Entrevista

Sarah B. Hrdy, antropóloga: “Nuestras definiciones de masculinidad hacen sentir a los hombres que han fracasado”

Sergio Ferrer

1 de julio de 2024 21:28 h

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El ser humano es un animal muy raro en lo que respecta al sexo y la reproducción si se lo compara con otros primates y mamíferos. En la lista de excentricidades se incluye el hecho de que los machos de Homo sapiens cuiden —cada vez más— a sus crías. Sarah Blaffer Hrdy (Estados Unidos, 1946) es una antropóloga y primatóloga conocida por sus libros sobre la evolución de las mujeres, las madres y los cuidados compartidos. En su último libro Father Time: A natural History of Men and Babies (que el año que viene publicará en español Capitán Swing) se centra en los hombres para derribar prejuicios biológicos y sociales sobre el papel que juegan ellos en la crianza.

La tesis de Blaffer Hrdy se resume en que las duras condiciones de vida de nuestros antepasados obligaron a que todo el grupo pusiera de su parte en los cuidados, hombres incluidos. Posteriormente, la aparición de los estados y el patriarcado dividió los roles de género y, con ellos, el cuidado. Solo los avances modernos (desde el feminismo al biberón) reflotaron unas características de nuestra especie que habían estado largo tiempo ocultas. Su conclusión puede parecer hoy poco sorprendente: nada en nuestra biología impide que los hombres puedan cuidar de los más pequeños tan bien como sus compañeras.

Nota: el idioma inglés permite diferenciar entre fathers y parents, pero ambas palabras se traducen al español como “padres”. Para mayor claridad, en esta entrevista el término “padres” hará siempre referencia al plural de “padre”, salvo que se indique lo contrario para aclarar que también incluye a las madres.

Los mamíferos y los primates, ¿son ‘buenos’ padres?

El 5% de los mamíferos son buenos padres, pero la mayoría no lo son. Respecto a los simios somos grandes excepciones: algunos monos como los titíes, los tamarinos y los lemures tienen mucho cuidado paterno, pero esto no se ve en ninguno de los grandes simios de los que formamos parte. Chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas son parientes muy cercanos y los machos no cuidan de las crías pequeñas.

Existen casos, como un macho adulto de chimpancé en un zoológico que adoptó a un huérfano al que le faltaba poco para el destete, pero son excepciones. Ocurre, los circuitos neuronales están ahí, las inclinaciones están ahí, pero las condiciones para que se despierten son muy raras. En la naturaleza no creo que un chimpancé macho tuviera acceso al bebé de una madre, porque son muy protectoras con sus recién nacidos.

¿Cómo surgió una excepción como la nuestra?

Todo empezó con la evolución de los mamíferos, porque la fertilización interna implica que los machos no pueden estar seguros de su paternidad. Los primates todavía menos: como existe el infanticidio, las hembras se aparean con muchos machos para manipular la información sobre la paternidad. Entonces la evolución seleccionó a los machos de primate para que se quedaran cerca de las hembras después de aparearse, algo inusual en mamíferos. No era para cuidar a las crías, sino para protegerlas de ser asesinadas por otro macho y salvaguardar su acceso a la hembra. A partir de ahí tiene que ver con el tiempo y la proximidad íntima que pasan con los bebés desde su nacimiento, y que parece que activan antiguos potenciales [del cerebro orientados al cuidado paterno].

¿Todo empezó antes de nuestra especie?

Hay circuitos neuronales y moléculas, ancestros de la oxitocina y la prolactina, por ejemplo, que ya estaban presentes en los peces. La hormona de la lactancia estaba en los peces mucho antes de que los mamíferos evolucionaran, hace más de 400 millones de años. Tenemos dentro de nosotros estos genes, fósiles heredados de nuestros ancestros vertebrados. El cuidado parental en peces no siempre existe, pero cuando lo hace es siempre masculino. Son los machos los que protegen el nido, los huevos y las crías, y los circuitos para eso parecen ser persistentes. La madre naturaleza, mi metáfora personal para la selección natural, es muy ahorrativa. Guarda estos ingredientes en su despensa y si más tarde los necesita los saca. Si se dan condiciones donde afectan al éxito reproductivo y la supervivencia, estos rasgos son favorecidos por la evolución. 

La ‘madre naturaleza’ tenía los ingredientes, ¿por qué los necesitaron nuestros antepasados humanos?

