Un profesor aragonés de Secundaria con 10 años de experiencia gana 500 euros menos al mes que un compañero de Euskadi en sus mismas circunstancias. Además, un docente español necesitará 39 años para alcanzar su retribución máxima y es probable que se jubile antes de llegar a ella, mientras en países como Dinamarca o Noruega ronda los 15, según se desprende de un estudio comparativo realizado por UGT, que alerta de las grandes diferencias salariales entre docentes según la comunidad en la que trabajen y, fuera de nuestras fronteras, respecto a muchos países europeos.
También advierte el estudio de que el profesorado español no ha recuperado aún la pérdida de poder adquisitivo que sufrió a raíz de los recortes de la crisis que empezó en 2008. Casi un 15% de su poder adquisitivo entre 2010, cuando empezaron los recortes, y 2014, año en el que empezaron a recuperarse los salarios. Hoy, diez años después (los datos son de 2020), todavía tienen un déficit salarial del 7%. En Europa les ha ido algo mejor: también perdieron poder adquisitivo en 2010, pero en 2015 la UE de los 22 había vuelto ya al punto de origen.
El informe Retribuciones salariales del profesorado. Comparativa con los países europeos de nuestro entorno, realizado a partir de datos de la red europea Eurydice, explora las condiciones de trabajo de los docentes españoles de Primaria y Secundaria precisamente cuando el Ministerio de Educación ha abierto el melón de redactar un estatuto docente que regule y desarrolle la profesión, pero que no entra en lo que Maribel Loranca, responsable de Educación de UGT, define como “las condiciones de trabajo” del profesorado, una cuestión nuclear si se quiere atraer a “los mejores” a la función docente, como suelen afirmar las administraciones.
Asturias y Euskadi, arriba
La situación salarial de los docentes en España es similar, comparativamente, en todas las etapas analizadas en el informe y en todos los momentos de la carrera profesional: se observe Primaria, Secundaria o Bachillerato, se mire el salario de un maestro o el de un profesor, tenga cero, 10 o 15 años de experiencia, el patrón se repite con consistencia.
Asturias –una comunidad que tiene algo parecido a una carrera docente desarrollada–, Euskadi –generosa en la retribución básica antes de los complementos– y los sitios con algún elemento particular –Ceuta y Melilla o las Islas Baleares y las Canarias– aparecen en la parte alta de las tablas salariales docentes; en el otro extremo están Castilla y León, Extremadura y Andalucía, las comunidades que menos pagan a sus docentes. Madrid, que suele presumir de ser la región más rica de España, se coloca en la mitad inferior de estas tablas.
Las diferencias entre los salarios se pueden dar por varias vías. Puede aparecer directamente desde el inicio en la retribución básica, en el complemento específico de formación que se otorga en periodos de seis años o a partir de otros complementos (como los que ofrecen las ciudades autónomas o las islas por sus características especiales) o en el desarrollo de la carrera docente, camino que han empezado a explorar tímidamente Asturias o Murcia.
José Luis Valero, responsable del Gabinete de Estudios Técnicos de UGT explica que aunque las comunidades efectivamente tienen la potestad de modificar los complementos a voluntad, le llama la atención que estos sean variables en su cuantía pese a que se exige lo mismo para obtenerlos, y pide que se avance hacia una “cierta convergencia” entre comunidades.
Se tarda tanto en llegar al máximo que hay quien no llega
El informe mira más allá de los Pirineos para tratar de comparar la situación del profesorado español con la de sus colegas europeos, aunque advierte de que los datos pueden no ser absolutamente comparables por las diferencias a la hora de calcularlos de los diferentes países. Tampoco cuesta lo mismo vivir en Suecia o Suiza que en España o Portugal, por lo que el siguiente gráfico, adaptado por elDiario.es a partir de los datos en bruto del informe de UGT, refleja los salarios ajustados según el coste de vida de cada país.
El salario medio que recibe un docente español está, tras la armonización, por encima del que reciben los noruegos y por debajo del de un profesor austriaco, aunque sensiblemente inferior a la media de los 12 países analizados, si bien es cierto que la inclusión en este grupo de Luxemburgo distorsiona la media.
UGT destaca también –para mal– que España sea el país entre los analizados en el que más se tarda en alcanzar el salario máximo posible en la profesión. Tanto se tarda, explican desde UGT, que la mayoría de los docentes se ha jubilado antes de llegar a ese techo: son 39 años de carrera para un profesor español, cuando los que menos tiempo necesitan están en 12 (Dinamarca), 16 (Noruega) o 18 (Países Bajos). La media son 26 años.
Otro de los grandes debes, explican los datos, es la evolución salarial durante la carrera docente. La parte negativa de tener un salario inicial relativamente alto y uno final que flojea es que por el camino pasan pocas cosas. Así, en España el salario sube un 9% en los primeros diez años y un 16% en los primeros 15. El incremento se acelera hacia el final: un 30% para Primaria hacia el final de la carrera y un 42% en Secundaria.
En otros países tienen una evolución más rápida. Los Países Bajos duplican el salario de sus profesores desde que empiezan hasta que se jubilan, igual que Portugal o Luxemburgo.
Loranca lamenta que el asunto de la mejora de las condiciones de trabajo ni siquiera está sobre la mesa, pese a que “cada vez se exige más” al profesorado. Por ejemplo, en estos cursos que vienen en que se aplicará la reforma educativa, lo que les obliga a formarse, entre otras cuestiones. “Llama la atención que es voluntad de las administraciones seleccionar para la función docente a los mejores cuando en esas propuestas no se habla ni de revisar las retribuciones ni de rebajar la carga lectiva. Tampoco se habla de rebajar las ratios. Es imposible así”, reflexiona.