Ni un mes sin, al menos, un pico de calor “claramente superior” al propio de esa época del año. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) avisa de que, a partir de este jueves, se instalan durante días temperaturas bastante por encima de los valores normales para finales de junio.
Va a producirse una “fuerte insolación y una entrada de aire muy cálido del norte de África”. Esa es la explicación para este episodio cálido que se une a los ya atravesados en enero, marzo, abril y mayo.
Primero, el panorama meteorológico que describe la AEMET: hasta el domingo, en los valles del Guadalquivir y el Guadiana, esperan termómetros entre 40ºC y 42ºC. En la zona central y suroeste, que se sobrepasen los 38ºC. Quizá lo peor es que también llegan las noches tropicales en las que las mínimas no van a caer por debajo de los 20ºC o 22ºC. “Se mantendrán durante buena parte de la semana que viene”.
El norte no llegará a valores absolutos tan altos, pero sí a tocar los 36ºC en el valle del Miño. En el noroeste, el pico aflojará antes, cuenta la AEMET, mientras en el resto de la península se va a alargar al domingo: 36ºC en la meseta norte y 38ºC en el valle del Ebro.
Verano en invierno
En España últimamente se han encadenado, de manera generalizada, semanas “inestables”, como las definen los meteorólogos. “Han dado lugar a chubascos, tormentas y temperaturas más frescas de lo habitual”. Y estos días más fríos y con precipitaciones han podido hacer olvidar la racha de calor severo y falta de lluvias que está dominando el curso. Pero luego hay datos que contrastan.
En realidad, 2023 está dejando, mes a mes, episodios calurosos con temperaturas que en ocasiones han instalado días de verano a comienzos de año. El 1 de enero, por ejemplo, se midieron 25,1ºC en Bilbao, una ciudad donde la media para mediados de julio está en 25,4ºC. En la misma tendencia térmica estuvieron Vitoria (19,7ºC), Pamplona (18,8ºC) o Valladolid (18 ºC).
De hecho, la primavera –entre el 1 de marzo y el 31 de mayo– fue “extremadamente cálida”, según los análisis de la AEMET. La más calurosa de la serie temporal (iniciada en 1961). En marzo se confirmó “un largo e intenso episodio cálido con temperaturas claramente por encima de las normales que se extendió desde el día 7 hasta el final del mes”.
En esos días se midieron 37,7ºC en Santa Cruz de Tenerife y 33ºC en Murcia. “En diez estaciones principales se registró la temperatura más alta de marzo desde el comienzo de las respectivas series” por un solo máximo frío en todo ese mes.
El mes siguiente, abril, tuvo dos picos de temperaturas altas fuera de lo normal. El segundo, que empezó sobre el día 14 y llegó al final del mes, contó con un aporte de aire reseco norteafricano que hizo que los termómetros entre el 24 y el 29 superaran los 35ºC en numerosos puntos del sur peninsular. En Córdoba tocaron los 38,8ºC, en Morón de la Frontera los 37,4ºC, en Granada y Sevilla los 35ºC. En 33 estaciones principales de medición se batió el récord de máxima para cualquier abril.
Y no quedó ahí la cosa. Al doblar el año hacia mayo, el calor más allá de los registros siguió instalándose. Las temperaturas por encima de lo normal (tanto máximas como mínimas) se extendieron durante la primera decena del mes. Se llegó a 35ºC en muchos sitios. Luego llegó una caída que dejó valores bastante más bajos del promedio.
Evidentemente, España no es un caso aislado donde el calor está dejándose notar. Una ola de calor este junio ha puesto la zona de Siberia a 40ºC al tiempo que batía récords de temperatura en diferentes localizaciones a diario.
Calor “más temprano”, compatible con el cambio climático
Soportar temperaturas muy altas cada vez más tempranas “encaja con lo que se está observando que provoca el cambio climático”, analiza la AEMET. Vivir jornadas de verano en marzo o abril es la cara visible de la crisis del clima en España.
En este sentido, el “calor sin precedentes” que se midió en abril hubiera sido “casi imposible” sin el cambio climático, según el estudio urgente de los científicos del World Weather Attribution. El calentamiento global hizo ese episodio “100 veces más probable”.
En esta serie de picos térmicos que vienen sucediéndose desde inicio de año, se han intercalado momentos fríos que han dejado temperaturas más bajas de lo esperable. Lo que ocurre es que la desproporción entre récords de temperaturas altas y bajas se ha inclinado mucho hacia el calor excesivo a medida que el calentamiento global se ha dejado sentir.
La AEMET recuerda que “en un clima estable” la probabilidad de que haya récord de temperaturas altas y bajas a lo largo del año es la misma. Sin embargo, lo que refleja la realidad –como ha ocurrido este 2023– es que se producen muchos más picos cálidos que fríos. Entre 2013 y 2022 se registraron 158 de temperaturas altas y 14 récords de temperaturas frías.
Las jornadas revueltas que se han vivido estas últimas semanas han dejado episodios de lluvias torrenciales. Se han registrado desde granizadas potentes a inundaciones por avenidas de agua al producirse chubascos torrenciales.
Sin embargo, aunque la acumulación de precipitaciones ha rebajado el déficit de lluvias que arrastra el país desde octubre –inicios del año hidrológico–, no se ha constatado un alivio en la escasez de agua que acucian amplias zonas de España.
De hecho, esta semana los embalses tienen menos agua que hace siete días y, entonces, las precipitaciones solo habían podido añadir un 0,1% de la capacidad. Las demarcaciones del Guadalquivir y Catalunya están casi al completo en situación de emergencia por escasez de agua para satisfacer las demandas. El Guadiana oriental también. Buena parte de las del Ebro, Andalucía Mediterránea y Segura y áreas del Duero, Guadalete-Barbate y parte del Tinto-Odiel-Piedras lidian con situaciones de alerta.
Y el calor intenso y los recursos de agua se llevan mal. Con el Sol irradiando con fuerza, no solo no se producen lluvias y hay más demanda de líquido (para beber y para regar), sino que la subida de la temperatura evapora más aceleradamente el agua que reposa en los embalses.