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La paradoja LGTBI en España: líder en avances sociales pero escenario de crueles agresiones homófobas

En julio fue el asesinato de Samuel en Galicia. Hace solo unos días, la agresión, en plena tarde y en un barrio del centro de Madrid, a un joven en el portal de su casa: un grupo de ocho encapuchados le acorraló, insultó, le cortó el labio y le marcaron a navaja la palabra “maricón” en un glúteo. Y más allá de estos ataques que llegan a los medios de comunicación, muchas otras agresiones que, recuerdan expertas y colectivos LGTBI, son constantes aunque no trasciendan. España es el escenario de algo que parece paradójico: en un país que las encuestas señalan a la cabeza de derechos LGTBI y de integración de la diversidad, los ataques homófobos hacen saltar las alarmas. Las voces consultadas creen, sin embargo, que más que contradicción hay reacción: la pelea de un sector de la población, ahora legitimado por el discurso de la extrema derecha, dispuesto a luchar para no perder una batalla social, cultural y simbólica que la diversidad y la igualdad iban ganando.

La abogada Laia Serra cree que hay varios fenómenos que convergen y que no son incompatibles entre sí. Por un lado, un movimiento LGTBI más reivindicativo en espacios públicos y redes sociales, también en las administraciones. “Es evidente que cuando un movimiento conquista más espacio público hay más pugna desde los sectores tradicionales. Pasa lo mismo que contra el feminismo. Nunca había habido un feminismo tan presente y esto conlleva posiciones más violentas”, explica.

Por otro, continúa, hay una “batalla cultural y política”, marcada por la irrupción de la extrema derecha tanto en los parlamentos como en el espacio público. “Hay una parte de la población que ha reconocido en este discurso político una legitimación para validar sus prejuicios y para pasar a la acción”. Esa batalla, que también es simbólica y de legitimidad, implica choques, una pelea que una parte de la sociedad emprende para no perder su espacio, físico, simbólico y de ideas.

“Cuanto más empoderamiento hay de un determinado colectivo, el sector social que está en contra de esto va a pelear por los discursos, por lo simbólico, por los barrios, por los institutos y en todas partes para que esa realidad social no se consolide”, opina Serra que, no obstante, subraya que no se trata tanto de que la violencia homófoba haya aumentado, como de que han crecido la atención y las denuncias, precisamente por un clima social más favorable.

Y es que al tiempo que conocemos brutales agresiones como la de este fin de semana en Madrid, España lidera el avance en derechos sociales en forma de leyes y de apoyo hacia el colectivo, según destacaba recientemente una encuesta realizada por la firma británica YouGov. El estudio concluía, entre otras cosas, que España es líder en el apoyo a familiares o amigos LGTBI cuando estos deciden salir del armario.

El estudio, realizado en ocho países desarrollados, revela grandes diferencias entre las actitudes de la gente hacia el colectivo. De entre los seleccionados para la encuesta (España, Reino Unido, Italia, Dinamarca, Suecia, Alemania, EEUU y Francia), España es el país con mayor proporción de personas que se identifican como LGTBI, alcanzando el 10%. Nuestro país también se sitúa a la cabeza a la hora de dar apoyo cuando un miembro de su familia sale del armario, según los mismos datos, con un 95%. Le sigue Reino Unido con un 85%, Italia con un 82%, Dinamarca con un 80% y Suecia con un 77%. A la cola, Francia con un 57%, y EEUU con un 66%.

El 78% de los españoles encuestados indicaron que “apoyarían mucho” a un miembro cercano de su familia si este se declarase persona trans o no binaria. Sin embargo, este dato cae en picado en el resto de países: en Italia alcanza el 55%, en Reino Unido el 52%, en Suecia el 51%, en Dinamarca el 49%, en Alemania el 42%, en EEUU el 41% y en Francia tan solo el 28%. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, destacaba estos resultados en una entrevista en El País este fin de semana. El Gobierno anunciaba este martes que Sánchez presidirá la Comisión de Seguimiento del Plan de Acción de Lucha contra los Delitos de Odio que se ha convocado para el viernes.

