Entrevista Ministra de Sanidad

Mónica García: “A Ayuso y su pareja les une el desprecio por el erario público, la falta de escrúpulos y el grupo Quirón”

David Noriega

23 de marzo de 2024 21:58 h

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Hace más de una década, una anestesista del Hospital 12 de Octubre comenzó a aparecer tras las pancartas de la marea blanca, que defendía que “la sanidad pública no se vende, se defiende”. Desde entonces, el ascenso político de Mónica García ha sido innegable. En 2015 se convirtió en diputada de la Asamblea de Madrid, con la pandemia se convirtió en la cara visible de la oposición a Isabel Díaz Ayuso y tras las elecciones generales de julio, la líder de Más Madrid ha llegado al Ministerio de Sanidad con un objetivo claro: “Recuperar el orgullo de nuestro Sistema Nacional de Salud”.

El reto es arduo para un departamento con competencias limitadas, ante las que García conjuga los verbos “coordinar” y “cohesionar”. Quiere ampliar la prohibición de fumar en las terrazas, paliar la huida de médicos por las malas condiciones laborales, eliminar las guardias de 24 horas y “poner coto” a los “beneficios obscenos” de las empresas privadas. También a la corrupción sanitaria, “sea del partido que sea”, dice en esta entrevista, en la que no evita pronunciarse sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, y los delitos confesos de fraude fiscal de su pareja: “Cuando las familias estábamos angustiadas, perdiendo a seres queridos, casualmente la suya y alrededores se estaba forrando”.

Hace cuatro meses que tomó posesión como ministra, su primera experiencia de Gobierno, ¿qué se ha encontrado desde ese lado?

Un ministerio con mucha gente con muchísima vocación y compromiso con nuestro Sistema Nacional de Salud, con retos por delante y deberes a largo plazo.

En este tiempo breve ha puesto en la agenda asuntos de calado, ¿cuál es su prioridad?

No hay una única prioridad, porque el Sistema Nacional de Salud se enfrenta a muchos retos. Podemos centrarlos en tres ejes: tenemos que hablar de Atención Primaria, de salud mental y de los profesionales. Estos son los tres corazones que laten tras la grandeza y el orgullo que queremos recuperar de nuestra salud pública, que ha sufrido durante años tanto los recortes como la pandemia y, de alguna manera, el ninguneo y el desprecio de algunos dirigentes políticos.

Hablando de los profesionales, este mismo jueves anunciaba su intención de pasar de guardias de 24 a 17 horas. ¿Cómo piensa hacerlo?

Es un reto complejo, pero tenemos que acabar con este anacronismo. Me dicen que quitar estas guardias es una utopía, pero nadie, a día de hoy, puede comprender que haya médicos y médicas que trabajen 24 horas seguidas; que en verano pueden tener cinco, seis o 10 guardias, como me decía ayer Tamara Contreras, que ha reunido 110.000 firmas; o jornadas semanales que superan las 60 horas, con profesionales exhaustos. Esto requiere un cambio estructural, no se puede hacer de la noche a la mañana, y con todos los agentes implicados, las comunidades, los sindicatos, las sociedades científicas, etc. Hay una voluntad inequívoca de cambiar el modelo y hay que ir adaptándolo poco a poco.

¿Se puede garantizar esa limitación horaria en todos los servicios de todos los centros, cuando algunos tienen plantillas muy mermadas y sin que eso suponga, por ejemplo, que los profesionales tengan que trabajar más fines de semana?

En muchos lugares habrá que reestructurar las plantillas y en otros, los horarios. Suecia tiene menos profesionales por habitante que España y, sin embargo, ha quitado las guardias de 24 horas. Aquí hay varios servicios que lo han hecho, porque son perjudiciales para los médicos y las médicas, pero también para los pacientes. Es cierto que no es lo mismo un servicio grande que uno pequeño, o un hospital de tercer nivel que uno comarcal. Por eso tenemos que actuar de manera pormenorizada e individualizada y sin que eso lleve aparejada una pérdida de poder adquisitivo. Como la mitad de nuestro sueldo depende de las guardias, hay este temor, pero esto no es así.

