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La pandemia lleva las donaciones de sangre al nivel más bajo en una década

Belén Remacha

16 de junio de 2021 22:43 h

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Una pandemia no implica solo la enfermedad que la causa sino todos los pequeños o grandes daños colaterales que provoca en el sistema sanitario. Por ejemplo: 2020, el de la pandemia de COVID-19, se convirtió en España en el año que menos donaciones de sangre se hicieron en la última década. 1.097.070 ciudadanos fueron a donar, un acto que en nuestro país es totalmente altruista. Cada uno lo hizo de media 1,49 veces, por lo que en total se contaron 1.632.447 donaciones. Son menos que en 2019, cuando fueron en total  1.154.196 donantes y 1.693.241 donaciones. Y también menos que en 2010, cuando fueron 1.813.161 donaciones en total, casi 200.000 más que ahora. Así que las cifras de 2020 son por problemas derivados de la pandemia, pero también por una tendencia descendente que –con alguna excepción– se viene repitiendo casi cada año y que los organismos achacan, entre otras cosas, a la falta de relevo generacional. Aunque también observan que se están subsanando, y que por ahora no han supuesto un déficit preocupante en los hospitales, sino que las demandas han estado cubiertas.

El Ministerio de Sanidad trasladaba las gracias, en la nota en la que daban todos los anteriores datos —que no diferencian por tipo de sangre A, B, AB o o— “a todos los donantes que, a pesar de la pandemia, han donado su sangre, ayudando a salvar a miles de enfermos”. Y animaba a acudir a los puntos habilitados a los que tengan buena salud. El Ministerio reconocía el golpe recordando también que “los hospitales necesitan sangre todos los días”, y que los centros son “seguros”.

Hay muchos posibles motivos por los que durante la crisis se ha donado menos sangre, algunos obvios y otros no tanto. Patricia Marín Maicas, directora del Máster en Dirección y Gestión de Enfermería de la Universidad Internacional de Valencia, enumera tres: “Primero, la reubicación de algunos centros y recursos destinados a donación de sangre en algunos momentos de la pandemia y la disminución de los puntos para donar sangre; segundo, la distancia interpersonal necesaria, que ha reducido los puestos disponibles para la donación; tercero, el miedo a las personas a ir a donar, aunque no ha sido esto lo que más ha afectado”. Pablo de Paz, responsable de comunicación de la Federación Española de Donantes de Sangre (FedSang), suma otra razón: “No se ha podido hacer promoción. Nosotros damos charlas en institutos y universidades buscando gente de 18 años, este año no ha podido ser”. 

De Paz reafirma que el problema principal no ha sido que la gente no haya ido por miedo. “La cifra más baja corresponde sobre todo a nuevos donantes. Los habituales, por lo general, han continuado”. En 2020, 160.383 personas, el 15% del total de 1.097.070, donaron por primera vez. En 2019, se estrenaron 207.755, suponían el 17%, recoge FedSang. No se corresponde exactamente en números (la diferencia entre años es de unas 60.000 donaciones) pero explica parte de la bajada. Juan Collado, presidente de la asociación de donantes de Alicante (hay una por casi cada provincia), destaca también que “la gente ha ido a donar sangre y ha habido movimiento. Durante el confinamiento, se podía dar salvoconducto, y eso hacía incluso que la gente tuviera un motivo para moverse de casa. Otra cosa es que hayan podido donar o no, muchas veces se les ha dicho que tenía que volver en tres meses por falta de infraestructura. O los centros móviles no se han podido trasladar. También hay alcaldes y concejales que han tenido que luchar para mantener los puntos, porque las administraciones regionales y el Ministerio se lavan las manos”.

Datos que se están recuperando

De 2021 no hay datos todavía, entre otras cosas porque las donaciones no suelen ser regulares sino que tienen picos, y estos dependen de factores como la época del año, de las campañas en marcha, o de que se hagan o no llamamientos a la ciudadanía. Así que se toma la media anual. Pero los datos que maneja FedSang por ahora indican que, con la salida del estado de alarma, de los confinamientos y la vuelta a la normalidad con la vacunación frente a la COVID-19, durante 2021 se está recuperando el ritmo de 2019, con necesidades puntuales, como recientemente en la Región de Murcia.

