La crisis climática ha activado ya un efecto cascada de daños acelerados que interconecta un mundo más caliente con la destrucción de la naturaleza y desemboca en el deterioro de la salud humana y la falta de alimento para los personas. “La extensión y magnitud de los impactos son mayores de los previstos”, afirma el último informe científico de la ONU. “Están apareciendo más rápidamente, son más abruptos y extendidos de lo que esperábamos”.
El cambio climático producido por los humanos ha provocado tal grado de perturbación en la naturaleza que está afectando a la vida de miles de millones de personas. Más de 3.000 padecen una alta fragilidad ante un desbarajuste nunca visto “en 10.000 años”. “La vulnerabilidad humana y la de los ecosistemas son interdependientes”, resume Marta Rivera Ferre, investigadora del INGENIO del Csic y la Universidad Politécnica de Valencia y coautora del informe.
Un desbarajuste en los ecosistemas
El recalentamiento del planeta ha alterado todos los ecosistemas de la Tierra: marinos, terrestres o de agua dulce, certifican los 260 expertos del panel internacional del IPCC en su informe sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación ante la crisis climática que revisa las evidencias científicas acumuladas desde 2014.
La vulnerabilidad humana y la de los ecosistemas son interdependientes
La alteración del clima ya ha causado “mortalidades masivas, desaparición de poblaciones y las primeras extinciones por causas climáticas”. Un pequeño ratón australiano, el Melomys rubicola, ha tenido la triste celebridad de ser el primer mamífero documentado que ha dejado de existir por culpa del cambio climático.
- Huir o morir : “La temperatura es un elemento clave que determina el hábitat de las especies”, explica Jofre Carnicer, investigador en el CREAF y la Universidad de Barcelona que ha participado en el informe. Los científicos han constatado que más de la mitad de las especies a nivel mundial han tenido que marcharse hacia los polos o las altas montañas por el exceso de calor en sus hábitats. Las variedades que ya necesitaban frío decaen.
- Extinciones en ciernes: en los océanos, poblaciones enteras se han desplazado una velocidad media de 59 kilómetros cada década debido a las aguas más cálidas. Los impactos conjuntos del cambio climático han obligado a una reorganización de la biodiversidad en los últimos 50 años especialmente en los mares, subraya este informe. Las especies que no pueden reorganizarse, es decir, huir y adaptarse, se están extinguiendo. En este sentido, Carner avisa de que “si no paramos el calentamiento en 1,5ºC la tasa de extinción de especies se irá por encima del 10%. Algunas pérdidas son ya irreversibles”, abunda.
Animales y plantas afrontan condiciones dramáticas que no se veían desde hace, al menos, 10.000 años.
- Más allá de la adaptación: el cambio climático está afectando de manera drástica y progresiva a la biodiversidad del mundo. “El incremento de las temperaturas, las sequías, las inundaciones o las olas de calor están exponiendo a los animales y las plantas a condiciones dramáticas que no se veían desde hace, al menos, 10.000 años. El aumento ya observado de su frecuencia e intensidad están sobrepasando su capacidad de adaptación”, escribe el informe del IPCC.
- La biodiversidad española: las plantas y animales mediterráneos son muy susceptibles al aumento del calor. Sobre todo las olas de calor marinas ya que en el mar Mediterráneo no pueden realizarse esas migraciones hacia el norte. a aguas más frescas. Entre las víctimas señaladas están las praderas de posidonia sobre las que se desarrolla una buena porción de la vida marina costera.
- Procesos alterados: en un bosque, un humedal o el Mar Mediterráneo, la subida de temperaturas está alterando la sincronización de los procesos naturales. Floraciones a destiempo, viajes de miles de kilómetros a deshora. Un caos en cadena. Cuando los animales salen de hibernación o inician la migración antes de tiempo, padecen una desacoplamiento respecto a sus fuentes de alimento de temporada. Los investigadores también han sido testigos de falta de sincronía con el desove de los peces o las explosiones de plancton en los océanos del que dependen especies marinas así como la disponibilidad de insectos para la cría de la aves.
El IPCC sentencia que “mantener la salud del planeta es esencial para la salud humana”. Y pide que se conserven los ecosistemas en aproximadamente el 30 o 50% de la superficie de la Tierra ya sea terrestre, oceánica o en agua dulce para proteger la biodiversidad y asegurar los servicios esenciales que ofrecen“.
Peor naturaleza es peor alimentación
La degradación de la naturaleza es un mal negocio para los humanos. Empezando por lo más básico: hace más difícil comer y beber. Estas disrupciones “reducen la posibilidad de cultivar alimentos y proveer agua por lo que afecta a la salud y daña los modos de vida humanos”, resume el IPCC.
- Caída de producción: “Ya se ha observado una caída del 5% en la producción de maíz, trigo y arroz. Y de un 21% en el factor de producción neta de alimentos”, recuenta Marta Rivera, doctora en veterinaria y experta en producción animal y economía agraria. Disminuye la cantidad de alimentos.