¿Hay un problema de cantidad de profesionales en España?

Hay un problema de retención de talento y de evaluación y planificación a largo plazo, para el que desde el Ministerio ya se está poniendo remedio. Se han hecho informes de cuáles son las especialidades en las que faltarán profesionales de aquí a 2035. Este ha sido el año en el que más plazas de Formación Sanitaria Especializada hemos tenido, más de 11.000. En el caso de familia y comunitaria, desde 2018, hay casi 720 plazas más. Ahora tenemos que hacer que esos médicos que han tenido vocación para sacar las mejores notas en la Ebau, que han cursado una carrera muy exigente y que se han presentado al MIR, cuando terminen su residencia se queden en nuestro sistema. Eso se consigue con muchas medidas. Entre ellas, garantizar la estabilidad y las buenas condiciones laborales.

¿Ese filtro que son las notas de la Ebau está dejando fuera del sistema vocaciones médicas?

La carrera de Medicina siempre ha sido muy exigente. No sé si ahora lo es más o menos que cuando yo me presenté a la Selectividad. Es un sistema que premia o prima la capacidad de estudio y de sacar buenas notas. ¿Eso te convierte automáticamente en buen médico? No. Es un sistema, como puede ser el MIR, de selección de los profesionales. Efectivamente, puede haber muy buenos médicos que tengan unas capacidades para tratar, para diagnosticar o una intuición especial que no se vea reflejada en las notas. Actualmente ese es el primer filtro que hay que pasar y es muy exigente.

Las comunidades se tienen que comprometer a retener el talento (médico), porque las condiciones laborales son competencia, sí o sí, de los diferentes gobiernos autonómicos

Más allá de la convocatoria de plazas MIR, ¿qué herramientas tiene el Ministerio para retener talento, cuando quien contrata y paga son las comunidades autónomas?

La herramienta fundamental es la de intentar coordinar y cohesionar. Cuando trabajamos por debajo de los focos, hay un muy buen trabajo técnico por parte de las comunidades y del Ministerio. Estamos de acuerdo muchas más veces de las que puede parecer, sobre todo después de la pandemia y los fondos europeos. Desde el ministerio nos comprometemos a crear más plazas y, a la vez, las comunidades se tienen que comprometer a retener el talento, porque esas condiciones laborales son competencia, sí o sí, de los diferentes gobiernos autonómicos. A día de hoy, solo hay ocho que están ofertando un contrato estable, de más de dos años o una interinidad a los residentes que terminan.

¿Cuáles son esas comunidades?

Esto no es una competición. Nosotros intentamos conectar a las comunidades y que puedan aprender de quién lo está haciendo bien. Balears es líder en ciberseguridad, Catalunya en terapias avanzadas y en Extremadura, por ejemplo, han hecho un esfuerzo y tienen un mayor número de plazas acreditadas por población para la formación de especialistas. Aquellas que estén más rezagadas o por debajo de la media pueden aprender de ella. La última es Madrid, ¿casualidad?

Las comunidades del PP tiene instrucciones más políticas que técnicas, pero cuando hablamos de problemas concretos, estamos bastante de acuerdo en muchos diagnósticos

¿Qué dificultades encuentra para abordar esto con las autonomías?

Las comunidades del PP tienen una serie de instrucciones más políticas que técnicas. Cuando hablamos de los problemas concretos, estamos bastante de acuerdo en muchos de los diagnósticos y podemos ponernos de acuerdo en cuál es el inicio de las soluciones, que en muchos casos van a ser a medio y largo plazo. Se tarda diez años en formar a un médico o una médica, así que el problema que tenemos ahora, en 2024, deriva de las políticas de los años 2013, 2014 y 2015, donde hubo un recorte en la formación de profesionales.

Según el último barómetro sanitario, el 56% de los ciudadanos tuvo que esperar más de una semana para ser atendido por su médico de atención primaria y las pólizas privadas no paran de crecer. ¿Está cambiando el modelo sanitario por la vía de los hechos?

