Histórico paso adelante de la Iglesia. El Sínodo de la Amazonía, que esta tarde ha concluido sus trabajos, ha aprobado por una mayoría cualificada (más de dos tercios) todos los puntos de su documento final, en el que se pide al Papa la ordenación sacerdotal de hombres casados, el diaconado permanente para las mujeres y la creación de un 'rito amazónico' que tenga en cuenta la peculiaridad de los pueblos originarios.
El resultado ha ido mucho más allá de lo que se esperaba, aunque todo dependerá de qué hará finalmente el Papa con este documento. Tal y como él mismo anunció, publicará una exhortación apostólica “antes de fin de año”, que se convertirá en doctrina de la Iglesia. Por primera vez, las mujeres se abren paso con fuerza, y parece que definitivamente.
El documento, de 120 puntos, ha sido aprobado en su totalidad, y con una oposición mucho menos importante de lo que se preveía. Así, el punto que más 'noes' ha obtenido ha sido el de la ordenación de hombres casados, con 128 votos a favor por 41 en contra. La ordenación de diaconisas apenas ha cosechado 30 votos negativos, mientras que la creación de un rito amazónico no ha llegado a la treintena de opositores.
Y es que, por mucho que los rigoristas –los de la 'élite católica', como los definió Francisco en su discurso final– han presionado, dentro y fuera del aula sinodal, para evitar un Sínodo progresista, lo cierto es que la derrota ha sido sonora. Apenas ha quedado un borrón en una jornada festiva: finalmente, las mujeres no han podido votar. Treinta y cinco mujeres han participado durante el Sínodo, y el viernes entregaron una carta al Papa reclamando el derecho a ser consideradas 'madres sinodales', y poder votar. Finalmente, esto no se ha producido.
¿Qué dice el documento final del Sínodo?
En primer lugar, reconoce la necesidad de “una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, y exige “que la voz de las mujeres sea oída, que ellas sean consultadas y participen en las tomas de decisiones y, de este modo, puedan contribuir con su sensibilidad para la sinodalidad eclesial”.
¿Qué supone esto? Que “es necesario que asuma su liderazgo en el seno de la Iglesia, y que ésta lo reconozca y promueva reforzando su participación en los consejos pastorales de parroquias y diócesis, o incluso en órganos de gobierno”. ¿Cómo? Reconociendo “la ministerialidad que Jesús reservó a las mujeres”. Esto es: que Jesús ya trató como discípulas a las mujeres.
“Pedimos que sea creado el ministerio instituido de la mujer dirigente de la comunidad, y reconocer esto, dentro del servicio de las cambiantes exigencias de la evangelización y la atención a las comunidades”, añade el documento. El párrafo clave es el siguiente: “En las múltiples consultas realizadas en el espacio amazónico, se reconoció y se recalcó el papel fundamental de las mujeres religiosas y laicas en la Iglesia de la Amazonía y sus comunidades, dados los múltiples servicios que ellas brindan. En un alto número de dichas consultas, se solicitó el diaconado permanente para la mujer”.
El otro gran punto de debate fue el de los 'viri probati' o curas casados. En este punto, el documento votado por los sinodales reclama una revisión de las normas del celibato obligatorio, y no sólo en la Amazonía, sino con “un abordaje universal”: “Considerando que la legítima diversidad no daña la comunión y la unidad de la Iglesia, sino que la manifiesta y sirve, lo que da testimonio de la pluralidad de ritos y disciplinas existentes, proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente (…) de ordenar a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los sacramentos”. Una camino que, tras el Amazonas, podría darse en la España vaciada o en todos aquellos territorios donde no sea posible la presencia constante de sacerdotes.
La realidad de la Amazonía
Al tiempo, los sinodales propusieron “que sea establecida una Universidad Católica amazónica”, así como “crear un organismo episcopal”, una suerte de 'Conferencia Episcopal Amazónica', y un rito para los pueblos originarios, que dé “una respuesta auténticamente católica a la petición de las comunidades amazónicas de adaptar la liturgia valorando la cosmovisión, las tradiciones, los símbolos y los ritos originarios que incluyan dimensiones trascendentes, comunitarias y ecológicas”, y que “pueda celebrarse y vivirse según las lenguas propias de los pueblos amazónicos”.
Junto a los aspectos más eclesiales, el documento también aborda la realidad de la Amazonía y de sus pueblos. “La Amazonía hoy es una hermosura herida y deformada, un lugar de dolor y violencia”, denuncia el Sínodo. Este lamenta “los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos”, provocados por la privatización de terrenos y del agua, las concesiones madereras legales y el ingreso de madereras ilegales; el impacto de las hidroeléctricas, la industria extractiva y, en definitiva, el impacto de la mano huaman en el cambio climático.
“Son amenazas reales que traen asociadas graves consecuencias sociales: enfermedades derivadas de la contaminación, el narcotráfico, los grupos armados ilegales, el alcoholismo, la violencia contra la mujer, la explotación sexual, el tráfico y trata de personas, la venta de órganos, el turismo sexual, la pérdida de la cultura originaria y de la identidad (idioma, prácticas espirituales y costumbres), la criminalización y asesinato de líderes y defensores del territorio”, añade el texto.
El documento ve detrás de todo ello “los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes, con la complicidad de algunos gobernantes y de algunas autoridades indígenas”. “Las víctimas son los sectores más vulnerables, los niños, jóvenes, mujeres y la hermana madre tierra”, concluye.
Toda la información en www.religiondigital.org.