La OCDE entra, PISA mediante, en el debate sobre el uso del móvil en clase. Y lo hace, para disgusto de al menos las 63.000 personas que pidieron recientemente su prohibición a los adolescentes, abogando por incluirlos en la escuela con un uso razonable. “La OCDE no recomienda la prohibición generalizada, más bien invita a los países a desarrollar políticas que permitan que los estudiantes hagan un uso adecuado y moderado en la escuela con la finalidad de aprender”, explicó este martes en rueda de prensa Daniel Salinas, analista de la OCDE y uno de los autores de PISA. El Ministerio de Educación está en la misma línea.
La organización internacional ha publicado en PISA información variada sobre cómo afecta el uso de los móviles al rendimiento en clase. Y los datos vienen a decir, aunque quizá más en la línea de la correlación que la causalidad, que mientras no se abuse, no solo no parece perjudicar, sino que suma.
Una hora diaria de móviles en la escuela correlaciona con un aumento en los resultados de 20 puntos en PISA para España. Si se alarga este tiempo, sostiene la estadística, entra en juego el uso que se le dé: si es para fines educativos, sigue aportando, hasta un máximo de cinco horas. Si se utiliza para cuestiones personales, a partir de la hora restan más que aportan.
El informe ahonda en esta cuestión y establece diferencias entre el tipo de uso que se le da al dispositivo, en función de que el centro escolar tenga unas reglas claras puestas en marcha desde la dirección o el profesorado (mayor rendimiento) o estas sean inexistentes o laxas y permitan un cierto libre albedrío al alumnado en su uso (en cuyo caso empeoran los resultados).
El móvil (ajeno) puede distraer
Porque, esta sería la contraparte, tener móviles en el centro educativo distrae el alumnado, también según PISA. A nivel global, el 30% de los estudiantes (dos de cada tres) afirma que le ocurrió eso, un dato similar al español (33%). La OCDE sostiene que quienes sufrieron estas distracciones por persona interpuesta empeoraron su rendimiento en 15 puntos respecto a quienes no. Pero hay un matiz: la mayoría del alumnado no dice distraerse con su propio teléfono, sino que les distraen los compañeros utilizando los suyos. Le sucedió a más del 59% de los encuestados. Apagar las notificaciones también ayudó a esquivar las distracciones, cuentan los estudiantes.
La comparativa de los resultados obtenidos en matemáticas en PISA en función de si el centro educativo permite el uso del teléfono o no también apunta a que son los primeros, los que sí pueden, quienes obtienen mejor rendimiento. Siempre hay excepciones, y justamente España es una de ellas, pero la tendencia mundial es mayoritaria, como se observa en el gráfico.
El Ministerio de Educación también se ha pronunciado sobre el tema a través del secretario de Estado, José Manuel Bar Cendón, durante la rueda de prensa de presentación de los resultados para España de PISA. Y lo ha hecho en la línea de declaraciones previas de la ministra, Pilar Alegría, a favor de la integración, no de la prohibición.
“Debe haber un gran acuerdo social antes de que las cosas se nos vayan de las manos, pero la idea no es detenernos en el pasado sino administrar bien el futuro”, ha reflexionado el número dos de Educación. “España está casi al inicio de un debate de calado tecnológico, educativo y social”, ha afirmado el secretario, que ha añadido que el ministerio no está a favor “de retardar la entrada de las nuevas tecnologías en las aulas” y sí de implementar políticas para un uso adecuado y moderado con la finalidad de aprendizaje en la escuela“.
Los datos de PISA –y su analista Salinas– señalan que la prohibición puede acabar siendo contraproducente en varios niveles. Uno de ellos es el nivel de la ansiedad que experimenta el alumnado que se ve privado de su teléfono, que tiende a aumentar entre quienes van a estos centros cuando no tienen su dispositivo encima. Otro, que los estudiantes a los que se prohibió su uso eran significativamente menos proclives a silenciar las notificaciones de las redes sociales o las apps cuando se iban a la cama, lo que la OCDE aventura que puede deberse a que “son menos capaces de adoptar conductas responsables en lo relativo a su teléfono”.
PISA ahonda en la cuestión indagando sobre la penetración de los dispositivos electrónicos en la escuela para tomar notas o realizar consultas en clase, un elemento que por sí mismo parece desligado del rendimiento porque hay ejemplos en ambos sentidos. Los países que mejor rinden en general en PISA (Japón, Irlanda) aparecen entre los que más alumnado “nunca o casi nunca” los utiliza, pero también hay casos en el otro extremo (Dinamarca). Lo mismo sucede en el sentido contrario. En esta categoría España está entre las naciones donde menos se realiza esta práctica.
En España, el debate atraviesa la sociedad estos días. ¿Móvil sí, móvil no? Más allá de la posición del Ministerio de Educación, la regulación está en manos de las comunidades autónomas. Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid son por el momento las regiones que han prohibido su uso personal durante la jornada lectiva, mientras en el resto la cuestión está en manos de la centros. La muestra existente no da para sacar conclusiones, porque mientras Galicia y Madrid están entre los que rinden bien (dentro de la caída generalizada), Castilla La-Mancha, no.
La OCDE, que desde su pedestal tiene una gran influencia en las políticas educativas que se realizan en todos los países bajo su paraguas, tiene claro que el camino solo va en una dirección. “Un uso moderado de las tecnologías digitales pude ser mejor que una prohibición absoluta del uso de estos dispositivos. Usarlos una cierta cantidad de tiempo que no sea excesivo está relacionado positivamente con el aprendizaje. Estos dispositivos están para quedarse”, sostuvo este martes en Madrid su analista Daniel Salinas.