Lunes 18 de julio de 2022, once de la mañana, suenan las campanas. Como cada año, la veintena de monjes benedictinos que resisten en Cuelgamuros entra a la basílica para oficiar una misa. Esta vez, sin blasones, ni flores ante una tumba desierta, pero con el recuerdo de lo sucedido hace ahora 86 años. Una misa que puede ser la última.
El 18 de julio de 1936, un golpe de Estado liderado, entre otros, por el general Francisco Franco, metió a España en una cruenta Guerra Civil de tres años, a los que siguieron cuatro décadas de dictadura. La pasada semana, el Congreso de los Diputados aprobaba la Ley de Memoria Democrática que, a la espera de que pase en septiembre el trámite parlamentario del Senado, declarará la ilegalidad de las sentencias franquistas, reparará a las víctimas y permitirá las exhumaciones de las fosas comunes del franquismo. Algunas de ellas, en un lugar tan significativo como el Valle de los Caídos, que según la norma pasará a denominarse 'Valle de Cuelgamuros'.
[[ACTUALIZACIÓN – El obispo auxiliar de Madrid preside una misa en el Valle de los Caídos convocada por la ultraderecha]]
El prior del Valle, Santiago Cantera, acaba de regresar de Solesmes donde ha asistido a la elección del nuevo abad del monasterio francés del que depende su abadía y se muestra tranquilo. De momento, no hay ley que avale su salida a la que, según ha podido confirmar elDiario.es, se resistirán con uñas y dientes. Y con el total apoyo de la ultraderecha política y católica, que esta misma semana ya ha afilado sus cuchillos. El líder de Vox, Santiago Abascal, criticaba la Ley de Memoria Democrática, y anunciaba: “Reconstruiremos todo lo que destruyan y levantaremos todo lo que derriben: Desde la economía hasta las cruces”.
Por su parte, la plataforma ultra HazteOir ha lanzado una de sus cuestionadas campañas a través de las redes exigiendo a los obispos españoles “que defiendan el Valle de los Caídos”, asegurando que “el Gobierno y la izquierda que le apoya se proponen acabar con la Cruz, desacralizar la basílica, fulminar el culto católico y expulsar a los monjes benedictinos”.
Por más que la ultraderecha quiera decir lo contrario, la cruz no se retirará, ni la abadía será desacralizada, ni se profanarán cadáveres, ni se perseguirá a la Iglesia. Lo que sí sucederá, al menos con el texto de la ley en la mano, es que se procederá a la extinción de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, cuya gestión corre a cargo de los benedictinos, por “resultar incompatibles sus fines con los principios y valores constitucionales”. El enclave, que será resignificado como lugar de Memoria de las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo, no volverá a estar a cargo de esta congregación.
Sin embargo, desde HazteOir se asegura, en una clara presión hacia los líderes de la Conferencia Episcopal, que “lo que está en juego en la ofensiva contra la dimensión religiosa del Valle de los Caídos son la libertad religiosa y los derechos de la Iglesia Católica y de los fieles reconocidos en los tratados internacionales y en la Constitución Española”.
“Me permito solicitarles que defiendan el culto católico, protejan los recintos sagrados y amparen a los benedictinos frente a la amenaza, cada vez más próxima, de la desaparición del Valle de los Caídos y su profundo significado religioso. Les ruego que actúen para impedir la destrucción del Valle de los Caídos”, se afirma en la petición, dirigida a la cúpula episcopal española.
¿Cuál será el futuro? Todavía no está claro, pues la norma lo único que apunta es que se aprobará, con efecto inmediato (pero también consensuado con la Iglesia), “el nuevo marco jurídico aplicable al Valle de los Caídos que determine la organización, funcionamiento y régimen patrimonial”. Dado que la abadía no será desacralizada, el paso siguiente es negociar con las autoridades religiosas (con la Abadía de Solesmes, pero fundamentalmente con el Arzobispado de Madrid, de quien depende territorialmente el enclave) qué institución podría hacerse cargo del culto en Cuelgamuros.
Hasta hace pocas fechas, todos daban por hecho que sería la Comunidad de Sant'Egidio, pero todo dependerá del grado de polémica que se quiera alcanzar en un otoño que se prevé 'caliente' en las relaciones Iglesia-Gobierno, y en mitad del 'interregno' del todavía secretario general y portavoz, Luis Argüello (toma posesión del arzobispado de Valladolid el 30 de julio, y desde entonces prácticamente desaparecerá de la política nacional) en la Casa de la Iglesia.
¿Qué pasará con la comunidad benedictina en el Valle de los Caídos?, preguntaba El País al secretario de Estado de memoria Democrática, Fernando Martínez. La respuesta es muy clara: “La ley plantea la extinción de la llamada Fundación del Valle de los Caídos y la creación de un nuevo estatus jurídico a través de un real decreto que se tiene que hacer una vez que la norma se apruebe definitivamente. Ahí se contemplarán todos los supuestos del nuevo funcionamiento”.
¿Y qué pasará con los benedictinos? Su presencia “tiene poco sentido”, pues “su función no ha estado dentro del marco de los valores democráticos y los principios constitucionales”. Los monjes, impertérritos, siguen celebrando, cada 18 de julio, una misa por los caídos por Dios y por España. La de este lunes, quizá, haya sido la última.
Toda la información en www.religiondigital.org