La obesidad infantil se ha convertido en un problema global de salud pública que ya afecta a más de 120 millones de niños y niñas en todo el mundo. Así lo indica un nuevo análisis global de tendencias en obesidad infantil y adolescente que ha sido realizado en 200 países y publicado en la revista médica The Lancet con motivo del Día Mundial de la Obesidad.
Según los datos recabados por los investigadores, el número de jóvenes de entre 5 y 19 años con obesidad en todo el mundo se ha multiplicado por más de diez en las últimas cuatro décadas, pasando de cinco millones de niñas en 1975 a 50 millones en 2016 y de 6 millones de niños a 74 millones. Además de estos 124 millones de niñas y niños obesos, los investigadores también también llaman la atención sobre los 213 millones menores que tienen sobrepeso.
En algunas islas de Polinesia, las tasas de obesidad infantil y adolescente superan ampliamente el 30% y están por encima del 20% en EEUU y en algunos países de Oriente Próximo y África del Norte como Egipto, Kuwait, Qatar y Arabia Saudí o del Caribe, donde destaca Puerto Rico. En general, la prevalencia mundial de la obesidad infantil y adolescente aumentó del 0,7% al 5,6% para las niñas y del 0,9% al 7,8% para los niños.
Los autores del estudio destacan que desde el año 2000 el crecimiento en el índice de masa corporal (IMC) medio de niños y adolescentes se ha estabilizado en la mayoría de países de altos ingresos, aunque lo ha hecho “a niveles muy elevados”. Por el contrario, las tasas de obesidad y sobrepeso se han acelerado en Asia oriental, meridional y sudoriental.
“Las tasas de obesidad infantil y adolescente han aumentado significativamente en las últimas cuatro décadas en la mayoría de los países del mundo”, asegura uno de los autores del estudio, el investigador de la Universidad de Kent, James Bentham, pero “se están acelerando en el este, sur y sudeste de Asia y continúan aumentando en otras regiones de ingresos bajos y medios”.
De escasez a exceso de mala alimentación
A pesar del aumento de la obesidad infantil y adolescente, los investigadores destacan que globalmente sigue habiendo más niños que sufren desnutrición que obesos, con 75 millones de niñas y 117 millones de niños con bajo peso, de los que casi dos tercios viven en el sur de Asia.
El pasado año los países que registraron un IMC promedio más bajo entre niñas y niños fueron Etiopía, Níger, Senegal, India, Bangladesh, Myanmar y Camboya. Sin embargo, los datos recopilados por los investigadores muestran como entre 1975 y 2016, las tasas de bajo peso pasaron de un 9,2% a 8,4% para niñas y de 14,8% a 12,4% para niños, lo que significa que la tasa de aumento de obesidad está siendo mucho mayor que la tasa de disminución de bajo peso. “Si continúan las tendencias actuales, la obesidad infantil y adolescente superará el bajo peso en 2022”, concluyen los científicos.
Según destacan los investigadores, el problema al que se enfrentan muchos países de bajos ingresos, especialmente en el sur de Asia, es que están realizando una transición poco saludable de la desnutrición a la obesidad. “Nuestros datos muestran que la transición de bajo peso al sobrepeso y la obesidad puede ocurrir rápidamente debido a una transición nutricional poco saludable, con un aumento de alimentos pobres en nutrientes y densos en energía”, explica otro de los autores del estudio, el profesor del Imperial College de Londres, Majid Ezzati.
Según este investigador, “nuestros hallazgos ponen de manifiesto la desconexión entre el diálogo mundial sobre el sobrepeso y la obesidad, que ha pasado por alto los altos niveles de desnutrición, y las iniciativas que se centran en combatir el bajo peso, que han prestado poca atención a las altas tasas de sobrepeso y obesidad”.
Es necesario abaratar la comida saludable
El aumento excesivo de peso en la infancia y la adolescencia se asocia con un mayor riesgo y aparición temprana de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y peores resultados psicosociales y educativos, además de generar problemas a largo plazo para perder peso en la edad adulta.
Para luchar contra esta epidemia los autores del estudio consideran que es necesario facilitar el acceso de la población a alimentos más saludables. “Hay muy pocas políticas o programas sociales que intenten hacer que alimentos saludables, como legumbres, frutas y verduras frescas, sean asequibles para las familias pobres”, explica Ezzati. “La falta de disponibilidad de opciones de alimentos saludables para los pobres puede conducir a desigualdades sociales en la obesidad y limitar cuánto podemos reducir su carga”, concluye este investigador.
Los investigadores también plantean la necesidad de establecer políticas eficaces y critican “las reticencias de los países de altos ingresos a utilizar los impuestos y las regulaciones de la industria para cambiar los comportamientos alimentarios de la población”. En este sentido se ha expresado el profesor Ezzati, quien asegura que “aunque ha habido algunas iniciativas para aumentar la concienciación sobre la obesidad infantil y adolescente, la mayoría de los países de altos ingresos siguen mostrándose reacios” a este tipo de medidas.
Recientemente la Organización Mundial de la Salud realizó una petición a los gobiernos de todo el mundo para que graven las bebidas azucaradas como una medida para luchar contra la obesidad. A pesar de la petición son pocos los países que están optando por este tipo de medidas y en España, tan solo Cataluña ha tratado de aplicar las recomendaciones de la OMS.