Profesores de Secundaria: ellas enseñan, ellos dirigen

Mercedes tiene 52 años. Lleva casi media vida dando clase y, dice, “no cambiaría de profesión por nada del mundo”. Forma parte de ese 95% de los docentes encuestados en el estudio internacional TALIS que están satisfechos con su trabajo, que les gusta lo que hacen.

Y esa vocación es precisamente la que anima a Mercedes, como a tantos otros, a remar en contra de las críticas habituales hacia los docentes mientras busca fórmulas imposibles para seguir prestando a los alumnos la misma atención a pesar de los recortes. De hecho, entre las cifras más llamativas del informe destaca que el 92% de los encuestados nacionales cree que la población no valora su trabajo, frente al 69% de media internacional.

Ella estudió Ciencias Biológicas, pero pronto tuvo claro que lo suyo era enseñar. “Me recuerdo a mí misma en mi segunda clase pensando: ésta va a ser mi vida”. Aprobó las oposiciones en 1992 y, desde entonces, ha trabajado como profesora de Secundaria en institutos públicos de Madrid. Responde casi a la perfección al perfil de docente que retrata el informe: mujer, de edad media-alta, que completó estudios universitarios o de educación superior, con 18 años de experiencia de media y que trabaja a tiempo completo.

Ellas son mayoría en las aulas. Suponen un 59% de la plantilla, pero los puestos de dirección siguen ocupados mayoritariamente por ellos. La proporción de mujeres que desempeñan el cargo de directora en centros de Secundaria es del 45%; un porcentaje que no se desmarca, sin embargo, de la tendencia en los demás países de la OCDE. El perfil del director de instituto, tanto en España como en el conjunto de naciones participantes en el estudio, corresponde a un hombre.

Esta es la segunda edición del Estudio Internacional de la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS), la encuesta de la OCDE que examina las condiciones y el trabajo de los profesores. No sus conocimientos o habilidades, como en el caso de PISA o PIAAC. Este informe compara diversos aspectos de la enseñanza en centros de Secundaria de 33 países, entre los que se encuentra España. Para ello se han realizado 106.000 entrevistas a docentes. En España, los cuestionarios han sido respondidos por 3.339 profesores y 192 directores. De ellos, el 74% desempeñan su trabajo en centros públicos, un número inferior a la media de TALIS (78%).

Y es que España está muy por encima del resto de la Unión Europea en porcentaje de enseñanza privada concertada: en el curso 2010-2011, representaba un 22,6% de toda la educación primaria y secundaria, 16 puntos por encima del 6,5% de media en Europa.

Sin embargo, el reflejo del número total de adolescentes que acude a los centros educativos apenas presenta diferencias en España respecto al resto de países. El tamaño medio de los centros en España es de 545 alumnos, algo superior al promedio de la OCDE (508), aunque la ratio de alumnos por profesor es prácticamente la misma: 23,8 estudiantes en la media de Talis y un 23,6 en España.

Pero hay otros datos que sí dibujan más contrastes en las aulas españolas. Y describen los desafíos particulares a los que se enfrenta el sistema. Según el estudio, el 30% de los profesores españoles preparan sus contenidos en centros educativos con más de un 10% de estudiantes cuya lengua materna es distinta a la de enseñanza. La media de la OCDE es de casi la mitad: un 17%.

Alumnado de necesidades especiales

Mercedes, tras años de idas y venidas en varios centros, obtuvo hace un lustro su destino definitivo en el IES Fernando Fernán Gómez de Humanes (Fuenlabrada). El centro no está catalogado como de díficil desempeño, aunque está situado en una zona deprimida del sur de la región.

A pesar de que las altas tasas de pobreza infantil sitúan al España como el segundo con el mayor índice de la Unión Europea (solo por detrás de Bulgaria), el país no sale muy mal parado en este aspecto. El dato de entrevistados que ejercen en centros con más del 30% de alumnos provinientes de hogares desfavorecidos socioeconómicamente en España es inferior a la media: un 14 frente a un 19%.

