El estruendo de la pólvora de los petardos y los fuegos artificiales es imprescindible en las Fallas de Valencia aunque esta ruidosa tradición puede generar ansiedad y miedo en muchos animales de compañía y en algunos, incluso, convertirse en una “verdadera fobia”.
Palpitaciones, taquicardias, dificultades para respirar, temblores o náuseas son algunos de las secuelas que pueden causar a los animales, cuya capacidad auditiva es superior a la de los humanos: pueden llegar a percibir sonidos casi imperceptibles y son más sensibles a ruidos fuertes, como los explosivos.
El veterinario patológico Juan Argüelles, de Ethoclinic Valencia, explica a EFE que los estallidos de pólvora afectan al sistema nervioso de los animales, les generan cuadros de estrés e inestabilidad emocional y pueden agravar su salud al afectar al tímpano, perturbar su capacidad auditiva y provocar en ellos desconcierto y angustia.
El especialista en perros y gatos señala que la naturaleza animal permite a las mascotas acostumbrarse a los ruidos con los que conviven, pero presentan dificultades para asimilar los ruidos desconocidos o artificiales.
Para evitarles sufrimientos durante las Fallas, Argüelles aconseja reforzar estos estímulos durante la fase de socialización, que comprende las primeras doce semanas de vida, en las que el cachorro asume como normal todo lo que le rodea.
Una vez superado este periodo, los estímulos inesperados como la explosión de un petardo pueden provocar miedo en el animal; una reacción “normal” a juicio de Argüelles, ya que es una respuesta adaptativa para sobrevivir.
El verdadero problema, según el especialista, surge cuando este miedo deja de ser proporcional al estímulo y termina convirtiéndose en una “verdadera fobia al ruido”, que lleva al animal a esconderse en sitios extraños y recónditos para intentar huir de aquello que no es capaz de reconocer.
Durante las Fallas, los propietarios pueden construir una zona de refugio para su mascota, evitar sacar al perro durante las horas de mayor ruido, utilizar medicación ansiolítica si se encuentra en una fase aguda o usar difusores de feromonas (sustancias que influyen en el comportamiento) para apaciguarlas.
Los gatos sufren la misma patología y tienen las mismas reacciones de huida que los perros ante los petardos pero, por su naturaleza, son capaces de encontrar tranquilidad en sus refugios naturales.
No obstante, advierte, en estado de ansiedad tienden a atacar “a lo que tienen al lado y no a la fuente del miedo”.
En el caso de las aves, que siempre están en ambientes externos, presentan niveles cardiacos elevadísimos y un estruendo repentino podría provocarles fácilmente un colapso en el corazón.
Por suerte para los animales salvajes que habitan en el Bioparc, este recinto se sitúa a una distancia considerable del centro de València, por lo que mascletaes y castillos de fuegos artificiales se escuchan como un ruido de fondo, sin apenas afectar a la fauna residente.
La directora de Comunicación del Bioparc València, Pepa Crespo, explica a EFE que uno de los principios de este zoológico inmersivo es la prevención, especialmente con los factores que pueden provocar estrés en los animales y por ello, en caso de algún evento ruidoso que distorsione la paz de los animales, suele tomar medidas.
“Para nosotros es importante que no coincida con los horarios de movimiento de los animales desde el habitáculo de día hacia el cobijo de noche, por lo que solemos coordinarnos con la organización del acto para los momentos delicados”, señala Crespo, que recuerda que tirar petardos en las instalaciones está prohibido, aunque lamenta que hay quien lo ha hecho.