No solo son agresiones sexuales las violaciones que suelen identificarse cuando se habla de enfrentar este tipo de violencia sobre las mujeres. Hace un año que los Sanfermines situaron el tema en el centro de la agenda mediática y desataron una contundente oposición ciudadana ante hechos como la violación múltiple a una joven que sigue a la espera de juicio. Con el inicio de las fiestas Pamplona ha vuelto a blindarse para prevenir y hacer frente a esta y otro tipo de agresiones no identificadas habitualmente como tal.
Como otros años, el Ayuntamiento ha diseñado un protocolo y una campaña de sensibilización con los que quiere declararse ciudad “libre de agresiones sexistas” después de que hace algunos años la institución navarra se sumara a las demandas que el movimiento feminista llevaba haciendo desde los 90. El objetivo es “no dejar ninguna expresión de violencia sexista fuera de nuestra intervención, enmarcándolas todas en una violencia estructural basada en un sistema de dominación sobre las mujeres”, explica la técnica de Igualdad Zaloa Basabe.
Para ello, aunque el protocolo ya hacía frente a todos los tipos de agresiones, este año se han querido definir tres escenarios: en el primero se incluyen aquellas agresiones y comportamientos de carácter intimidatorio que atentan contra la dignidad y libertad de la mujer como amenazas, insultos o tocamientos. El segundo tipo se corresponde con los abusos y atentados físicos de naturaleza sexual, como las violaciones, y el tercero se refiere a “asesinatos sexistas y otros escenarios de especial gravedad”.
El año pasado, afirma Basabe, “también se daba una respuesta y se registraban estas denuncias, pero hemos querido fijarlo así para mejorar la coordinación y que todo el mundo lo tenga claro”.
La portavoz de la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista, Iratxe Álvarez, que ha participado en el grupo Sanfermines en Igualdad para crear este marco, dice que es una forma de conseguir “que todas hablemos en los mismos términos, que llamemos agresiones sexistas a todos los tipos y nos pongamos de acuerdo en el mensaje que queremos lanzar”.
Las agresiones más invisibilizadas, como los tocamientos, también se dan con frecuencia en las fiestas y los colectivos feministas llevan tiempo intentando llamar la atención sobre todas aquellas que no se corresponden con la punta del iceberg de la violencia machista. Según datos del Ayuntamiento, el año pasado se presentaron seis denuncias por agresión sexual y once por tocamientos, sumadas a las 41 que se recogieron en la caseta del Ayuntamiento instalada para tal fin y a otras tantas recibidas en la que depende de los colectivos feministas, que también habilitan la suya propia y mantienen su propio protocolo.
Álvarez incide en que todas “son igual de importantes” y, de hecho, “la gravedad no depende del tipo de agresión, sino de la mujer que la sufre y lo que vive”. Por ello, las presentan en tres escenarios diferentes es una forma de evitar “que parezca que haya muchas que no se dan, porque cuando le damos mucha relevancia solo a un tipo de violencia, el resto se invisibilizan y esconden”, añade la experta.
Así es el protocolo
Según Álvarez, este año se ha incidido de manera especial en que se trata de una respuesta colectiva, “que no es una cosa del grupo Sanfermines en Igualdad, que se ha empeñado en ello, sino un posicionamiento de ciudad”. Pamplona se ha llenado estos días de manos rojas repartidas en los balcones, taxis, las entradas de los bares o las marquesinas de los autobuses para mostrar que “más allá del marco institucional, son la ciudadanía y sus movimientos y colectivos sociales quienes se oponen”, sostiene Basabe.
Los medios de comunicación son otra de las piezas clave del marco puesto en marcha por el consistorio, que ha elaborado un decálogo para informar sobre agresiones. Pero además, se ha diseñado un protocolo de intervención que implica la coordinación de varias áreas del Ayuntamiento. Este se activa ante una denuncia en sede judicial o policial y también en la caseta habilitada para ello y comprende la actuación policial, una de acompañamiento y ayuda y una tercera de respuesta institucional y ciudadana.
De manera inmediata tras la denuncia se activa el servicio social de acompañamiento, que garantiza que la mujer esté permanentemente acompañada por dos personas –al menos una de ellas mujer– que le facilitarán recursos de asesoramiento jurídico, psicológico, irán con ella al centro médico y le podrán proponer la posibilidad de que acuda a los alojamientos que el Ayuntamiento ya tiene preparados para este fin fuera del foco festivo. “Todo esto respetando la voluntad de la víctima”, añade Basabe.
Además, un equipo técnico de guardia durante 24 horas estará en contacto con el movimiento feminista para recoger toda la información relativa a denuncias de agresiones sexistas, ya que los colectivos cuentan con su propia caseta y un teléfono en el que también las reciben. Por último, con cada agresión se decidirá con qué tipo de acción ciudadana o institucional se responde: suspensión de la fiesta durante un tiempo, concentraciones, manifestaciones, etc.
Cada vez más se visibilizan las agresiones sexuales en las fiestas de las ciudades y pueblos, muchas de ellas en verano, y muchos ayuntamientos se han sumado a diseñar protocolos y campañas específicas contra ellas. Así lo hicieron el pasado año Vitoria, Bilbao, Huesca o Málaga. Pero muchos años antes, ya eran los movimientos feministas de las ciudades y barrios los que llamaban la atención sobre este hecho y desarrollaban sus propios protocolos.
Así ocurría en Pamplona hasta que el consistorio escuchó las demandas de los colectivos de mujeres y se enriqueció con la experiencia que éstos habían desarrollado en los últimos años, que siguen muy activos. De hecho, este mismo martes recorría la ciudad una manifestación nocturna, protagonizada por mujeres vestidas de negro, para avisar de que en Sanfermines “no se tolerarán las agresiones sexistas” y para llamar a la autodefensa feminista.