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La obcecación por encajar los oficios del teatro en la FP lleva a exigir a los tramoyistas el título de maestro fallero

El Teatro de la Zarzuela, dependiente del INAEM y para el que se han convocado plazas de peluquería, iluminación, maquinaria y regiduría, entre otras especialidades

Elena Cabrera

29 de agosto de 2021 21:48 h

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El teatro no lo hacen los actores. Los actores y las actrices lo representan. Los que lo hacen, con todo lo prosaico, material, funcional, complejo, tecnológico y rotundo que contiene el verbo hacer son los técnicos, cuyo trabajo es invisible durante la función. Cuando más invisibles son a los ojos del público, mayor es su arte: quiere decir que no ha habido ningún error, que la obra se ha puesto en escena tal y como había sido concebida. De tanto cultivar el arte de la invisibilidad, pareciera que otras dimensiones del oficio escénico, como es la educativa y la laboral, se lo hubieran acabado creyendo. “El teatro es una profesión que nunca ha estado regulada, no hay titulaciones propias y por eso ahora nos enfrentamos a esto”, señala Rocío Gil Díaz, maquinista en los espacios escénicos dependientes del INAEM. Ese “esto” al que se refiere Rocío es la repentina convocatoria de plazas públicas este mes de agosto, a la que la mayoría de los trabajadores en las bolsas de trabajo no pueden optar porque se exigen titulaciones de FP que no son las que habitualmente se cursan para formarse. Les ha pasado a los regidores, pero no son el único oficio afectado.

“Me encantaría conocer a la persona que ha decidido que para ser maquinista hay que ser maestro fallero”, se pregunta la peluquera teatral A.P., en solidaridad con Rocío. El problema viene de la implementación del IV Convenio Único (firmado en 2019) para ajustarse a los requisitos europeos del Plan Bolonia. En la negociación, los sindicatos y el INAEM pidieron moratorias que no siempre se han respetado. El conflicto es aún mayor cuando se trata de profesiones para las que no existe una FP de Grado Superior específica y el Ministerio de Función Pública ha optado por elegir una por aproximación, como es el caso de los falleros para los maquinistas.

Los maquinistas, tradicionalmente denominados tramoyistas, sitúan y mueven los elementos del decorado de un espectáculo. En las producciones importantes, estos elementos pueden ser de gran complejidad, requerir de una movilidad mecánica y, lo más importante, sincronizarse con el ritmo de la función. El Ministerio de Cultura ha sacado nueve plazas de maquinistas y, en la negociación sindical, se ha conseguido que todavía no sea imprescindible para esta convocatoria —pero sí para las siguientes— la FP de artista fallero, que solo se puede estudiar en Valencia y de manera presencial. En este periodo de transición se ha optado por admitir cualquier grado de FP. Pero Rocío es licenciada universitaria en Comunicación Audiovisual y se ha formado en la escuela de referencia, titularidad del propio INAEM, el Centro de Tecnología del Espectáculo donde, además, es docente. Tiene seis años de experiencia haciendo como eventual el mismo trabajo para el que ahora se oferta la posición fija. “A nuestras plazas podrá presentarse alguien que tenga, por ejemplo, una FP superior de higiene bucodental, pero yo no”, advierte. 

Para que Rocío pueda avanzar con su carrera profesional y abandonar la concatenación de contratos precarios e intermitentes, propia del personal eventual de los teatros, tendría que dejarlo todo e irse dos años a estudiar cómo hacer fallas en Valencia. “Estoy estudiando esa vía, si consigo plaza me puede compensar”, dice. “Cuando pasó esto me planteé cambiar de profesión pero yo quiero seguir siendo maquinista, me gusta hacer teatro desde que soy una cría, siempre he querido dedicarme a esto”, explica Rocío. Es raro encontrar un técnico del teatro que no adore su trabajo, motivo por el que llegan a hacer muchos sacrificios. Pero, a mayor edad, más se hace cuesta arriba, cuando no inviable.