- No limitado a países agrícolas: en Europa, la pérdida de cultivos por la sequía se ha triplicado en los últimos 50 años. “Se está poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. El 10% de la superficie agrícola actual será inadecuada en 2100”, relata Rivera. En la región mediterránea, la productividad de cereales puede llegar a caer un 17%.
- Granjeros, ganaderos o pescadores, damnificados: la abundancia de recursos en diferentes partes de la Tierra se está viendo afectada por esta crisis. Este impacto puede tener “efectos muy graves” en todos estos grupos “que dependen de los recursos naturales”.
- España no se libra: el IPCC señala que las zonas agrícolas se desplazarán hacia el norte si continúa el calentamiento global sostenido. Habrá menos tierra cultivable en el país. Las plagas que afectan a cultivos encuentran condiciones favorables para expandirse si la temperatura sigue en escalada. El trabajo señala, por ejemplo, al escarabajo de la madera infestando el norte de España.
- Escasez de agua: otro aspecto del que España sabe porque la padece. Esta investigación señala que las sequías cuestan unos 1.500 millones de euros anuales al país. Y uno de los estudios que han sostenido las conclusiones del panel de expertos indica que el calentamiento a largo plazo incrementará las pérdidas de la agicultura española en un 250%
El cálculo es que, más o menos, la mitad de la población mundial soporta actualmente esa escasez hídrica en algún momento del año. “Cada grado extra de temperatura global se traduce en, aproximadamente, un 4% menos de lluvias en la región mediterránea”, explica Jofre Carnicer.
Y en el sureste de la península ibérica, especialmente vulnerable a la falta de precipitaciones, se ha concentrado la huerta de Europa. Es decir, una fábrica intensiva de alimento que el cambio climático pone en riesgo. “Hay que sopesar mucho si la irrigación de cultivos es una estrategia adecuada a esta crisis o una adaptación contraproducente que, a la larga trae peores consecuencias”, reflexiona Marta Rivera.
La caída de recursos de agua limitará mucho la posibilidad de mantener cultivos de regadío en la zona mediterránea. No solo conllevará pérdida económica sino que empujará a los agricultores a abandonar esas zonas de cultivo.
Los hábitats humanos: las ciudades
La crisis climática está yendo a buscar a los humanos allí donde viven. Y la mayoría lo hace en las ciudades. De 2015 a 2020 la población urbana creció en 397 millones de personas.
- Cóctel que multiplica los impactos: las ciudades representan un campo abonado para multiplicar los efectos del calentamiento en un “efecto cascada”. “La exposición a los impactos como las olas de calor, las islas urbanas recalentadas y las precipitaciones torrenciales se combinan con la rápida urbanización y la falta de planteamientos climáticos”, describe este informe multidisciplinar.
- La costa, peor todavía: la peor parte, explican los expertos, se la llevan las ciudades costeras ya que “están desproporcionadamente afectadas”, en palabras del IPCC. En España, casi la mitad de la población vive en la costa. En el Mediterráneo, el 37% del litoral está en cotas bajas, línea vulnerable a la subida del nivel del mar y los temporales costeros cada vez más exacerbados.
En la región europea
La vulnerabilidad y los impactos climáticos son muy diferentes en virtud de la zona del mundo que se mire. No es lo mismo Europa que Suramérica. Ni la zona mediterránea que Escandinavia.
- Mortalidad y enfermedades: en Europa afecta, sobre todo, el incremento del calor. Las muertes por exceso térmico se multiplicarán por tres si el mundo se recalienta 3ºC en lugar de contenerlo a 1,5ºC. Más allá, “hay límites a la hora de adaptarse tanto para las personas como para los servicios sanitarios actuales”, dice el IPCC. España es uno de los países europeos más amenazados, según las evidencias que se citan en el informe de la ONU. Las personas que fallecen por este extremo en el país podrían pasar de 1.500 a 8.000 en 2050 si las emisiones siguen elevadas.
- Falta de agua: es uno de los puntos destacados para el sureste europeo. “Más de un tercio de la población estaría expuesta a falta de agua si se llega a los 2ºC extra”.
- Invasión del mar: con los niveles actuales de mitigación en las emisiones de gases de efecto invernadero, “los daños por inundaciones costeras van a multiplicarse por diez”, cuenta el informe. El nivel del mar representa “una amenaza existencial para las poblaciones costeras y su patrimonio cultural”, sentencian los científicos de la ONU.
La experta del INGENIO recuerda que existen puntos de no retorno en los impactos sociales que provoca la crisis climática. “Si pasamos estos umbrales ya no hay vuelta atrás. Hay colectivos que no pueden adaptarse más como las poblaciones que deban emigrar, marcharse”. Rivera insiste en que “es más costoso la inacción contra el cambio climático que lo que cuesta actuar. En términos económicos y no económicos como son las vidas humanas”.