No lo creo. El aumento de las pólizas privadas, en algunas comunidades más que en otras, tiene que ver con una vía de escape de las listas de espera y de la falta de accesibilidad. Cuando no tienes una cita en las primeras 48 horas, te vas a urgencias –y estas se saturan, lo que es una merma en la calidad del sistema– o intentas buscar vías alternativas, que también están padeciendo ya la falta de recursos.

Nuestro Sistema Nacional de Salud abarca las patologías menos rentables y sigue siendo excelente en los casos más complejos. La privada tiene esa selección de riesgos y se alimenta de las pequeñas consultas, de las patologías menores. Cuando el sistema sanitario está tan desbordado, eso acaba llegando a la privada. Lo que siempre digo es que nuestro Sistema Nacional de Salud es robusto y fuerte y, aunque haya que apuntalarlo en muchos aspectos, nadie puede pensar que va a tener un seguro de sanidad por 17 euros, sin copagos y con todas las prestaciones que te da una red tan tupida como la pública. No hay competencia.

¿Se garantizará la gestión pública del Sistema Nacional de Salud en esta legislatura?

Tenemos pendiente una ley de gestión pública. Por ejemplo, Catalunya tiene un modelo muy parecido al francés, al belga y al alemán, con conciertos y convenios, de los que más del 90% son sin ánimo de lucro, con organizaciones, mutuas o asociaciones que hacen su prestación de servicios sanitarios. Lo que tenemos que garantizar es que ese ánimo de lucro no sea depredador de nuestro sistema. Ahora es un buen momento para hablar de esos ánimos derivados de la corrupción sanitaria. El dinero que debería ir a la salud, al cuidado, la prevención, el tratamiento o las nuevas tecnologías, está yendo a las cuentas de resultados de empresas privadas, muchas fuera de España, y a fondos de inversión.

Hay que diferenciar entre tener un concierto con unas reglas del juego, con las que gane el sistema público y el privado y que (las empresas privadas) se lleven unos beneficios obscenos que estén horadando las arcas públicas

¿Su intención es acabar con los conciertos con empresas privadas?

Ponerle coto al ánimo de lucro. Hay que diferenciar entre tener un concierto con unas reglas del juego claras y transparentes, con las que gane el sistema público y el sistema privado, y que (las empresas privadas) se lleven unos beneficios obscenos y que estén horadando las arcas públicas. Son dos conceptos diferentes.

Una cosa es la sanidad privada, con la que puedes concertar o conveniar legítimamente y otra cosa es la privatización de la sanidad. Son dos cajones diferentes. Tengo una larga trayectoria política y personal contra la privatización de la sanidad, porque ha demostrado que da peores resultados, un mayor incremento de la mortalidad y una peor calidad asistencia. Esto tiene que ver con las cuentas de resultados de determinadas empresas que, al final, siempre acaban apareciendo.

¿Las reglas del juego no son transparentes en la Comunidad de Madrid?

No solo no son transparentes, sino que hay una competencia desleal, tanto para la pública como para la privada. Durante la pandemia, solo la mitad de los fondos covid que llegaron se gastaron en salud y sanidad. La otra mitad fue a saldar una deuda con la parte privatizada de Quirón. También hay un anteproyecto de la Cámara de Cuentas que habla de que los costes de determinados procedimientos en los hospitales de gestión privada nos cuestan tres veces más que, por ejemplo, en el 12 de Octubre. Alrededor de esta privatización obscena, de estos fondos de inversión y de esta extracción de dinero de nuestra sanidad pública, siempre merodea la corrupción institucional sanitaria y la mala praxis en lo que al dinero de salud se refiere.

Usted ha sido durante mucho tiempo la cara visible de la oposición a Ayuso ¿Cómo ha visto el caso del fraude de su pareja?

