El Nuncio, representante del Papa en España, cree que los obispos de nuestro país lo están haciendo perfectamente en materia de abusos. Así lo aseguró Bernardito Auza en sus palabras a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, después de las palabras de su presidente, el cardenal Omella. “Nadie puede poner en duda la credibilidad de la Iglesia en sus declaraciones y actividades”, aseguró Auza.
“Nadie puede interpretar falta de trasparencia o negativa a secundar los que el Papa pide al respecto”, recalcó el Nuncio, quien apoyó explícitamente la nota que este viernes publicaron los obispos en respuesta a la ministra Ione Belarra, y señaló “el trabajo bien realizado por parte de todos ustedes que, secundado los deseos del Santo Padre, prestaron enseguida atención y dieron presto cauce institucional, a nivel Diocesano, en materia de abusos de menores”.
Antes, monseñor Omella hizo un llamamiento a los gobernantes a dejar “disputas internas entre partidos políticos”, que provocan “soluciones fáciles y populistas a problemas graves” en mitad de la crisis económica y social marcada por el coronavirus. “Es el momento para la verdadera política”, recalcó.
En su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Iglesia española, el cardenal de Barcelona lamentó el “régimen el temor, de la incertidumbre y la sospecha” que ha marcado el último año, y subrayó que “no es el momento de defender intereses particulares”, sino para “el fortalecimiento y credibilidad de las instituciones en las que se asienta nuestro sistema democrático”.
Así, Omella reclamó “asegurar la dignidad de todos y la necesaria justicia social que es siempre garantía de paz social”, así como “reformas estructurales que superen el vaivén de intereses electorales cortoplacistas”, pues “la política existe para servir y ahora está llamada a servir más que nunca y a olvidarse de la consecución de intereses partidistas o su imposición ideológica aprovechando la crisis humanitaria y social que padecemos”.
Eutanasia y los derechos de la Iglesia
“La Iglesia no es una empresa, ni un partido, ni un grupo de presión social, ni un lobby de poder”, insistió Omella, quien no obstante aprovechó sus palabras para criticar algunas de las últimas medidas aprobadas por el Gobierno, como la ley de la eutanasia, que “ha supuesto un fuerte contraste con la sensibilidad social por el cuidado de las personas mayores y enfermas”, así como algunas voces que instan a la Iglesia a no entrometerse en la política. “Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”, sostuvo.
“Ante la tentación de algunos, que querrían apartar a la Iglesia del diálogo social, cultural y político”, afirmó Omella, quien defendió que “la comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno” y, citando al Papa Francisco, advirtió que “nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”.
“En España, el paro ha aumentado y afecta a casi cuatro millones, además de los abultados ERTE, de incierto futuro. Pero los primeros en sufrir el parón de la economía han sido los 8,5 millones de personas que ya se encontraban en exclusión social antes de la pandemia”, glosó Omella, haciendo referencia al informe Foessa para explicar que “como siempre, quienes sufren más las crisis son los más desfavorecidos, los que tienen menos oportunidades para acceder a los servicios básicos. Entre ellos, sobre todo, los refugiados, los migrantes en situación irregular, las víctimas de la trata de personas, que la pandemia ha invisibilizado”.
Vacuna y pederastia
“Así como el virus no ha hecho diferencias y ha afectado a toda la humanidad, es de desear que también la vacuna sea un bien común que se distribuya a todos por igual y no sea una propiedad privada de unos pocos, sin hacer diferencias entre países ricos y países pobres”, sostuvo el presidente de la CEE, quien no obvió -si bien al final de su discurso- el drama de la pederastia en la Iglesia española. Sin entrar en polémicas -como sí lo hiciera una nota previa el pasado viernes-, Omella admitió que “hay que prevenir en la formación (de sacerdotes) todo tipo de clericalismo y de futuros abusos ya sean sexuales, de conciencia o de poder”.
“El compromiso de la Iglesia en este punto es incuestionable con las nuevas normas de imputabilidad y la progresiva creación de Oficinas para la Protección de menores en todas las diócesis. Para el desarrollo de la pastoral vocacional, uno de los proyectos de estos años será la creación de un Centro nacional de Vocaciones”, anunció.
Toda la información en www.religiondigital.org