Los operarios del Ayuntamiento cargaron en camiones todo el mobiliario que pudieron extraer del interior del templo. Vírgenes, crucifijos, candelabros y cuadros de la parroquia de San Pío X, en el barrio de Todoque, en Llanos de Aridane, fueron otros evacuados más en La Palma trasladándose a un lugar seguro. “Bueno, a una zona considerada segura o semisegura”, aclara Alberto Hernández, el cura de 40 años que se encargó de dirigir el envío de los objetos a la parroquia más próxima. Un día después, lo inevitable. El río de lava llegaba por la tarde al barrio.
Recogieron todo lo que pudieron, lo envolvieron, lo metieron en cajas y lo subieron a camiones a toda prisa, huyendo de la lava. Ahora mismo, los objetos sagrados descansan en la parroquia de San Isidro, en La Laguna, y el mobiliario de grandes dimensiones, como los bancos, se han depositado en almacenes del propio Ayuntamiento.
“Recogimos vírgenes, cuadros, bancos, cálices, ornamento. No iba nada a la intemperie”, resalta el párroco al otro lado del teléfono. Su voz suena cansada. “Nos llevamos vestiduras, los manteles del altar. Todo lo que se podía rescatar abriendo una gaveta. El retablo, lógicamente, no se pudo”, lamenta.
La retirada de todos estos objetos se produjo este lunes hacia las cinco de la tarde. Antes, se habían vivido momentos de angustia por la incertidumbre. “Con la ayuda de los feligreses que se acercaron recogimos lo que se pudo. Después la llegada de la alcaldesa, de los concejales y de los operarios del Ayuntamiento agilizaron el proceso”, relata.
Por el momento están centrados en reubicar los objetos sagrados, pero no dejan de pensar en volver a la normalidad. “Ahora estoy ubicando todo en los salones parroquiales y, si luego se necesita para la catequesis, veremos”. Alberto trata de dar “sentido” y “dignidad” a los elementos en su nueva ubicación para cuando acudan los feligreses. Ahora todo “son lágrimas y mucha impotencia”.
Con los fieles dispersos por las evacuaciones, el cura ya espera a que llegue el fin de semana. “Si el volcán lo permite, podremos celebrar alguna liturgia”. Pero esto tendrá que ser en otro sitio, fuera del perímetro de seguridad marcado por las autoridades. “Si no hay peligro y una indicación en contra de las autoridades, mi intención es dar misa en la parroquia de San Isidro en los horarios habituales”, informa el cura.
“Lamentablemente, la lava pasará por aquí”, vaticinaba este lunes Alberto. La parroquia está en un promontorio, lo que podría hacer el milagro y salvarla del fuego. “Dependerá de cuánto se abra la colada”, calcula el párroco. “Podría llegar a esquivarla. Pero se comporta de un modo caprichoso”. El párroco asegura que le preocupa su templo, pero más el día en el que “la gente pueda regresar a sus casas” para comprobar que “no existen”.
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