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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Organizan cacerías comerciales en el parque nacional de Monfragüe a pesar de que la ley lo prohíbe

El parque nacional de Monfragüe continúa permitiendo las partidas de caza a cambio de que no se haga publicidad. Esta salvedad trata de cumplir con la ley que prohíbe la caza comercial en estos espacios protegidos: las monterías que aprovechen sus terrenos no pueden publicitarse ni, en teoría, disparar a ciervos macho, según el Programa de Accion Selectiva 2015 que ha podido revisar eldiario.es. Aún así, ambas condiciones ya se han incumplido.

A pesar de que el programa de este año especifica que no pueden darse cacerías comerciales, los cazadores tienen la posibilidad de comprar puestos desde donde abatir animales. El documento de la dirección del parque admite la posibilidad de realizar monterías para paliar la “superpoblación” (que llama acciones de control) a cambio de que “en ningún caso” se haga “publicidad visual, escrita o de cualquier otro tipo”. Para el día 31 de octubre, está anunciada una cacería a 200 euros cada puesto “dentro del parque nacional de Monfragüe”. No es la única que se prepara.

El documento fechado el 8 de octubre recoge que “en el interior del parque no se podrá disparar sobre machos de ciervo por considerarlo actividad comercial”. El mismo anuncio que vende los diparaderos por 200 euros redacta: “Se caza venado, jabalí y cierva”. De hecho, una montería en la que no se pueda apuntar a animales con cornamentas no tiene mucho sentido en la lógica cinegética.

Además de jornadas directamente desarrolladas en el interior del hábitat legalmente protegido, se dan otras cacerías organizadas en fincas que se solapan con las lindes del parque y que publicitan sus batidas. Por ejemplo, para el 16 de noviembre está planeada otra en Maluéñez de Arriba (en unas fincas denominadas Las Llanas y La Sierra). La partida describe el cazadero de la siguiente manera: “Finca en abierto por la parte del parque que cuenta con una buena cantidad de venados y jabalíes”. Allí prevén disparar a 75 y 10 venados respectivamente.

¿Cómo puede ser esto? Antonio Gentil, de la asociación ecologista Adenex, explica a eldiario.es que “los animales se refugian muchas veces dentro del parque y bajan luego a alimentarse a las zonas más abiertas –donde incluso son cebados–. Allí es donde se les dispara”. Este trasiego de los animales viene también descrito en el reglamento de la dirección de Monfragüe.

El hecho de que se las denomine oficialmente “acciones” no oculta que se trata de monterías. De hecho, el reglamento especifica el número de jaurías de perros que pueden utilizarse para movilizar los rebaños de ciervos hacia los puestos de disparo: “Cuatro rehalas por cada 100 hectáreas”. Estos equipos de perros son utilizados en la caza mayor, la montería a la española, para batir el terreno y conducir las presas a la línea de tiradores. Es una de las mayores preocupaciones medioambientales denunciadas por los ecologistas debido a la gran erosión que producen y al riesgo de que “ejemplares extraviados se asilvestren dentro del parque nacional”.

El documento, como en otras temporadas, no autoriza cacerías o monterías sino que las llama “acciones de control”. La asociación Ecologistas de Extremadura asegura que el fin de semana del 10 y 11 de octubre se celebraron sendas monterías “con suelta de perros y puestos de disparo dentro del Parque Nacional de Monfragüe, previo pago, por supuesto”. Uno de sus portavoces, Pablo Ramos, insiste en que la “superpoblación de ciervos es una excusa para seguir consintiendo la caza comercial”.

Desequilibrio ecológico tras décadas de caza mayor

Porque el exceso de la cabaña de ciervos y jabalíes parece un hecho. Gentil coincide con el director del parque nacional, Ángel Rodríguez, en que existe una “superpoblación motivada también por la mala gestión general de los terrenos colindantes”. Es decir, las prácticas de los cotos de caza que se superponen desde la zona periférica de Monfragüe.

La superpoblación es consecuencia de la selección artificial que décadas de caza mayor han moldeado en la zona. “El declive de las piezas, de los trofeos, ha sido tremendo”, analiza Gentil. Mientras el lobo, el depredador natural de los ciervos y los jabalíes, pudo actuar, las cabañas iban mejorando. “Cazaban los ejemplares más débiles, viejos o con defectos”, analiza el naturalista.

Sin manadas, “la escopeta lo que busca son los mejores ejemplares: los machos con grandes cornamentas, los que ya han formado un harén. Esos son los que se han estado matando. De manera que los machos que se reproducen son los peores ejemplares. Ahora, la media de lo que ya se caza aquí son varetos” [machos de menos de un año con una punta en sus cuernas].

El desequilibrio ecológico que se ha producido de esta manera tiene consecuencias. Los ciervos presionan demasiado a la vegetación autóctona. Compiten, y vencen, con los corzos, mucho más débiles. Además transmiten la tuberculosis bovina.

Los jabalíes depredan a especies menores como los conejos y las perdices (presas del lince ibérico que se quiere reintroducir en Extremadura). Esto último, molestando también a los cotos de caza menor, se ha solventado soltando ejemplares criados en granjas para las épocas de veda.

“A la luz de los resultados, años y años de estos planes de control no han solventado el problema de la superpoblación”, concluye Gentil. Para su organización, “el problema no está en los números sino en la metodología”. Según Gentil, “organizan auténticos tiroteos. Primero disparan a los jóvenes. Después, al acudir las hembras, son las siguientes en caer. Y terminan con los machos”.

Si hay que eliminar ejemplares “puede hacerse selectivamente, con un fusil a distancia. Un guarda entrenado puede abatir 200 o 300 en una jornada”, aseguran. Sin embargo, con la dinámica actual “los cotos ni siquiera cubren los cupos, el negocio está en vender los puestos, montar la jornada de montería, la fiesta que conlleva...”

Organizar cacerías en los parques nacionales de España está prohibido por la ley. Mucho más si son partidas comerciales en las que se cobra por cada puesto de tiro. En las que la carne de las piezas luego se vende. La ley que creó el parque de Monfragüe, incluso proscribe la caza con “fines deportivos”. El plan para eliminar población de ciervo y jabalí esta temporada ha incorporado por primera vez expresamente estas limitaciones –vigentes en realidad desde que se declaró parque nacional en 2007–.