Es una incoherencia: planear un recorte de emisiones de gases de efecto invernadero mientras se incrementa la producción mundial de combustibles fósiles que, al quemarse, liberan esos gases responsables de la crisis climática. Los gobiernos mundiales planean producir para 2030 más del doble de petróleo, gas y carbón de lo que permitiría contener en 1,5ºC el recalentamiento global de la Tierra, según la evaluación de los planes energéticos nacionales que ha realizado la ONU.
Lo que ha calculado la organización es que los gobiernos mundiales, conjuntamente, tienen planeado producir en esta década un 110% más combustibles fósiles de la cantidad que limitaría la temperatura extra a esos 1,5ºC , pero incluso un 45% más para conseguir que la subida se quedara en 2ºC y cumplir de alguna manera el Acuerdo de París de 2015. El acuerdo que fue suscrito por esos mismos gobiernos.
Así que, mientras muchos de estos países proclaman programas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero –se llega a hablar de emisiones netas cero en 2050–, “están proyectando niveles de producción más altos que los que implican sus metas de reducción de emisiones”, subraya el informe Brecha de producción 2021. El pasado septiembre, un trabajo encabezado por el University College de Londres recalculó cuánto petróleo debería quedarse bajo tierra para cumplir esa meta de 1,5ºC: si en 2015 estimaron que tendría que ser el 33% de las reservas mundiales, en 2021 habían pasado al 58%.
La fórmula no tiene secretos: si sacas esos combustibles del subsuelo es porque van a quemarse y, por lo tanto, emitirán CO2 o metano a la atmósfera. Se espesará la costra gaseosa que impide que la radiación solar escape al espacio exterior tras rebotar en el planeta. Se quedará atrapado en forma de calor. Ese es el efecto invernadero que altera el clima. “La producción mundial de combustibles fósiles debe comenzar a disminuir inmediata y rápidamente para ser coherente con la limitación del calentamiento a largo plazo a 1,5 °C”, repite una vez más la ONU.
Sin embargo, los gobiernos mundiales están en una senda contraria. Las proyecciones indican que aumentará la producción de petróleo y gas. Un 57% de exceso del primero y un 71% del segundo si se quiere limitar el calentamiento a 1,5ºC. A eso se le añade que, a pesar de que todo indica que habrá una “modesta reducción [global] de carbón”, la producción todavía estaría un 240% por encima de lo objetivo. El Panel de Expertos de la ONU (el IPCCC) detalló hace tres años la diferencia en términos de impactos negativos que implica no conseguir el tope de 1,5ºC y llegar a 2ºC extra en el planeta. La última revisión de los planes climáticos de los países –que mostraban mejoras– aún augura un calentamiento de 2,7ºC.
“La investigación es clara: la producción de carbón, petróleo y gas debe empezar rebajarse inmediatamente. Y de manera drástica”, resume Ploy Achakulwisut, una de las investigadoras principales del informe. Achakulwisut, que trabaja en el Instituto Estocolmo de Medio Ambiente, cuenta que, a pesar de esta realidad, “los gobiernos continúan planificando y apoyando unos niveles de producción de combustibles fósiles que exceden por mucho lo que podríamos quemar”.
Si se echa un vistazo a los estados concretos, se ve claramente cómo Australia, Brasil, Canadá, China, India, México, Arabia Saudí y EEUU están “promoviendo, invirtiendo y planificando la expansión de la producción” de gas y petróleo, según expone la ONU. Alguno como Rusia varía entre estabilizarse en petróleo (que no bajar) y continuar ascendiendo con el gas –de hecho aprovecha el deshielo del Ártico para impulsar sus proyectos gasísticos antes imposibles por el frío polar–. El carbón es el mineral fósil del que más países prevén desengancharse, pero, aún así, India y Rusia aparecen con incrementos. Australia se estabiliza.
El análisis critica que los gobiernos brinden “apoyo político significativo para la producción de combustibles fósiles, a través de exenciones fiscales, financiación, inversiones directas en infraestructura o exenciones de los requisitos ambientales”.
El dinero y salida de la crisis COVID
“Desde enero de 2020, los países del G20 han destinado 297.000 millones de dólares [255.000 millones de euros] de nuevos compromisos financieros públicos a actividades de consumo y producción de combustibles fósiles. Aunque los gobiernos han empezado a gastar un mayor porcentaje de su gasto de recuperación de COVID-19 en energías limpias, aún gastan más en apoyo a los combustibles fósiles”. Este análisis indica dónde se está poniendo un buen porcentaje de dinero.
Este panorama coincide con el aumento ya constatado de emisiones de gases que ha experimentado el planeta durante este 2021. Ni la pandemia ha conseguido ralentizar el inexorable avance del cambio climático. Una vez atrás la fase aguda de la COVID-19, el relanzamiento de las actividades ha conllevado que la cantidad de CO2, óxido nitroso o metano volvieran a niveles de 2019 en los sectores de generación de energía o industriales. También la concentración de dióxido de nitrógeno en la atmósfera ha crecido en lo que va de año: 415 partes por millón (ppm).