Tanto la experta Marín Maicas como De Paz, desde FedSang, indican además que durante 2020 no hubo momentos de verdaderos problemas por la bajada de extracciones. Fueron solo puntuales, como en enero de 2021 en Madrid, coincidiendo la tercera ola de COVID con la borrasca Filomena, cuando sí se hizo un llamado urgente a la ciudadanía de Madrid. La razón es que la cohesión entre comunidades autónomas funciona para esto, y los sobrantes y necesidades se van repartiendo. Pero sobre todo, la razón ha sido que durante 2020 ha habido menos del llamado “consumo” de sangre. Es decir, había menos sangre, pero también menos vías para gastarla. “Eso nos ha salvado, se equilibró”, dice De Paz. Especialmente por todas las intervenciones quirúrgicas que se pospusieron por la atención a la COVID y que no se han realizado. En 2021 debería normalizarse la actividad hospitalaria, o incluso se están acumulando intervenciones por las no hechas, así que hará falta estos meses volver a niveles de 2019 o incluso más altos.

Problemas: los jóvenes no donan, y hace falta más plasma

Más allá de las circunstancias de la pandemia, sí preocupa a los especialistas que la tendencia de la última década sea a la baja. En FedSang lo achacan principalmente a que no se está llegando lo suficiente a los jóvenes. En España solo se puede donar si se tienen entre 18 y 65 años, y, según sus datos, aproximadamente el 40% de los donantes tienen por encima de los 40. Solo el 25% está entre 18 y 30. “No es porque sean más insolidarios, sino por factores como que la natalidad ha bajado y hay menos gente de esa edad, muchos se han tenido que ir a trabajar fuera…”, matiza De Paz. Pero el caso es que temen que no haya “relevo generacional”: “Si yo, con 56 años, en 10 años dejo de donar, tiene que haber alguien que me sustituya. Si no, ahí sí hay problemas”. Por eso buscan llegar a los jóvenes, a través de instituciones, divulgación en universidades e institutos, y también con fórmulas innovadoras: en la Federación están ultimando una campaña con la plataforma de citas Badoo. “En 2019 conseguimos remontar y sí superamos los datos de 2018”, ponen en valor (y así es, hubo unas 8.000 más, revirtiendo algo la curva).

En España, existen tres tipos de sitios habituales para donar. “Los centros de transfusión, a veces dentro de hospitales y otras veces cerca; los puntos fijos situados por ejemplo en campus universitarios, que es uno de los lugares donde más donaciones se hacen; y los parques móviles, que se van desplazando por los municipios. Son complementarias y cada uno se dirige a público diferente para que sea accesible”, enumera Marín Maicas. También hay en el organismo tres tipos de material sanguíneo que donar: los glóbulos rojos, que duran 42 días “y como tardan en caducar no es tan importante que en una semana baje la reserva”, las plaquetas, que duran 5 días “y por tanto sí necesitan una donación estable, no vale mucho tener de pronto un millón de donaciones”; y el plasma, que dura 3 años y se extrae con un procedimiento especial, la aféresis, más costoso que las donaciones comunes.

Es con esto último, con el plasma, con lo que España sí tiene un déficit estructural que se repite año tras año. Solo el 5% de las donaciones totales de 2020 fueron aféresis. “Es un tema complejo”, resume De Paz desde FedSANG, “pero en España siempre tenemos de base un déficit del 50% de plasma. Es decir, tenemos que importar el 50% de lo que usamos, principalmente de EEUU, donde al contrario que aquí, donde el sistema es altruista, hay un mercado. El plasma se usa tanto en intervenciones como en elaboración de fármacos”. Para extraerlo, continúa, hacen falta máquinas, a las que se conecta al ciudadano durante unos 40 minutos (la donación de sangre habitual lleva entre 10 y 20 minutos). Se puede hacer cada 15 días, no hace falta esperar 2 meses como para las otras. Pero en la infraestructura necesaria “no se invierte lo suficiente. El sistema de donación español cojea un poco con esto”.