Como cada tres años, los chicos y chicas de 15 años de muchos países del mundo se enfrentan a cuestiones diversas, clasificadas del 1 a 6 según su dificultad y el desarrollo de competencias que requieren. En las pruebas de 2012, que han incluido más ejercicios matemáticos –con un ítem por tramo de dificultad– que de Ciencias y de Lectura, participaron 25.313 alumnos procedentes de 900 colegios españoles.
Durante dos horas, los estudiantes responden a una batería de preguntas cortas o tipo test elegidas por unanimidad entre los países participantes y verificadas en un test previo para valorar si el nivel exigido es el adecuado. Elaboradas con el objetivo de evaluar las competencias y no los conocimientos, las cuestiones son variadas: desde la interpretación de gráficos a la de textos literarios, pasando por fórmulas científicas y preguntas relacionadas con la salud.
El ejemplo más sencillo de esta edición evalúa la capacidad de los adolescentes para interpretar los datos en un gráfico de barras. Más de un 90% de los participantes en España dieron con la opción correcta frente al 83,7% de media.
La sencillez de este tipo de cuestiones está reñida con otros ejercicios más complicados que exigen cierta capacidad para operar y relacionar conocimientos; y así lo revelan los resultados. Menos de un tercio de los estudiantes que se enfrentaron a este problema de nivel 5 lo supieron resolver.
Esta edición, que ha dedicado dos tercios al área de las Matemáticas, ha prestado especial atención a la geometría, con problemas de ángulos en cuya resolución los alumnos y alumnas no se han mostrado muy ágiles. Sólo un 2% de los participantes supieron salvar este ejercicio en España.
Las ciencias tienen también un hueco importante en los tests. En este campo tan amplio, la OCDE mide los conocimientos en ramas como la biología o la geología. La fisiología del cuerpo humano ha protagonizado una de las cuestiones planteadas en esta edición. Las respuestas correctas han superado el 80% en España.
En comprensión lectora, los ejercicios evaluaron la capacidad de los chicos y chicas para reflexionar sobre temas cercanos, como los teléfonos móviles. También tuvieron que bucear en textos de teatro e interpretar mensajes implícitos en su interior. Las cuestiones más complejas fueron las que registraron menor índice de respuestas correctas, una tendencia que es extensible a las tres competencias evaluadas en PISA.