Reacción en cadena: el deterioro de Atención Primaria pone en jaque a todo el sistema sanitario

David Noriega

14 de enero de 2023 21:47 h

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Si quiebras la base, la estructura se viene abajo. La afirmación sirve para un rascacielos o para un castillo de naipes. También para el sistema sanitario y, en el caso español, los cimientos son la Atención Primaria. En Madrid, los médicos de familia y pediatras han retomado este jueves una huelga indefinida reclamando mejores condiciones, a la que amenazan con sumarse sus compañeros de Andalucía, Extremadura, Catalunya, Navarra, Comunitat Valenciana, Cantabria y Aragón, en ese y en otros niveles asistenciales.

En el caso del primer eslabón del sistema sanitario, los pacientes llevan meses sufriendo largas esperas para una cita y los profesionales denuncian una sobrecarga asistencial que dificulta, cuando no impide, proporcionar una atención óptima. Y, como una reacción en cadena, esto repercute en otros servicios: desde las urgencias que reciben el impacto de primaria hasta las especialidades a las que llegan pacientes que podrían haberlo hecho antes. O el descuido de la educación para la salud, que da herramientas a los ciudadanos para abordar asuntos menos urgentes.

Hasta un 40% más de urgencias hospitalarias

La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) alertaba este miércoles de la “complicada e insostenible situación que continúan viviendo estos servicios”. La organización lleva semanas advirtiendo de un aumento de las atenciones, que calculan en este momento en torno a un 30% más que en 2019, con picos de hasta el 40% en algunas comunidades autónomas e imágenes de servicios colapsados y con pacientes esperando en los pasillos a ser trasladados a planta.

A un aumento medio anual del 5% y la tensión habitual cada temporada por la incidencia de los virus respiratorios se suma este año el trasvase de pacientes que no tienen acceso de forma fluida a los centros de salud. “El primer escalón de accesibilidad para la población son los compañeros de atención primaria. Si un paciente necesita una cita para su médico de cabecera y no la tiene en un tiempo prudencial, sino que se prolonga una semana o diez días, va a buscar un recurso. Quienes están presentes las 24 horas y siempre localizados son los servicios de urgencias extrahospitalarias”, indica el presidente de la sociedad, José Manuel Fandiño. 

Según el último barómetro sanitario del Instituto Nacional de Estadística, publicado en noviembre, siete de cada diez personas que necesitaban ver a un médico tuvieron que esperar más de dos días para tener una cita en Primaria y uno de cada cuatro, más de una semana. Unos datos que contrastan con lo que ocurría en 2019, antes de la pandemia: menos de uno de cada 10 pacientes tenía que esperar más de siete días para ser atendido, como muestra el siguiente gráfico.

La saturación de las urgencias repercute en los tiempos de espera de los pacientes y en las condiciones de trabajo de los profesionales en un área de difícil refuerzo y sin una especialidad propia. “Cuando se produce una sobredemanda, se hace un triaje, en el que se prioriza la gravedad. Si me viene un infarto, un paciente politraumatizado o un ictus, tengo que verlo ya, pero si llega alguien con un dolor en el hombro desde hace cinco meses sus tiempos de espera serán mayores”, explica Fandiño, que señala también problemas relativos a la salud laboral: “Trabajar en espacios abotargados de gente genera estrés psicológico”.

Menos prevención y más enfermedad

El colapso de la atención primaria ha mostrado otra de las vías que puede hacer naufragar al sistema tal y como lo conocemos. Mientras los profesionales se afanan en achicar el agua que generan las atenciones prioritarias y la hiperfrecuentación, la medicina comunitaria y la educación para la salud se hunden. Una de las principales reivindicaciones, que ha llevado a la huelga a los médicos de familia y pediatras de la Comunidad de Madrid, es la de disponer de al menos 10 minutos por consulta.

“Cuando conoces a tus pacientes tratas menos, pides menos pruebas y abordas mejor la salud. Muchas veces no necesitan medicación, necesitan hablar con el médico”, indicaba en este reportaje sobre la demanda del sistema sanitario la presidenta de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), Remedios Martín. Precisamente, el Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria del Ministerio de Sanidad, de abril de 2019, ya establecía reforzar esta pata del primer nivel asistencial como una de sus estrategias.

“Desde el punto de vista de salud pública, [desatender la Primaria] es un error”, considera el presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, Rafael Manuel Ortí Lucas. “Si queremos disminuir la carga del sistema sanitario, que atiende a la enfermedad, no podemos estar construyendo hospitales, generando gasto con nuevas y grandes tecnologías y aparataje que nos van a permitir ver a poca gente, sino invertir en capital humano que nos va a educar en salud y a prevenir la enfermedad y acortar procesos que con un tratamiento pueda evitar que lleguemos al hospital o a la UCI”, desarrolla.

