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Los sanitarios del Carlos III fuerzan medidas de seguridad extra ante un protocolo de ébola 'retocado'

Los sanitarios del hospital Carlos III –donde están ingresados Teresa Romero y todos los casos en observación por posible contacto con el ébola– han forzado el refuerzo de las medidas de prevención a la hora de tratar con infectados. El extra de precauciones llega mientras el Ministerio de Sanidad apenas ha retocado su protocolo tras el caso de la auxiliar infectada.

La ministra Ana Mato convocó el viernes de urgencia a los consejeros autonómicos para contarles sus actualizaciones. Pero se limitó a repetirles lo que ya había avanzado 24 horas antes: la fiebre que debe presentar un caso en investigación se rebaja a 37,7 grados y los sanitarios que traten a un paciente serán contactos de riesgo con un “seguimiento más activo”. Estas modificaciones dejan fuera algunas otras grietas que han mostrado los protocolos. Los trabajadores del centro elegido para ingresar los casos (confirmados o posibles) han ido más allá.

De entrada, Sanidad no especificaba que los sanitarios deben contar con un supervisor para despojarse de los trajes de protección, como sí pide la Organización Mundial de la Salud. De hecho, los trabajadores del hospital de La Paz (al que está adscrito el Carlos III) han hecho que la gerencia disponga este viernes que sean “dos supervisores los que estén en ese momento con el sanitario”, según cuentan fuentes del hospital.

También en ese centro dispondrán de simulacros guiados por los servicios de urgencia del Samur “que son los que están haciendo estas prácticas de manera más constante”. Esos simulacros habían desaparecido desde que la Comunidad de Madrid decidió que el Carlos III se convirtiera en un hospital para enfermos crónicos.

“Desde que vino el primer misionero hasta que ingresó el segundo no hubo ninguna formación especial”, ha contado uno de los trabajadores que atiende a Teresa Romero. Esa falta de simulacros fue uno de los aspectos en los que más insistieron los profesionales cuando se anunció la llegada del sacerdote Miguel Pajares desde Liberia en agosto pasado. Por último, la dirección de La Paz también ha reconocido que los cuartos para despojarse del equipo de protección no eran adecuados. “Han aceptado ampliar las esclusas, que a día de hoy son de un metro cuadrado”, relatan los trabajadores.

La ministra Mato sí ha asegurado que “los equipos son los adecuados y están homologados por la Unión Europea”. Sin embargo, el documento ministerial se queda corto en cuanto al nivel de protección que indica para las mascarillas de los que vayan a realizar algunas tareas de riesgo. Si el último protocolo existente –de septiembre de 2014– indicaba un nivel P2 de filtración de agentes biológicos (como el virus del ébola), las guías de utilización del Instituto Nacional de Seguridad en el Trabajo aseguran que ante esos agentes siempre debe usarse una seguridad mayor: P3.

Esa discrepancia obliga a revisiones pormenorizadas por otros servicios de salud ya que, como ha dicho Mato, el texto del ministerio es el que se usa para crear el de las comunidades autónomas. Tanto es así que el protocolo específico redactado en el hospital Carlos III –que ha podido revisar eldiario.es– corrige las mascarillas y recoge un nivel de protección superior, las de tipo P3.