Yo llevo denunciando desde hace lustros las políticas que rodean a la señora Ayuso, los desmanes y las tropelías, como puede ser la mordida del hermano, los tratos de favor hacia determinados grupos empresariales o las corruptelas que acompañan al Gobierno del Partido Popular de la Comunidad de Madrid alrededor de la sanidad. Es un modus operandi. Hay un escándalo moral con una presidenta que, además de darnos lecciones de lo que es la cultura del esfuerzo o de la política de vivienda, se ha beneficiado a título personal de un fraude fiscal y ya veremos de qué otros elementos que siguen apareciendo gracias al periodismo. Cuando las familias estábamos angustiadas, perdiendo a seres queridos, casualmente la suya y alrededores se estaba forrando.

Y luego está la parte política y económica. ¿Qué une a la señora Ayuso y a su pareja? Un claro desprecio por el erario público, una actitud sin escrúpulos cuando lo estábamos pasando mal y se estaban muriendo los mayores en las residencias, que no se iban a morir igual si les hubiera cuidado su Gobierno, y también el grupo Quirón, que es el que paga a la pareja de la señora Ayuso; que es, a la vez, el que defrauda a Hacienda, se compra el piso y un Maserati; que es el que está disfrutando la señora Ayuso; que es la que, además, está haciendo tratos de favor y ha pagado durante la pandemia al grupo Quirón con el dinero de la covid. Yo creo que sigues la línea de puntos y siempre, siempre, siempre acabamos en la privatización de la sanidad en la Comunidad de Madrid.

Nunca ha habido manera de justificar el trato de favor a determinados hospitales de la Comunidad en detrimento de aquellos que son realmente nuestros

¿Cree que este caso pone la lupa sobre los conciertos entre la Comunidad de Madrid y el grupo Quirón?

Al menos yo siempre he estado con la lupa. Nunca ha habido manera de justificar el trato de favor a determinados hospitales de la Comunidad en detrimento de aquellos que son realmente nuestros. Lo que pasa es que ha habido muchos gobiernos del PP que han apostado por un modelo que detrae y aspira recursos de la sanidad para llevárselo a determinadas empresas. Alrededor de la sanidad, y en el caso de Ayuso con más frecuencia, siempre hay sospechas más que fundadas sobre a dónde está yendo nuestro dinero.

¿Qué herramientas tienen desde el Ministerio para luchar contra la corrupción sanitaria?

Estamos en el proceso de adherirnos a la red europea contra el fraude y la corrupción sanitaria. En España solo se identifica la corrupción de forma individual, si alguien acaba en un juzgado, pero hay un concepto de corrupción institucional, cuando estas no trabajan para el fin para el que están previstas. Además, vamos a elaborar un observatorio del fraude sanitario, que no ocurre solo en la Comunidad de Madrid o en España. A nivel mundial se sabe que los sistemas sanitarios tienen sus propios mecanismos y sus propias formas de corrupción que hay que vigilar y prevenir, y poner encima de la mesa las maneras de atajarlos.

¿Cómo pueden esa red y este observatorio evitar que se produzcan casos como el de la pareja de Ayuso o el caso Koldo, que afecta al Partido Socialista?

No tenemos ningún complejo a la hora de pedir que la ley caiga sobre todos aquellos que se han lucrado en un momento tan delicado, sean del partido que sean, para que no vuelvan a tener relación con el cuidado ni el dinero público. En la parte de la contratación tenemos que ver cuáles son las fallas. Estamos hablando de un contexto muy especial, como son los contratos de emergencia, pero hay que poner coto y muchos límites y, por supuesto, saber que alguien vigila esa contratación. No es solo cosa de España. En Europa son conscientes de que hay mucho dinero que se nos está yendo por el sumidero del fraude y la corrupción sanitaria.

¿Hay un interés por parte del Partido Popular en poner en entredicho el trabajo de la Agencia Tributaria y la Fiscalía?

