España tiene un problema con la inmunización de sus embarazadas. Si bien el rechazo de la población a las vacunas es mínimo, los vaivenes en cuanto al binomio gestación y COVID-19 han provocado que la comunidad científica llame a vacunarlas cuanto antes. Las franjas de edad que coinciden con la media de embarazos en España –entre 31 y 41 años– empezaron a recibir la primera dosis en julio, pero aún queda todo agosto por delante para reconducir la situación.
La urgencia llega después de que cuatro mujeres embarazadas hayan fallecido en el último mes por complicaciones relacionadas con la COVID. Ninguna estaba vacunada. También se han producido cesáreas urgentes por las infecciones y las autoridades sanitarias han pedido que acudan cuanto antes a los puntos de vacunación.
El consejero de Salud de Andalucía, comunidad que registró una de las muertes, hizo esta semana un llamamiento expreso. También desveló que hay “un volumen importante de embarazadas ingresadas” en los hospitales de la región. Este viernes, el hospital barcelonés Vall d'Hebrón contabilizaba 24 embarazadas ingresadas con nueve en la UCI. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se ha pronunciado esta semana en la misma línea: “Hemos tenido casos con desenlace fatal en los últimos días y nos preocupa”. La titular admitió que, pese a que no hay datos, “sabemos que las vacunas salvan vidas”. Pero no es tan sencillo.
“Los estudios de seguridad no se han completado oficialmente y las fichas técnicas de las vacunas no contemplan a las embarazadas. Por eso a nivel institucional no es fácil dar una recomendación taxativa”, reconoce Juan Luis Delgado, presidente de la Sociedad Española de Ginecología (SEGO). Ningún laboratorio incluyó a las gestantes en los primeros ensayos clínicos, lo que ha provocado que las referencias que llegan desde ellos sean limitadas. Lo que sí existe, y cada vez más, son evidencias de que los riesgos de la vacunación son escasos frente a los peligros de una infección grave durante el embarazo. Sobre todo en un contexto de contagios como el actual.
Se han mezclado las teorías de la conspiración sobre la COVID-19 y las vacunas, que hacen mucho daño en las redes, con la desinformación de los propios sanitarios
“Hay miles de mujeres que han dado a luz sin problemas en todo el mundo tras recibir la vacuna”, explica el ginecólogo. “Eso nos da tranquilidad para recomendarlo”. Entonces ¿de dónde nace la confusión y cómo se ha llegado hasta aquí? “Se han mezclado las teorías de la conspiración sobre la COVID-19 y las vacunas, que hacen mucho daño en las redes, con la desinformación de los propios sanitarios”, admite Delgado.
“Siempre ha existido cierto miedo escénico en relación a la mujer embarazada. No solo con la COVID, sino con cualquier vacuna. Hay temor a que produzcan trastornos en el feto por parte de los sanitarios y por supuesto de las madres. También es verdad que hasta hace relativamente poco no había pruebas en embarazadas y los órganos reguladores no podían dar esa recomendación”, comparte Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología.
Desde hace varios meses, en cambio, la estrategia nacional del Ministerio de Sanidad avala el uso de vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) en mujeres embarazadas. “Hay que ser conscientes de que el embarazo se puede complicar mucho con una infección por SARS-CoV-2 y es absolutamente necesario que se vacunen”, repite este experto.
Vacunación, sí: ¿pero cuándo y con cuál?
La actualización número 7 de la estrategia de vacunación de Sanidad recomienda las inyecciones con ARN mensajero en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia “cuando les corresponda según su grupo de priorización”. La razón es que el ARNm, como el que usa Pfizer y Moderna, no modifica ningún genoma y genera anticuerpos a partir de la proteína del virus. “El organismo vehicular desaparece en cuestión de horas y no afecta a los fetos ni a las madres”, explica Delgado. El único estudio que consta fue uno realizado en Estados Unidos, llamado V-Safe Surveillance, que arrojó que las vacunas no aumentaban los abortos, los nacimientos prematuros ni las muertes de los recién nacidos. Ni siquiera generan diferentes efectos secundarios de los comunes al resto de la población.
De lo que no hay datos es sobre la semana de gestación más conveniente para vacunarse. “La organogénesis del feto, que es cuando se forma, acaba después de las 12 o 13 semanas. Los estudios más avanzados de seguridad con Pfizer se han planteado con embarazadas de más de 24 semanas. Por eso una recomendación posible es la de vacunarse en el tercer trimestre”, comenta el presidente de la SEGO. Sin embargo, en un escenario de contagios disparados y en el que el riesgo de infección aumenta, se puede aconsejar la vacunación antes. “Lo sabemos porque hay muchas mujeres que se han vacunado estando embarazadas de forma inadvertida y no ha pasado nada”, recuerda.
Si se hubiese explicado bien, no habría tantas dudas ni tantos médicos de familia y matronas recomendando a las embarazadas que no se vacunen. Estamos viendo verdaderos disparates
“Lo primero que tienen que hacer las embarazadas es aislarse socialmente, pero en el verano se complica mucho. Así que, si no pueden, lo prioritario es vacunarse”, concluye. De hecho, el sanitario reconoce que al conocer los peligros de la COVID en las gestantes, las sociedades y asociaciones de ginecología solicitaron que se las incluyese entre los grupos prioritarios de riesgo. Algo que, critica, “no fue tomado en cuenta por el Ministerio”. “Ahora que en la quinta oleada se han dado algunos fallecimientos, la situación es mucho más compleja”, reconoce.
Los peligros de la COVID en el embarazo
La confusión actual, según Juan Luis Delgado, se vio aumentada en mayo cuando las autoridades sanitarias dijeron que la COVID no producía mayores perjuicios en las mujeres embarazadas. Con el tiempo se ha visto que eso no ha sido así. Ahora la OMS pide priorizarlas en las estrategias de vacunación, mientras que hace unos meses recomendaba que se analizase “caso por caso” antes de administrar las dosis.
“Las personas que padecen la COVID presentan problemas inmunológicos, cardiovasculares, de trombos y de hipertensión. Lo que regula todos estos cuadros es el endotelio vascular, un órgano fundamental en las mujeres embarazadas”, esclarece el ginecólogo. “El endotelio es crítico para los pulmones, pero también para la placenta, porque es un órgano puramente vascular que se ve afectado por la COVID. Hemos observados que, en casos de bebés que fallecían en el parto de mujeres asintomáticas, la placenta estaba infiltrada por coronavirus”, cuenta.
No es solo un riesgo para los fetos, también para las madres. “Durante el primer trimestre de embarazo las células de la placenta tienen una mayor cantidad de receptores ACE2, que son clave en la entrada del SARS-CoV-2 en el organismo”, explica en The Conversation Alejandro Orrico, responsable de ensayos clínicos en Fsabio. Por tanto, es el período de mayor riesgo de infección. Pero además, un estudio del CDC (Centro del Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos) en más de 450.000 mujeres infirió que las 23.434 que estaban embarazadas tenían mayor riesgo de padecer enfermedad grave, ingresar en UCI y fallecer.
“El ARN mensajero es una tecnología muy fina que nos va a cambiar la vida. Si se hubiese explicado bien a la población desde las autoridades sanitarias, no habría tantas dudas ni tantos médicos de familia y matronas recomendando a las embarazadas que no se vacunen. Estamos viendo verdaderos disparates. Tenemos claro que la vacuna de ARNm es inocua y beneficiosa para la madre y el bebé”, concluye Delgado.