Si los servicios públicos no son fuertes y no los puede utilizar toda la población, habrá una sanidad para pobres, con un servicio pobre. Si lo utilizamos todos, podremos hacer más presión para que funcione

Ortí, que es jefe del servicio de medicina preventiva del Hospital Clínico de Valencia, pone dos ejemplos. Uno es el de un paciente con una enfermedad aguda, como una infección respiratoria. “Si es atendida a tiempo, mediante un tratamiento fácil, el pronóstico no empeorará y se va a reducir en gran medida la presión hospitalaria”, explica. Otro es el de una enfermedad crónica: “En el caso de un cáncer sabemos que si identificamos pequeños síntomas a tiempo se eleva el porcentaje de curación, pero si lo cogemos en fase avanzada, probablemente lleguemos tarde”.

Diferencias de acceso

“La Atención Primaria como primera puerta de entrada del sistema es clave, porque si no facilitas el acceso de la población, una parte se va a quedar fuera”, señala la gerente de la Agencia de Salut Pública de Barcelona, Carme Borrell, que ha estudiado las diferencias de acceso a los sistemas sanitarios. En Atención Familiar y Salud Comunitaria, Borrell señala que en Primaria “se puede actuar a favor de la disminución de las desigualdades sociales en salud, tanto desde la actuación en consulta como en la comunidad”.

Esta médica especialista en preventiva, familiar y comunitaria alerta de los peligros de hacer una sanidad a dos velocidades: para poblaciones sin acceso a pólizas privadas y para aquellas que se lo pueden permitir. “Si los servicios públicos no son fuertes y no los puede utilizar toda la población, habrá una sanidad para pobres, con un servicio pobre. Si lo utilizamos todos, podremos hacer más presión para que funcione”, evidencia.

La inversión en Atención Primaria en España es insuficiente, según denuncian los profesionales y ponen de manifiesto las recomendaciones de organizaciones internacionales, como la OMS, de dedicar el 25% del presupuesto sanitario a este primer escalón asistencial. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, en 2020 ninguna comunidad autónoma dedicaba uno de cada cuatro euros del presupuesto a esa partida. Andalucía, la que más invertía, se quedaba en el 17,7%. La más alejada del objetivo de la Organización Mundial de la Salud fue Madrid, donde el conflicto en las últimas semanas está siendo más crudo, con el 10,7%.

Desde la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ya apuntaban en diciembre a una diferencia entre barrios de distinto nivel socioeconómico. “Donde es mayor y otros sistemas son accesibles, los médicos de familia están atendiendo una media de 35 pacientes al día o incluso menos. En los barrios del sur de las grandes ciudades, donde no tienen a otro sitio al que ir, están atendiendo a 40, 50, 60 pacientes al día”, indicaba la secretaria técnica de Atención Primaria Ana Giménez.

Precisamente, la OCDE elabora cada año una radiografía de los sistemas de salud. En la última, con datos de 2020, aseguraba que el español es más eficiente que otros. Pese a un gasto sanitario por debajo de la media de la UE (2.588 euros por habitante, frente a los 3.159 comunitarios), la organización internacional vinculaba esta proeza a su buen nivel de prevención, que se sujeta en la Atención Primaria que, sin embargo, tiene todos los indicadores a la baja.

Es decir, con menos se conseguía más porque, además, en 2019 estábamos entre los países con menor número de ingresos hospitalarios y con una menor mortalidad evitable, como se aprecia en el gráfico. Un hecho que ahorra costes y saturación, además de contribuir al bienestar de los pacientes.

La baja tasa de mortalidad evitable, comparada con otros países de nuestro entorno, tiene que ver con los sistemas de prevención. Por poner un ejemplo, España es de los países europeos donde más mujeres se hacen una mamografía para detectar un cáncer de mama. Precisamente, el Ministerio de Sanidad publicó un informe hace un mes en el que preveía un aumento de los casos de cáncer en estadio avanzado por la caída de cribados y pruebas, que en muchos casos se gestionan desde Primaria, durante la pandemia y que afectaba principalmente a los de pulmón, mama y colon.

Así, mientras la atención primaria lanza un grito de socorro, todavía actúa como el último retén, el de los profesionales que reivindican mejoras laborales pero principalmente asistenciales para mantener una sanidad de calidad. Las próximas semanas serán claves.

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