Las cirugías vuelven a paralizarse en los hospitales con saturación extrema por COVID
En esta meseta inestable que ha resultado ser la cuarta ola de la pandemia de COVID-19, todos los indicadores muestran un avance desigual dependiendo de la comunidad autónoma. La incidencia sube en Aragón, Baleares, Cantabria, Comunitat Valenciana, Euskadi, Madrid y La Rioja. Justo en estas tres últimas la situación de las UCI lleva meses de alto estrés y ha llegado a un punto insostenible. La prueba es que el Servicio de Salud Vasco ha paralizado las cirugías programadas en todos los hospitales por el repunte de casos de COVID-19, algo que no ocurría desde la primera ola. Aun así, las UCI todavía no han llegado a su pico máximo, que según Sanidad se espera a mediados de la semana que viene.
El nuevo perfil de paciente que ingresa en los hospitales con un cuadro grave es más joven y fuerte, lo que redunda en una bajada de las muertes y en estancias más largas en cuidados intensivos. Pero los sanitarios recuerdan que hay otras patologías de riesgo que se ven afectadas cada vez que los recursos se orientan de nuevo al coronavirus. “La cuarta ola se está caracterizando por muchos pacientes no COVID que han contenido su enfermedad hasta ahora”, observa Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad de Medicina Intensiva (SEMICYUC) y jefe del área en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Catalunya tiene uno de los peores datos de ocupación en UCI por COVID desde el inicio de la tercera ola (37,2%), pero también está saturada de otras patologías graves. “Los pacientes son muy prudentes y aguantan hasta que no pueden más porque saben que la situación está muy comprometida en los hospitales y por miedo a contagiarse”, reconoce este jefe de UCI, donde ahora mismo atienden muchas enfermedades crónicas, vasculares, hemorragias digestivas o cardiopatías.
Los pacientes son muy prudentes y aguantan hasta que no pueden más porque saben que la situación está muy comprometida en los hospitales y por miedo a contagiarse
“Es muy difícil convivir con el repunte de la cuarta ola y a la vez con todas las cirugías retrasadas que se estaban haciendo y que se han vuelto a suspender”, narra un médico del Hospital Puerta de Hierro, en Madrid, cuya UCI está al 125% de su capacidad previa a la pandemia solo con pacientes COVID. “Los datos que ofrece Sanidad son orientativos, pero hay centros que están muy por encima de la media de su comunidad”, recuerda Ferrer desde el Vall d'Hebron.
Las UCI en España no han estado nunca por debajo del 40% de capacidad asistencial –en muchos centros extendida tras la primera ola– desde agosto, contando a todo tipo de enfermos. Desde finales de marzo, Sanidad comparte diariamente también las cifras de ocupación no COVID para ilustrar la carga de trabajo real que soportan los hospitales más allá de la pandemia. En anteriores periodos entre olas han tenido tiempo para ir liberando las UCI y dedicar las camas a las cirugías retrasadas, pero en el caso de la tercera y la cuarta, ese alivio ha sido inexistente en muchos centros.
“Hacemos malabares para atender a todas las urgencias clínicas, pero llevamos dos semanas cancelando cirugías y eso puede impactar de forma negativa en el progreso de un enfermo oncológico o cardiológico”, explica el sanitario del Puerta de Hierro. También en Madrid, el Hospital 12 de Octubre ha engrosado su lista de espera con todo lo que no sean operaciones oncológicas, según cuenta Javier, a quien su otorrino avisó de que “tardarían meses” en poder operarle de las amígdalas. “Lo mío no corre prisa, pero habrá situaciones peores en las que digan lo mismo”, lamenta.
Cada vez que la COVID irrumpe con fuerza en un hospital y los ingresos superan el 25%, se activa un protocolo de alerta: las cirugías “no urgentes” se limitan para reservar espacio a los infectados y no exponer a los postoperados. “La subida de ingresos por coronavirus nos machaca cuando habíamos empezado casi a normalizar la actividad no COVID, porque nos obliga a restringirla”, dice Antonio Planas, jefe del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario de la Princesa de Madrid y secretario general de SEDAR, la sociedad de anestesiólogos.
