las conclusiones a la vista de todo el mundo? ¿por qué ese secretismo? Se tiene que saber qué temas se tratan y qué han dicho los partidos. Así la gente conoce qué argumentos maneja cada uno.
Es un error [las negociaciones a puerta cerrada]. ¿Cómo quieren que la sociedad se implique en esto? Que se retraten delante de la gente, que haya debate público y no solo en la subcomsión. Y que así haya consecuencias si alguien boicotea el pacto.
¿Cree que en el Gobierno hay voluntad política para derogar la Lomce en esta legislatura?
El PP no calculó hasta qué punto la pésima gestión de Wert puso a todo el mundo en contra de la Lomce. Es una ley técnicamente mala, se podía haber corregido, se podía haber mejorado si la hubiesen presentado con un poco más de habilidad, no entrando como un elefante en una cacharrería y no yendo acompañada de recortes muy fuertes. Si hubiesen mantenido un presupuesto decente habría muchas cosas que se podían haber afinado un poco. Hay cosas muy graves como que no se han preocupado por la formación del profesorado y que técnicamente los currículos se hicieron deprisa y corriendo, a la carrera. A mi las cosas técnicas no me preocupan, se arreglan. Lo malo son las actitudes de fondo y ahora creo que al PP no le importaría nada cambiarla.
Usted preparó, por encargo del ministro de Educación un Libro Blanco con ideas para mejorar la docencia. ¿En qué quedaron esas propuestas?
Nada, en un cajón supongo. No volví a saber nada de él. A veces el ministro dice que seguirá con el Libro Blanco pero la verdad es que no volví a tener ninguna comunicación con el Ministerio y no creo que se haya hecho nada. Supongo que ahora estarán esperando. En principio había cosas que aceptaron varios partidos, como el MIR educativo, que mejore la formación continua a lo largo del proceso educativo. También estaba dentro la reforma de la inspección porque los profesionales están bastante descontentos con su papel. Se han convertido en policías cuando tienen una labor de apoyo pedagógico en los centros que es más interesante.
¿Qué le parece que sus propuestas estén en un cajón?
Lo valoro mal.
El ministro continúa repitiendo que contó con usted para elaborar el libro, recientemente volvió a hacer referencia a él en su última comparecencia en el Congreso. Llama la atención que usted no haya sabido nada más. ¿Cómo valora esta postura de Méndez de Vigo?en su última comparecencia en el Congreso
Creo que puede tener una justificación en el sentido de que como va a haber un pacto esto se tendrá que discutir dentro del pacto. Esa es mi versión amable. Mi visión más crítica: critico que el ministro, por el que tengo simpatía, aceptara el cargo de portavoz del Gobierno. El Ministerio de Educación tiene una entidad y un trabajo tan colosal en este momento que no se puede hacer compatible con algo que exige tanto tiempo como es ser portavoz del Gobierno. Lo viví como una especie de desinterés por la educación. El ministro de Educación es ministro mañana, tarde y noche porque hay que dinamizar todo el sistema.
El pacto educativo que se iba a hacer en seis meses, ahora se va a hacer un año. Ya veremos si se cumple. Todo el sistema se ha contagiado de la enorme pasividad que ha tenido el sistema educativo español, eso para mi es muy malo. No creo que sea algo especial contra el libro blanco. El ritmo de actualización del sistema es muy lánguido, cuando necesitábamos ser muy briosos y muy enérgicos. No podemos esperar más tiempo. Empezaremos ahora a hablar de una ley, terminará la legislatura se impondrá la otra ley si no hay cambio de Gobierno, si hay cambio de Gobierno se modificará. Nos vamos a pasar tres legislaturas con una ley que nadie quería, ¿esto qué es? Es una mala jugada para nuestros chicos.
Acaba de publicar un nuevo análisis El bosque pedagógico y cómo salir de él en el que realiza una revisión de la pedagogía actual. ¿Por qué es necesario un bosque pedagógico? El bosque pedagógico y cómo salir de él
Actualmente hay un entramado de propuestas en las que es muy difícil penetrar porque no están bien definidas, se superponen y son demasiadas. En una página web que las aglutina llegan a figurar 1.760 técnicas pedagógicas, ¿quién puede manejar esto? A esto hay que sumarle la glorificación del cambio y de la innovación, parece que lo importante es innovar ¿pero innovación qué sirva para algo? No, innovar, innovar... Eso hace que muchos docentes, padres y administradores educativos piensen ante este barullo y se quedan como están. Este libro es un intento de poner orden a todo este barullo de propuestas, hacer una especie de cartografía.
En el libro alude a dos teorías: tradicionales y nuevas. ¿Es fácil introducir metologías innovadoras en los centros educativos?
Hasta un cierto nivel, sí. Pero en muchas ocasiones se limita a algo anecdótico. Ahora, en muchos centros se está introduciendo algo que pertenece al nuevo paradigma, la enseñanza por proyectos. Eso fácil de poner en práctica. Pero muchas veces choca con otras cosas, a veces no encajan muy bien en los currículos o se gasta demasiado tiempo en ellos.
Aunque en teoría, sí, sí que se podrían innovar, hay coacciones y rigideces que disuaden un poco para poder llevarlo a cabo. Por ejemplo, la dificultad que tienen los docentes para colaborar entre ellos. Tenemos un tipo de formación del profesorado que es muy aislado. Cada uno está en su clase y colabora difícilmente con los otros. Nos cuesta pasar a la clase de otro docente o dejar que otros entren en el aula. Nos parece que casi están asaltando nuestra intimidad.