A nuestras plazas podrá presentarse alguien que tenga, por ejemplo, una FP superior de higiene bucodental, pero yo que soy licenciada en Comunicación Audiovisual no podré hacerlo

Es el caso de A.P., de 46 años y con 25 de experiencia. “Cuando tienes una edad deberías estar disfrutando de lo que tienes en lugar de meterte a estudiar durante dos años”, dice. Desde el año 2012 no se convocaban plazas de peluquería en los teatros, por lo que ella llevaba tiempo esperando este momento, después de encadenar contratos de 15 días, un mes, dos a lo sumo. “Cuando aparece la oposición, nos damos cuenta de que no nos podemos presentar”, dice la profesional, que recalca que sus palabras representan un sentir colectivo donde, que ella conozca, al menos 30 de las 50 personas de la bolsa de trabajo en la que está inscrita no pueden optar a plaza. Esta profesional estudió maquillaje y caracterización, así como peluquería en una escuela privada y está en constante formación. Para tener una titulación de FP, cursó el grado superior de Estética integral, pero la homologación se ha hecho con el título de técnico superior en Estilismo y Dirección de Peluquería, unos estudios que en Madrid se establecieron hace solo tres años, por lo que solo hay una promoción que pueda presentarse a las plazas, y que, como es evidente, solo tendría un año de experiencia y nunca habría trabajado para el INAEM, ya que la última bolsa se estableció con anterioridad. Estos requisitos suponen vaciar los teatros de los profesionales con tablas.

“En nuestro trabajo es más importante tener experiencia y saber dónde trabajas que tener las mejores notas”, explica la peluquera. “Nosotros trabajamos en equipo, se necesitan cambios rápidos en el escenario, y eso solo se aprende haciéndolo. Con un curso de 100 horas de peluquería de audiovisuales me parece complicado aprender todo lo que hacemos día a día en un teatro: preparar posticerías, poner pelucas, preparar la producción…”, añade.

Paros y movilizaciones de cara a la nueva temporada

Hay más profesiones afectadas de lleno. Para los técnicos de iluminación de espectáculos en vivo se ha escogido la titulación Técnico Superior en Iluminación, Captación y Tratamiento de Imagen, una FP donde solo se dan 330 horas de este oficio (de un total de 2.000 que conlleva los dos años de estudios), que además están compartidas con las de audiovisuales. Un estudio de diversas asociaciones y plataformas de técnicos del espectáculo, presentado al INAEM, señalaba que la FP elegida es de menor carga lectiva de lo que sería necesario. En cambio, obtener el Certificado de Profesionalidad de Luminotecnia, que sería una de la vías que se reclaman como alternativa a esta FP, serían 640 horas.

La técnica de luces Libertad Calvo Costa, licenciada en Comunicación Audiovisual y con titulación del CTE tampoco puede presentarse a la plaza, aunque lleva trabajando para el INAEM desde 2008. Como está capacitada para dar clase, se plantea dejar el teatro y convertirse en profesora. “Somos los temporales los que hemos estado sosteniendo el teatro para que salga adelante, con contratos de 15 días y solo seis meses al año. Cuando después de todos estos años de contratos precarios, rozando la ilegalidad, por fin sacan una buena cantidad de plazas, resulta que la mayoría de la gente no se puede presentar”, explica decepcionada.

Somos los temporales los que hemos estado sosteniendo el teatro y después de años de contratos precarios, rozando la ilegalidad, resulta que no nos podemos presentar

Toda la problemática que ha aflorado a raíz del encuadramiento de las profesiones técnicas del teatro demuestra, para las asociaciones de técnicos, la necesidad de implantar un Título Superior de FP de Artes Escénicas, que reconozca la necesidad de una enseñanza específica y diferenciada de las audiovisuales o, por volver al ejemplo extremo, los artistas de fallas. 

“Hoy en día el audiovisual se lo come todo, y el espectáculo en vivo es solo una puntita a nivel económico, pero a nivel simbólico las artes escénicas son muy importantes, forman parte del patrimonio cultural aunque muevan menos dinero”, señala Libertad.

La idea de la mayoría de técnicos del teatro contactados es presentarse a la oposición aun a sabiendas de que incumplen las bases, para que, con la puntuación en la mano, sea el sistema el que les expulse. La maquinista Rocío Gil está trabajando con un abogado en la impugnación por la vía de lo contencioso-administrativo, y no es la única. También se están preparando paros en el arranque de la temporada, para visibilizar la situación y otros, como Libertad, esperan que “con la presión mediática, el Ministerio de la Función Pública acabe reculando”.

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