Nuestra especie tiene una maduración muy lenta, con crías muy costosas que tardan mucho en valerse por sí mismas. No hay manera de que hubiéramos sobrevivido en el Pleistoceno a menos que las madres hubieran tenido mucha ayuda. Antes se asumía que esta provenía del padre, la hipótesis del hombre cazador. El problema es que los etnólogos que han trabajado con personas como los hadza han demostrado que un padre por su cuenta no puede proporcionar suficiente carne para mantener vivo a un bebé y a la madre. Tenía que haber compartición y más de un hombre cazando.

Nadie debería tener que cuidar de un bebé por sí mismo 24 horas al día

La mayor parte de las calorías probablemente provenían de alimentos vegetales recolectados por mujeres. Se necesitaba una gran variedad de alomadres [miembro del grupo que no es la madre y que puede ser hombre o mujer] además de las madres, y los padres ayudaban cuando estaban presentes. Esa crianza de los otros resultó fundamental. Hoy muchos niños de cazadores-recolectores crecen en comunidades donde sus padres ya no están y están alimentados igual que los demás.

¿La crianza humana no es tarea ni de uno ni de dos?

En Mothers and Others [2009] planteé la idea de que los seres humanos eran criadores cooperativos, porque las madres debían de tener ayuda para mantener a sus bebés vivos. Fui conservadora y dije que empezó durante el Pleistoceno, con el Homo erectus. Hace aproximadamente 1,8 millones de años estábamos comenzando a destetar antes a los bebés y las madres se estaban volviendo mucho más dependientes de los demás, pero en realidad todos eran más dependientes de los demás. Compartir comida fue un cambio radical en la evolución humana junto con el lenguaje.

Cuando los hombres pasan tiempo con los bebés se activa un potencial por primera vez en cientos de millones de años

He escrito mucho sobre cuánto apoyo necesitan las madres, porque es muy difícil para una mujer cuidar de un bebé completamente sola, pero no creo que haya resaltado lo suficiente cuánto apoyo necesitan los padres. Incluso ellos necesitan mucha ayuda, y también necesitan validación social. Nadie debería tener que cuidar de un bebé por sí mismo 24 horas al día.

¿La necesidad de la cría cooperativa hizo que todos evolucionáramos para ser cuidadores?

Creo que la mayoría de los humanos, tal vez todos nosotros, tenemos un sustrato aloparental en el cerebro que nos hace receptivos a los bebés. Los hombres que están en proximidad íntima y prolongada alcanzan un punto de inflexión que estimula esas áreas cerebrales antiguas.

En el libro especulo con que la decisión de cuidar –o no– se toma en la corteza prefrontal del cerebro del hombre. Es una porción muy nueva que evolucionó en la última mitad del Pleistoceno, cuando comenzó el cuidado cooperativo. Creo que la corteza prefrontal y la cría cooperativa coevolucionaron.

Sin embargo, un estudio de 2014 con parejas de hombres homosexuales que cuidaban bebés desde el nacimiento, sin mujeres involucradas, reveló que lo que sucedía en su cerebro no estaba solo en la corteza frontal: también involucraba áreas cerebrales muy antiguas muy involucradas en el cuidado maternal, como el sistema límbico, el hipotálamo y la amígdala.

En el libro plantea que cambios socioculturales como el patriarcado alejaron a los hombres y los bebés porque los Estados necesitaban soldados y madres. ¿El feminismo moderno contribuyó a sacar a flote nuestra biología oculta?

Las madres siempre han trabajado, simplemente no se les pagaba de manera significativa antes, pero conforme el mundo cambió y empezaron a contribuir a la economía familiar de forma importante los hombres reconocieron que necesitaban sus ingresos. Ellos querían ayudar más, las ideologías estaban cambiando, las rígidas normas de género se estaban aflojando y los hombres podían expresar sentimientos de cuidado hacia los demás un poco más fácilmente sin ser despreciados. 

La sociedad estaba cambiando de una manera que hacía posible que los hombres pasaran más tiempo cerca de los niños, algo a veces incluso necesario. Cuando los hombres pasan suficiente tiempo en estrecha proximidad con los bebés y están a cargo de ellos se despierta y activa este potencial ancestral que no se había expresado en el curso de la evolución, pero que ahora se están expresando por primera vez en cientos de millones de años. Es algo que me impresiona. 

