Exprimido el mercado de EEUU, el negocio de los analgésicos derivados del opio busca nuevos nichos donde crecer: China, Brasil, Rusia... y también España. La farmacéutica Purdue, dueña del compuesto OxyContin, pretende expandirse a base de reforzar las ventas lejos de Norteamérica, según asegura una investigación de Los Angeles Times.
Al OxyContin se le se responsabiliza de la epidemia de adicción a estas drogas que vive el país y su transformación en una oleada de nuevos heroinómanos.
El fármaco ha sido un superventas en las farmacias norteamericanas desde su aparición en 1995. Se generalizó tanto que, para 2012, se contabilizaron 282 millones de recetas de opiáceos en general. El reverso de ese éxito fue la avalancha de adictos. Controlar el tráfico de OxyContin derivó en el incremento de heroinómanos que sustituyeron la medicina por la droga sin más. “Hace dos años, el National Institute on Drug Abuse declaró que el Sur de Florida sufría una epidemia de heroína”, recogía The Guardian.
Las ventas de OxyContin han aportado al laboratorio ingresos de unos 2.800 millones de euros al año y metieron a los dueños de la empresa (la familia Sackler) en la lista Forbes con una fortuna de más de 13.000 millones.
Sin embargo, el flujo ha cambiado. Las autoridades sanitarias de EEUU han pedido que se contenga el uso de estos matadores del dolor. El Centro de Control de Enfermedades aseguró en marzo que los médicos “no deberían utilizarlos como primera opción para dolores comunes”.
Además, Purdue perdió en febrero un juicio sobre el blindaje legal del OxyContin. Un tribunal federal levantó varias patentes, lo que ha hecho más fácil la producción de genéricos más baratos. 2016 ha sido el primer año en dos décadas en el que ha descendido la prescripción de opiáceos. Las recetas de OxyContin cayeron un 17% respecto al pico de 2012, según IMS Health.
Además, este año, los estados de Kentucky, Illinois, New Hampshire y Nueva York han presentado demandas contra Purdue y otras farmacéuticas por “haber restado importancia al poder de adicción” de los fármacos.
El laboratorio ha tenido que afrontar desde hace casi diez años acusaciones de no dejar claro el carácter adictivo de su droga contra el dolor. En 2007 accedió a pagar 572 millones de euros para cerrar un caso sobre sus engaños a médicos, autoridades y pacientes acerca de la potencia de adicción del OxyContin.
Poca aplicación
La extensión de esta pastilla por el mundo se realiza mediante la corporación Mundipharma. Los Angeles Times indica que la fórmula utilizada son seminarios y congresos para denunciar “la opiofobia de los médicos”.
En España se comercializa el OxyContin de liberación prolongada (no el de acción rápida) y el Targin, ambos a base de oxicodona y bajo la licencia de Mundipharma. Oycontin se vende desde 2004 aunque sin financiación pública desde 2011, según indica la propia empresa.
El coordinador de Opioides de la Sociedad Española del Dolor, Ignacio Velázquez, opina que “aquí no existe un problema como el de EEUU porque la sociedad americana es compulsiva y su sistema farmacéutico está liberalizado”.
Este doctor indica que “el peligro de adicción siempre existe pero como efecto secundario que se puede revertir”. Además, subraya que “la sanidad española está mucho más controlada. Estos fármacos se dispensan a pacientes mientras que la problemática en Norteamérica se debió a un uso recreativo”.
Con todo, Mundipharma despliega su acción en España mediante cursos y seminarios para vencer ese supuesto concepto de opiofobia que utiliza en sus intervenciones. El año pasado, la farmacéutica pagó 2,7 millones de euros a profesionales sanitarios, según los archivos de transferencias de valor de la empresa. También financió con 342.000 euros a organizaciones, fundaciones y clínicas como la Sociedad Española el Dolor, la Fundación Española del Pulmón, la Sociedad Española de Atención Primaria... Dedicó 589.000 euros a investigación y desarrollo.
Cursos oficiales y cátedras
Mundipharma ha organizado, por ejemplo, un curso oficial de acreditación profesional en el que su coordinador, Emilio Blanco, aseguraba que “la prescripción de opioides es reducida probablemente por el desconocimiento sobre este grupo de fármacos y por las barreras que limitan su uso (opiofobia)”. El curso online estaba dirigido a médicos de familia mediante la Sociedad Española de Atención Primaria.
El término “opiofobia” también ha sido esgrimido por el director del Instituto Mundipharma, José Ramón Cisneros, a la hora de analizar la situación del tratamiento del dolor en España.
Además, Mundipharma se ha colocado en el mundo académico. El pasado noviembre, se presentó la cátedra del dolor Mundipharma en la Universidad Católica de Valencia. También financió el curso Miradas hacia el Dolor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid en julio pasado.
La matriz de la empresa, radicada en Reino Unido, contesta que “somos conscientes de que un mal uso puede llevar a la adicción, por lo que apoyamos los esfuerzos para minimizar el riesgo”. Además añaden que “aunque la situación en Europa es muy diferente ya que mucha menos gente abusa de estas medicinas, seguimos tomando medidas preventivas. Consideramos nuestro papel apropiado y responsable”.