La gente que ya era vulnerable ahora lo es más y por eso se necesita abordar la pandemia desde un enfoque social y comunitario, no solo clínico. Esta es una de las conclusiones extraídas por el grupo de trabajo multidisciplinar del Observatorio de Salud Comunitaria COVID-19, surgido en el mes de abril a nivel estatal, formado por profesionales de la salud pública y de Atención Primaria pero también por asociaciones vecinales, para entender mejor la realidad e ir más allá del enfoque sanitario e institucional.
“Hay un enfoque excesivamente biomédico y escasa capacidad para llegar a la gente de los barrios”, explica en conversación con elDiario.es Daniel García, médico de Primaria e integrante del Observatorio.
“Una de nuestras conclusiones es que la pandemia ha provocado que las sedes de muchas instituciones se cierren y los barrios se abran por necesidad, desplegando redes de atención comunitaria para cubrir las necesidades de mucha gente”, prosigue.
“Los problemas sociales no se resuelven con una PCR, un test de antígenos o un paracetamol. Se necesita inversión en recursos sociales, no una mera contestación clínica”, señala Adrián Carrasco Munera, residente de medicina familiar y comunitaria, vocal de la Junta directiva de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria e integrante del Observatorio.
Ante ello desde el Observatorio de Salud Comunitaria COVID-19 se han elaborado una serie de propuestas, plasmadas en un manifiesto hecho público este martes, para que se haga frente a la pandemia desde un enfoque social y no solo clínico. Son cinco los puntos que proponen. Todos ellos giran en torno a la importancia de dar protagonismo a la ciudadanía y a sus organizaciones, “permitiendo su empoderamiento, entendiendo que forman parte de la solución y no del problema”.
Visibilizar a las personas invisibles
Una de las propuestas del Observatorio es que las autoridades asignen recursos económicos, humanos y materiales potenciando los servicios públicos “en función de las necesidades adaptadas a cada circunstancia y contexto, con especial énfasis en los grupos vulnerables y con un enfoque para reducir las inequidades en salud”.
Como explica Daniel García, “esta no es una pandemia solo sanitaria sino también social. Sobre la salud influyen no solo los procesos de enfermedad sino otros muchos condicionantes que hacen que los efectos vayan más allá del numero de infectados. Hay soledad, exclusiones, desborde a nivel familiar o en redes de cuidados, situaciones difíciles en el mundo laboral o en relación con la vivienda”. “Hay personas, como los temporeros, que viven por debajo del umbral de la humanidad. Y eso incide en la salud”, señala Carrasco Munera.
Reivindicación del papel de la comunidad
Desde el Observatorio proponen que se identifiquen y reconozcan las redes comunitarias que deben participar en el diseño e implementación de acciones en cada territorio. Recuerdan que organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud o el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades señalan que las redes comunitarias son esenciales para el manejo de la crisis social y sanitaria de la COVID-19.
“Estas redes disminuyen tanto la transmisión de la infección como el impacto social asociado. Además facilitan una comunicación bilateral, hacen accesible el conocimiento, detectan necesidades y promueven mecanismos de cooperación aumentando el alcance de las intervenciones, abarcando a toda la población de una forma más eficaz”, argumentan, subrayando que las medidas preventivas y la distancia física no significan distancia social.
“Es importante debatir, dialogar y fomentar lo comunitario, porque si no, la única alternativa son políticas de control y policiacas más que de promoción de la salud. Si solo hay medidas cada vez más duras y estrictas sin reforzar otras cosas, se corre el riesgo de anular las capacidades de cuidado de la comunidad. La organización comunitaria y social es fundamental, porque si se rompen estos puentes entre unos y otros quedamos a merced de dictámenes procedentes desde arriba, sin más, con decisiones que pueden estar desconectadas de la realidad, sin posibilidad de cuestionarlas y sin tejido social”, indica García.
Cuidar la narrativa, huir del espectáculo
Otra de las propuestas es advertir de los mensajes que ponen el foco en fomentar el miedo y en buscar culpables, señalando a colectivos en quienes la sociedad puede descargar la responsabilidad de la situación actual. Por ello dan un toque a los medios de comunicación, pidiendo que “huyan de la información espectáculo que provoca miedo y bloqueo, y que faciliten la información crítica y de prevención”.
Proponen que tanto medios de comunicación como organismos públicos huyan de la estigmatización que fomenta la culpa hacia “el otro” y que tengan en cuenta “los determinantes sociales y las condiciones de vida que dificultan de forma muy desigual seguir las recomendaciones de prevención”. En este sentido defienden el desarrollo de políticas de promoción de salud con participación de ciudadanía y organizaciones.
Reorientar el sistema hacia la Atención Primaria
El Observatorio considera que hay “una tendencia hospitalocentrista en la asignación de presupuestos que debería revertirse para aumentar la inversión en la Atención Primaria”.
“Los centros de salud necesitan volver a poner el foco en las comunidades, y para ello necesitan recursos humanos, materiales y económicos en función de las necesidades y complejidad de cada territorio”, indican.
“Muchas veces desde el centro de Atención Primaria te das cuenta de que no llegas a los problemas sociales reales que están incidiendo en la salud. Para ello hay que salir del centro, contactar con las asociaciones, diagnosticar, para abordar desde lo comunitario”, explican.
Sinergia entre la sociedad y el sistema de salud
El Observatorio propone también “que haya los recursos económicos, humanos y tecnológicos suficientes para que puedan existir espacios de trabajo y cooperación efectivos entre los servicios de salud pública, los ayuntamientos y atención primaria. Habría que retomar de forma efectiva los consejos de salud como espacios comunitarios de especial relevancia en la vida comunitaria de los barrios”.
En ese sentido consideran que sería preciso siempre un mayor enfoque en epidemiología social y estrategias de promoción de la salud, con servicios específicos creados para ello.
“El objetivo de nuestro manifiesto es que desde las instituciones se tengan en cuenta las condiciones sociales de la gente, cómo influye en la salud que seis personas vivan en un piso de 40 metros cuadrados. Nos planteamos hacer llegar un discurso más social, para evitar los discursos basados en el miedo y en la culpabilización”, explica el doctor García.
El Observatorio recuerda que dictar normas y dar consejos no es suficiente para cambiar las conductas de las personas: “Es imprescindible conocer y entender los contextos de las poblaciones y territorios que determinan sus condiciones de vida y con ello sus conductas. Es necesario mejorar esas condiciones laborales y sociofamiliares que permitan comportamientos saludables para frenar los contagios”.
El Observatorio de Salud Comunitaria COVID-19 se enmarca en la Alianza de Salud Comunitaria, constituida en 2013 como una plataforma de organizaciones e instituciones del ámbito de la salud comunitaria.