“Aunque el ejemplo de la tasa aplicada a las bolsas de plástico en muchos países ha dado resultados impresionantes, se debería alentar a los Estados miembros a diversificar estas medidas”. Esta es una de las conclusiones de un informe publicado la semana pasada por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) y en el que se afirma que se debe dar prioridad a la reducción del uso de los envases plásticos de un solo uso, ya que este tipo de materiales suponen “el flujo de residuos de plástico más grande de Europa”.
El informe de la AEMA ofrece una visión general de la prevención de los residuos plásticos en Europa, a través del análisis de las 173 medidas nacionales desarrolladas en los distintos Estados miembros. Muchas de estas medidas están vinculadas a las bolsas de plástico, puesto que en 2015, la unión aprobó una directiva sobre envases en la que se establecían objetivos específicos para disminuir el consumo de este tipo de productos.
De las estrategias nacionales analizadas, 105 tienen como objetivo directo los canales de producción, aunque la mayoría son acuerdos voluntarios para que la industria reduzca el uso de plástico o mejore el desarrollo de nuevos envases más sostenibles. De todas estas medidas, solo 25 son regulatorias y la mayoría están directamente relacionadas con la limitación o prohibición del uso de bolsas de plástico.
El resto de las medidas analizadas se centra en la fase de consumo, a través campañas de información o de la aplicación tasas para determinados productos, la mayoría, de nuevo, relacionadas con el cobro de tarifas a los consumidores por el uso de bolsas de plástico. Aunque la AEMA reconoce la importancia de todas las medidas propuestas, el informe establece la necesidad de llegar a otros productos y con otros acercamientos.
Media Europa no ve los plásticos como prioridad
El documento también destaca que la prevención de los residuos plásticos solo ha sido declarada prioritaria en 14 países, entre los que destacan Alemania, Suecia o España, mientras que en los otros 15, entre los que se encuentran Francia, Suiza o Italia, este aspecto no se menciona de forma explícita.
Aunque la agencia también destaca algunas medidas concretas que han resultado exitosas, como la legislación francesa para reforzar la prevención del uso excesivo de envases, hace especial hincapié en las carencias estratégicas de la mayoría de los Estados, que no disponen de objetivos concretos, ni de mecanismos de evaluación para comprobar el resultado de las medidas aplicadas. “Muy pocos países han establecido objetivos cuantitativos” y “la mayoría de los programas de prevención de residuos siguen en curso y aún no han sido evaluados”.
La falta de evaluación de las medidas propuestas hace que los resultados en la generación de residuos plásticos sean difíciles de valorar. Según datos de Eurostat, el país que más aumentó su consumo de plástico per cápita entre 2007 y 2016 fue Polonia, con un incremento de un 96%, mientras que los que más redujeron su consumo fueron Grecia con un 36% o España, con un 11%. Sin embargo, el informe aclara que estas fluctuaciones “no pueden atribuirse necesariamente a las medidas de prevención de residuos” y apunta a otros factores, como la crisis económica.
La demanda de plástico sigue creciendo
Aunque el informe insiste en la reducción del uso de plásticos como principal medida para reducir su impacto ambiental, también destaca la importancia del reciclaje y la gestión de los residuos. Sin embargo, a pesar de que en 2016 la recogida de los residuos plásticos generados en Europa aumentó hasta el 31,1 %, el informe afirma que “una parte significativa se comercializa a otras regiones del mundo y gran parte del reciclaje de este material tiene lugar fuera de Europa”, en países en los que las normas medioambientales pueden no ser tan estrictas.
Además, a pesar de la cantidad de residuos recogidos, el material reciclado solo sirvió para cubrir alrededor del 6 % de la demanda europea actual de plásticos, que no ha dejado de crecer durante los últimos años, pasando de 46 millones de toneladas en 2010, a casi 52 millones de toneladas en 2017, según datos de Plastics Europe.
La aportación de Europa supone casi una sexta parte de la producción mundial, que alcanzó los 348 millones de toneladas en 2017, 13 millones más que el año anterior. Hasta el año 2015, en el mundo se habían generado más de 8.000 millones de toneladas de plástico, de las que más de 6.000 ya se han convertido en basura. De todos esos residuos, solo el 9 % se recicló, el 12 % se incineró y el 79 % se acumuló en vertederos o en el medio ambiente.
Se estima que la producción y la incineración de residuos plásticos en todo el mundo genera cada año unos 400 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono, más del doble de las emisiones asociadas al tráfico aéreo en 2017, que alcanzaron las 163 millones de toneladas.