Apoyo social

La actual directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI del Ministerio de Igualdad, Boti García Rodrigo, tampoco piensa que haya una contradicción en la sociedad española. “Es respetuosa con la diversidad sexual, de género y familiar, lo dicen numerosas investigaciones, tanto a nivel europeo como internas. España ha evolucionado en muy poco tiempo de la ilegalidad y la persecución a ser vanguardia en, por ejemplo, la igualación del derecho al matrimonio. Y es evidente que esta evolución se ha hecho con un fuerte apoyo social. Pero muchos de esos estudios también nos muestran que queda un sector minoritario dentro de la sociedad, que responde al perfil de hombre joven, que no solo no acepta ni respeta la diversidad sexual, sino que se muestra muy virulento, que se siente enormemente agredido por esta diversidad y responde con agresividad”, explica.

La histórica activista también es de la opinión de que esa minoría, que años atrás había quedado más silenciada, vuelve a sentirse “protegida, envalentonada, crispada incluso” por la presencia de un “discurso de odio” en las instituciones, en partidos políticos, e incluso en unas redes sociales que, dice, se han convertido en “terreno minado” para las minorías sexuales.

García Rodrigo subraya la importancia de que la Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI, que el Consejo de Ministros aprobó en junio para su posterior tramitación, salga “cuanto antes y lo más completa posible”, pero señala otros retos, como “implementar las leyes autonómicas”. “Hay que ser rigurosos con los discursos que alimentan estos incidentes de odio, hay que dejarse de complicidades con los partidos que alientan esos discursos. Hay que hacer un esfuerzo en educación. Seguimos teniendo un sistema que no contempla la educación sexo-afectiva, los jóvenes se siguen formando en unas masculinidades que se construyen desde la misoginia y la homofobia”.

El periodista Rubén Serrano, autor del libro No estamos tan bien (Ed. Temas de Hoy), se muestra muy crítico con los datos de la encuesta de YouGov, que califica de tramposos. “Son datos de percepción de cómo la gente heterosexual se comportaría. Una cosa es tu percepción y lo que te gustaría hacer y otra cosa es lo que la gente LGTBI vive día a día. Ahí están estos datos tan grandes de aceptación de personas LGTBI en las casas, pero el día a día es que aún nos sentimos con miedo de contárselo a los padres. Y no son casos puntuales. Es todo una estructura LGTBIfóbica y de odio que venimos arrastrando en España, no desde hace años, sino hace siglos”, dice.

Delitos de odio

Este lunes, la Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, advirtió del aumento de los delitos de odio a través de las redes sociales y puntualizó que la orientación sexual es ahora el motivo más frecuente, seguido del racismo y la xenofobia, al presentar la memoria de la institución en el año 2020.

Los delitos de odio en España aumentan, según datos del Ministerio de Interior. En los últimos siete años estos delitos han crecido un 9%. En el año 2014 se registraron 1.285, mientras que en el año 2020 se alcanzaron los 1.401. Hay que tener en cuenta que los últimos datos disponibles están condicionados por la pandemia. Si se compara el 2019 respecto al 2014, el aumento es del 33%. Según la misma fuente, los delitos específicos por orientación sexual también siguen al alza. Incluso con el confinamiento de por medio, se registraron casi el mismo número de delitos en 2020 (282) que en 2019 (283).

“Es verdad que ahora las agresiones a personas LGTBI son más visibles, primero porque son más duras y segundo porque las denunciamos más, pero esto no significa que no hubiera agresiones LGTBI en 2008 o 2009”, puntualiza Rubén Serrano.

“En España ha habido un gran avance en legislación y en el apoyo en la educación en la diversidad afectivo sexual, algo que en algunos ámbitos de la ultraderecha no ven adecuado. Ante más exposición y visibilidad, y ante la validación del discurso de odio que rechaza estos avances, crece la sensación de impunidad para cometer este tipo de actos contra el colectivo”, explica Khadija Afkir el Majrissi, trabajadora social de Kifkif, organización de defensa y representación de las personas LGTBI migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en España.

Desde las organizaciones, afirma, están intentando acompañar a quien sufre agresiones y visibilizar las posibilidad de denunciar. Además de exigir una actuación rápida y contundente de la justicia para que se esclarezca lo ocurrido en este último ataque, la organización advierte de que saldrá a las calles a protestar y a seguir ocupando un espacio público que también les pertenece. “El espacio público también es nuestro y no lo vamos a dejar. No vamos a invisibilizarnos ni a dejar que nos invisibilicen”.

Actualización

El joven de Malasaña que denunció la agresión ha confesado a la Policía que las lesiones fueron consentidas.