No hay un interés, hay una doctrina del PP de intentar embarrar cualquier institución que les haya puesto en la picota de sus propias desvergüenzas. Hay una consigna de la que es participe el señor Feijóo, el moderado que venía a poner orden y que ha hecho que el partido se eche al monte, tolerando todo tipo de actitudes, desde perseguir, instigar y amenazar a periodistas hasta difundir todo tipo de bulos, mentiras e insidias contra cualquier institución que ponga en duda su más que dudosa honorabilidad. Esto no es nuevo, se estrenó con el 11M.

¿Teme que este clima político pueda poner en peligro algunos de los consensos que atañen a su ministerio?

No podemos comparar la actitud y las maniobras del PP y de una derecha que está echada al monte con quienes dignamente nos defendemos y criticamos las políticas de quien sea. Ahora bien, este embarramiento afecta a la credibilidad y la confianza. Y si nos vamos a la evidencia científica respecto a la salud, que la población no tenga confianza en sus instituciones hace que viva peor. Cuando un partido ataca la legitimidad de toda institución que no baila a su son, dificulta que se lleven a cabo esas políticas que necesitan de la confianza de la gente.

Su nuevo director de Salud Pública, Pedro Gullón, comentaba que una de las tareas de su departamento era tocar a la puerta del resto de ministerios para incidir en el impacto en salud de esas otras políticas. ¿Cómo está siendo la relación con el resto del Gobierno?

Muy buena. Los problemas de salud son transversales a las políticas públicas y tienen que ver con que tengas o no una buena vivienda, un buen trabajo, tiempo para vivir y conciliar o con que no te tengas que tomar una benzodiacepina por la noche y un café para poder funcionar por la mañana.

¿Cómo van a abordar esos condicionantes sociales?

Primero, poniéndolos encima de la mesa. El Ministerio de Sanidad siempre se ha ocupado de lo sanitario, y nos vamos a hacer cargo, pero no podemos hacer un abordaje de, por ejemplo, la salud mental, si no abordamos el resto de determinantes. Hay otras políticas que son beneficiosas (para la salud), como las de movilidad, de medioambiente o de vivienda. Hemos creado el Observatorio de Salud y Cambio Climático, porque la OMS ya ha dicho que este es el mayor reto que tiene ahora mismo la población.

Tenemos que subir un escalón en las políticas de vivienda, que son un problema de primer orden que está impactando en toda la sociedad, en la economía y en la salud

Menciona la ley de vivienda, por la que se pueden establecer zonas tensionadas para controlar los precios. Algunas administraciones han dicho que no lo van a hacer. ¿Le faltó ambición a esa norma? ¿Hay margen para mejorarla?

Yo creo que hay margen. Aquí tenemos el paradigma de la Comunidad de Madrid, que es uno de los lugares donde impacta más en la vida de los madrileños y las madrileñas y donde la señora Ayuso no ve que haya mucho que hacer desde un piso de un millón de euros pagado con un fraude fiscal. Si no eres capaz de regular los precios, ni de controlar ni inspeccionar las viviendas de uso turístico y aplicas un ‘sálvese quien pueda’, la gente no se salva, tampoco en términos de salud. Tenemos que subir un escalón en las políticas de vivienda, que son un problema de primer orden que está impactando en toda la sociedad, en la economía y en la salud. Las políticas progresistas nos han demostrado que cuanto más ambiciosos somos, más efectivas son.

La semana pasada se reunió con representantes de las comunidades autónomas para presentarles el borrador del Plan Integral para la Prevención del Tabaquismo. Ese plan no mencionaba específicamente a las terrazas. ¿Siguen siendo una línea roja?

La línea roja es el cuidado de la salud. Tenemos que elegir entre humo y vida. En un estudio en Europa se ha descubierto que el 94% de las terrazas tienen nicotina en el ambiente, que es inhalado por terceras personas. Estamos recibiendo presiones, pero con este ministerio han pinchado en hueso. Necesitamos volver a la vanguardia en la lucha contra el tabaquismo, porque se lleva unas 50.000 vidas al año y es el factor determinante de un tercio de los cánceres de este país. Tenemos varios objetivos: que la gente no empiece a fumar, que quien quiera dejarlo, lo deje y que tengamos objetivos de salud a largo plazo. 