Un tercio de los pacientes pendientes de operación lleva seis meses en lista de espera, una media de 170 días, y en algunas regiones superan incluso los 12 meses. En el último año, se han hecho un 30% menos de intervenciones relacionadas con el aparato digestivo o cardíaco, un 18% menos de colonoscopias y un 35% de pruebas diagnósticas por imagen. “La pandemia ha acaparado la mente de todos y la información de los medios, pero el cáncer y las enfermedades cardiovasculares han sido la segunda y tercera causa de muerte en 2020”, enumera Planas. Su labor en la sociedad es la de apostar por una actividad quirúrgica normalizada y transmitir a los pacientes que “no los vamos a abandonar”.
Precisamente SEDAR, junto a la Asociación Española de Cirujanos (AEC) y organizaciones en defensa de los pacientes, pusieron en marcha en la primera ola la campaña Os Cuidamos para transmitir confianza hacia los hospitales y que la gente acudiese para un diagnóstico temprano. Ahora, lanzan la segunda parte en plena cuarta ola. “Sabemos que la pandemia es un drama, pero todos los pacientes que están pendientes de una intervención quirúrgica también son nuestra prioridad”, asegura el portavoz de SEDAR.
Cualquier subida de ingresos por coronavirus nos machaca cuando en un hospital hemos empezado casi a normalizar la actividad no COVID, porque nos obliga a restringirla
“La cirugía no puede parar y creo de verdad que la urgencia quirúrgica no está comprometida, salvo en determinados sitios y por la necesidad acuciante de algunos hospitales”, asegura el cirujano José Manuel Aranda, portavoz del AEC y gerente del Hospital Reina Sofía de Córdoba. “Va a ser una cosa totalmente temporal”, confía sobre la situación de Euskadi y de algunos centros madrileños y catalanes. Antonio Planas tiene sus dudas, al menos en Madrid. “Celebramos que tenemos solo 500 camas de UCI ocupadas por COVID de las mil y pico que hay en la comunidad; pero antes de la pandemia teníamos un 85% de ocupación igualmente”, explica. “Eso significa que el resto de patologías existen, no han desaparecido”, sostiene.
Evitar segundas, terceras y cuartas víctimas
Los profesionales sanitarios involucrados en la campaña Os cuidamos insisten en que la otra prioridad es transmitir a la ciudadanía que los quirófanos y los hospitales son lugares seguros. “En la primera ola vimos estados muy avanzados y preocupantes porque la gente tenía miedo de venir al hospital y contagiarse”, subraya Aranda. “Por suerte, ahora la gente viene como tiene que venir”, compara Planas, de SEDAR. “En algunos hospitales la situación es más extrema, pero en general se ha intentado normalizar la actividad quirúrgica al 90% entre olas y olas”, explica.
“Toda pandemia tiene una primera oleada de víctimas; pero no podemos olvidarnos de la segunda, la tercera y la cuarta, aunque no estén relacionadas directamente con la COVID-19”, opina. “Las segundas víctimas son los pacientes que precisan una atención preferente y que no la han podido recibir; las terceras son los enfermos crónicos; y las cuartas las personas con enfermedades mentales”, enumera el jefe del Hospital de la Princesa. “Esas oleadas colaterales hay que tratarlas”.
Las segundas víctimas son los pacientes que precisan una atención preferente y que no la han podido recibir; las terceras son los enfermos crónicos; y las cuartas las personas con enfermedades mentales
Las muertes en casa por otras enfermedades aumentaron un 24% durante el confinamiento de la pasada primavera, un escenario que los sanitarios no quieren que se repita nunca más. “Nuestro enfoque y el de la sociedad ha ido cambiando: hay que atender al paciente COVID, por supuesto, pero los oncológicos, cardíacos o vasculares se merecen el mismo tratamiento para asegurar su supervivencia”, resume Planas.
Tanto el portavoz de la sociedad de anestesistas como el de los cirujanos recuerdan que los hospitales tienen circuitos independientes para tratar el coronavirus y separarlo del resto de enfermedades. “Las UCI pueden responder a cualquier patología no COVID”, expresa optimista Aranda, el cirujano andaluz. “No es cuestión de contraponer las enfermedades, sino de todo lo contrario”, asegura Planas, portavoz de SEDAR. “Los profesionales afrontamos esta situación como una oportunidad de reflexión y mejora, para replantearnos aquellos procedimientos que realmente suponen un beneficio para los pacientes”, concluye.
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