En apoyos educativos, los institutos públicos tampoco van sobrados. TALIS evidencia también que los recursos de los centros para los estudiantes con necesidades educativas especiales son insuficientes. Y en España más aún que en el promedio de la OCDE: un 62% de los institutos cuentan con menos profesores de los requeridos para este alumnado, frente a un 49% de media internacional.

Además, este último resultado se obtiene con una vara de medir distinta, ya que el número de estudiantes que necesita este refuerzo adicional es muy inferior en los centros españoles estudiados. Solo un 16% de los profesores españoles afirmaron enseñar en institutos con más del 10% de alumnos con necesidades especiales, frente a un 34% de media internacional.

Mercedes asegura que en su centro de trabajo se sigue prestando una atención suficiente a los estudiantes con desfase curricular. “Estos alumnos continúan con los programas de compensatoria y, los que así lo requieren, de integración. Aunque –reconoce– sí es cierto que se ha notado un poco en el número de docentes que desempeñan estas funciones en el centro. Aquí vienen chicos y chicas con problemas muy graves. Algunos están condenados a acabar la ESO y, sobre todo si no hay suficientes apoyos, les supone un verdadero suplicio”.

Cuando los docentes deben describir el apoyo pedagógico se evidencia otro salto negativo. La ratio de personal de apoyo pedagógico por cada profesor es, en la media OCDE, de uno cada 12 docentes. En España ese baremo trepa hasta uno por cada 20.

Este curso, la profesora da nueve horas semanales a alumnos del programa de diversificación. Además, tiene tres clases más de primero, segundo y tercero de la ESO. Y, por si fuera poco, es también tutora del grupo de los más pequeños. “Tengo solo dos horas semanales para atender a mi tutoría. Una con todos mis alumnos y otra que dedicamos a atender a las familias. Hace unos años, antes de los recortes, teníamos una hora más. Ahora hacemos lo imposible, yo y otros profesores, por atender a nuestros chicos y chicas cuando hay algún problema. En recreos, después de que suene la campana...”.

Promoción de los profesores

La secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, ha protagonizado varias controversias con sus declaraciones sobre el profesorado. “La mayor parte de la inversión se ha desviado a reducir la ratio alumno-profesor y a mejorar el salario de los profesores”, dijo en un acto en Brasil sobre el gasto educativo de la última década. Desde el Ministerio apuntan a la necesidad de mejorar la formación de los docentes y a sus pocas motivaciones para mejorar, con el Estatuto del Docente en el horizonte.

El estudio TALIS refrenda algunas de las ideas del equipo de José Ignacio Wert, que se ha hecho eco en una nota de prensa del dato del 36% de profesores que “nunca ha sido formalmente evaluado por método alguno” (frente al 7% de media en el informe) y del 87% que declara que nunca ha observado clases de sus compañeros.

La información del Ministerio también recoge que cuatro de cada cinco docentes no encuentran incentivos para participar en este tipo de actividades, pero se ha dejado en el tintero las desventajas de los profesores españoles en este aspecto. Solo un 2% recibe un complemento salarial para las actividades fuera de las horas de trabajo, frente al 8% general de TALIS. El apoyo no monetario, como la docencia reducida o la concesión de días de permiso, se reduce a más de la mitad, de un 6% frente al 14% general.

En medio de este panorama, el blanco de todos los dardos siguen siendo los docentes. No solo para el Ministerio de Educación, sino también a pie de calle. “Muchas críticas ya las tenemos asumidas: que si tenemos muchas vacaciones, que si trabajamos pocas horas.... Casi nadie sabe lo que hay detrás de nuestra labor. No se trata de llegar a clase y soltar un rollo. Hay una fase previa de preparación y de organización que no se ve. Porque mi profesión es prácticamente mi vida entera, no sé cómo explicarlo”, reconoce Mercedes.

Y se hace un pequeño silencio tras el que continúa hablando, esta vez con cierto tono de resignación: “Los profesores nos exponemos a un cuestionamiento continuo de nuestro trabajo. Parece que todo el mundo es capaz de opinar, como si entendieran qué significa estar día a día en un aula”.