En algunos países ya han puesto sobre la mesa la prohibición de vender tabaco cuando los nacidos a partir de determinado año cumplan 18 años. ¿Se plantea esta opción?

Estamos dándole todo el cuerpo científico al Plan Integral, para poner en marcha las medida que nos lleven a una generación libre de la adicción. Vamos a seguir encapsulando ese hábito tabáquico hasta llegar a la parte más utópica, que es eliminarlo. Eso no incluye solo las terrazas, también tiene que ver con el empaquetado, los vapeadores y la regulación.

Esa prohibición del tabaco a quienes cumplan 18 años, ¿es utópica?

Esto ha pasado en Nueva Zelanda, en Reino Unido se está anunciando… Nosotros vamos a estudiar todas las medidas que sean efectivas y si algunas están funcionando en otros países estudiaremos aplicarlas. Nos hemos quedado un poquito por detrás del resto del mundo, cuando en su momento fuimos vanguardia y tenemos, por lo menos, que ponernos al día en visibilización, regulación, transposición de las directivas europeas y en control. A partir de ahí, empezaremos a tomar todas las medidas que sean posibles. El otro día leía un artículo que habla de que los vapeadores también alteran el ADN celular. De la mano de la evidencia científica, vamos a hacer una política eficiente y a pelear contra todas las presiones.

La industria tabacalera ha basculado sus esfuerzos promocionales hacia los vapeadores, ¿qué va a hacer el Ministerio?

Para empezar, equiparar la regulación de aquellos que tienen nicotina y concienciar de que no son inocuos. Se han vendido como un ‘control de daños’ y, aunque para alguien que quiera dejar de fumar pueda tener un pase, la realidad es que es la puerta de entrada de los chavales al hábito tabáquico y tenemos que regularlo. El 25% de los jóvenes de 13 años ya lo han probado y el 50% de los adolescentes lo consideran un hábito. Los que no tienen nicotina también producen alteraciones y daño celular en los pulmones y también tienen que tener su regulación.  

La hoja de ruta para el cannabis medicinal que ha marcado la Agencia Española del Medicamento es muy restrictiva respecto a las expectativas de los pacientes, ¿por qué se ha optado por un programa tan limitado?

Hemos adaptado toda la evidencia científica comprobada y a lo que tenemos acceso de manera más regulada para ponerlo a disposición de las herramientas terapéuticas que tenemos en nuestro país, entre las que están los derivados cannabinoides. No la consideraría más o menos restrictiva, de todas maneras, tenemos la voluntad de ir modulando las respuestas y adaptándonos a toda la evidencia científica que vaya surgiendo.

En el programa de Más Madrid para las elecciones autonómicas de 2021 incluía pedir al Gobierno de España una “regulación responsable en adultos del cannabis”. ¿Está sobre la mesa?

Hemos empezado por regular e introducir el cannabis medicinal como una terapia que ya tiene evidencia científica, que estaba guardado en un cajón y es lo que la sociedad demandaba. Eso es lo que compete a Sanidad. En el resto, cada uno tendremos nuestra opinión, pero ahora mismo no es competencia de este ministerio.

Hablemos de Más Madrid. Durante las negociaciones previas a la asamblea de Sumar de este fin de semana tuvieron un conflicto con el desarrollo de la plataforma en Madrid. ¿Le preocupa que, a pesar de que haya un acuerdo o no, exista una formación política que empiece a articularse en la Comunidad?

No me preocupa. En Más Madrid hemos demostrado este arraigo que necesitan las organizaciones progresistas. Nos hemos dado cuenta de que la verdadera política está en lo cotidiano, en el centro de salud, en las residencias de mayores, en las AMPAs, en los coles, en las universidades, en la vivienda, etc. Llevamos todo un trabajo de arraigo muy fortalecido por los resultados electorales y somos la casa común de todos los progresistas de Madrid. Hemos dado con la receta que nos ha funcionado para conectar a la gente con la política en un momento de desarraigo. No tenemos ningún problema porque sabemos cuál es el trabajo, nuestra hoja de servicios y nuestra implantación.

Con Sumar tenemos un compromiso a nivel estatal. A nivel autonómico, Más Madrid es la fuerza garante de las políticas progresistas

¿Ha llegado a algún tipo de acuerdo con Yolanda Díaz, sobre todo de cara a las elecciones? ¿Meterá a gente de Sumar en sus listas? ¿Estaría dispuesta a cambiar el nombre de la papeleta?

Nosotros tenemos una organización política arraigada, que opera y se preocupa por Madrid y que lleva hablando de los madrileños y las madrileñas desde hace muchos años. Tenemos sintonía con una plataforma que se llama Sumar, que opera a nivel estatal y con la que tejemos alianza porque tenemos una misma manera de ver la política. Más allá de eso, insisto, me toca defender el trabajo fino, de tejer, de irnos a todos los municipios y de adherir a mucha gente que no estaba involucrada en política. Eso es lo que sabemos hacer y, más allá de esto, con Sumar tenemos un compromiso a nivel estatal. A nivel autonómico nosotros somos la fuerza garante de las políticas progresistas que se van a llevar a cabo.

Hay una negociación abierta para las elecciones europeas. ¿A quién va a llevar Más Madrid en la lista de Sumar? ¿A qué posición aspiran?

No estamos todavía en esas negociaciones. No hemos hablado de puestos ni de personas. Acabamos de cerrar un acuerdo con Sumar para garantizar que en la Comunidad y en Madrid se respetan y nos hacemos cargo de que la fuerza progresista, la casa común, es Mas Madrid. Más allá de eso, nuestra receta funciona, la ponemos a disposición del que quiera y ya se verá en las diferentes contiendas electorales.

¿Echa de menos la Asamblea de Madrid?

Echo de menos a mis compañeros, aunque los tenemos muy cerca. El grupo parlamentario de Más Madrid en la Asamblea es excelente en todos los sentidos, no solo desde el punto de vista humano, también en el técnico y político. Tenemos y hemos demostrado un rigor a la hora de hacer política y de confrontar las políticas perversas de la señora Ayuso que me cuesta encontrar en otros grupos. Estamos cohesionados y ponemos en valor el talento y la vocación de servicio público. Los que estamos en el ministerio sí echamos de menos a ese grupo humano, político y vocacional, pero estamos siempre en contacto.

Varias personas de ese grupo con el que se presentó a las elecciones autonómicas la acompañan ahora en el ministerio. ¿No teme que haya quien tenga la sensación de que han abandonado el grupo parlamentario?

Al revés. Hemos sido capaces de expandirnos y de ocupar lugares en los que podemos ejecutar las políticas que venimos defendiendo. El grupo parlamentario en Madrid, con el liderazgo de Manuela Bergerot, y las personas que han entrado en sustitución de los que nos hemos ido a labores más ejecutivas tienen un potencial y una capacidad política enorme. Más Madrid no va a parar de crecer.

Y en cuanto al Gobierno, ¿cuál es la previsión de la ministra de Sanidad?

Hay Gobierno para los progresistas, para las políticas sensatas y para poder llevar a cabo todas aquellas transformaciones que tenemos pendientes. Hay Gobierno para toda la legislatura, porque no hay ninguna motivación para que los otros grupos, que no tienen absolutamente ningún proyecto para este país ni para los lugares donde gobiernan, tenga acceso, porque no tienen interés. El PP ha renunciado a gobernar este país, ha preferido entrar al cuerpo a cuerpo con los diferentes miembros del Ejecutivo central, y en esa lucha está perdiendo la oportunidad de demostrar que tiene algo que ofrecer a la sociedad. Los que sí tenemos algo que ofrecer somos los progresistas. Y, por supuesto, desde Madrid tenemos muchísimo más que ofrecer a la sociedad madrileña. 

Entrevista completa a Mónica García

Vídeo: Nando Ochando