Esta búsqueda masculina de estatus, de querer ser dominante, el macho alfa, la vemos en los hombres. A Trump, Putin y Netanyahu les importa su estatus y mantenerse fuera de la cárcel. Tienen impulsos seleccionados sexualmente sin controlar. Es una masculinidad nostálgica

Los desarrollos tecnológicos también contribuyeron, junto con los cambios históricos, ideológicos, socioeconómicos y en la educación, los derechos y la influencia de las mujeres. Antes la leche era esencial para la supervivencia, pero eso cambió con los biberones con pezones de goma y las mejoras en la leche de fórmula. Además, tenemos extractores, por lo que ya no hace falta tener a la madre allí.

Sin embargo, no sé si está sucediendo en España, pero ciertamente está sucediendo en mi país: hay un tremendo retroceso contra los derechos de las mujeres, en particular contra los derechos reproductivos. Y tengo que decirte que esta historia termina cuando las mujeres pierden su autonomía reproductiva.

¿Qué quiere decir con que esta historia termina?

Si las mujeres ya no pueden controlar cuándo dan a luz piensa en lo que eso hace a su acceso a la educación, a su desarrollo profesional y a sus posibilidades de trabajar fuera de casa. De repente, una mujer que quiera mantener a su familia solo puede hacerlo, una vez más, con apoyo masculino porque no puede sola. [Controlar cuándo dan a luz] fue un gran cambio y si hay una guerra todo el énfasis está en que necesitamos guerreros masculinos para proteger al pueblo. Tenemos una congresista en Estados Unidos que dice que necesitamos más masculinidad tóxica, no menos, porque necesitamos fieros guerreros.

Esta búsqueda masculina de estatus, de querer ser dominante, el macho alfa, la vemos en los hombres. A Trump, Putin y Netanyahu les importa su estatus y mantenerse fuera de la cárcel. Tienen impulsos seleccionados sexualmente sin controlar. Es una masculinidad nostálgica.

¿Cómo luchar contra estos impulsos que también tienen algo de biológico?

Somos humanos, pasamos por períodos en los que dependíamos mucho de los demás y nos importa nuestra reputación: aquí entra en juego la selección social, a la que los humanos somos inusualmente susceptibles porque nos preocupa lo que otros piensan de nosotros. Esta es una protección contra los impulsos seleccionados sexualmente sin restricciones, que pueden llevar a la destrucción de tu grupo.

No creo que los hombres sean el problema, el problema es la selección sexual sin restricciones. Los hombres tienen dentro el potencial para cuidar, solo necesita ser expresado

En el libro menciono a una especie de mono en la que cada 27 meses un nuevo macho entra, expulsa al residente y mata a todas las crías. Si eso ocurre con suficiente frecuencia, esos grupos desaparecen. Si uno de estos líderes desesperados por su estatus por encima de todo inicia una guerra nuclear o no se preocupa por el cambio climático, eso lleva a la destrucción de tu propia posteridad. Si la selección sexual está en el asiento del conductor, todo lo que te importa es tu estatus personal. Necesitamos que la gente se preocupe por el mundo que ofrecerán a sus herederos.

¿Por eso dice en el libro que los niños están mejor en sociedades donde las mujeres tienen más poder?

Si tenemos sociedades en las que los hombres están más involucrados con los niños ellos también se preocupan, se alteran sus prioridades, se vuelven más maternales. No creo que los hombres sean el problema, el problema es la selección sexual sin restricciones. Los hombres tienen dentro el potencial para cuidar, solo necesita ser expresado. Así se crean “vecindarios más agradables”, un término para peces, aves y especies en las que las hembras seleccionan a sus compañeros según sean útiles para la descendencia, lo que da lugar a una mayor supervivencia de la descendencia. 

Los machos de bonobos también pelean, pero nunca matan a nadie ni hay infanticidio, son mucho menos agresivos y violentos. Los chimpancés a veces tratan de eliminar al grupo de al lado y algunas sociedades humanas lo hacen y lo están haciendo ahora mismo.

¿Qué consejo le daría a un futuro padre?

Oh, mi principal consejo sería para los legisladores: necesitamos un permiso paternal más largo, horarios de trabajo más flexibles y más apoyo, tanto para las madres como para los padres y para aquellos que los ayudan. El antiguo debate sobre si es mejor el cuidado en guarderías o el materno estaba muy equivocado porque siempre hemos evolucionado como una especie con cuidado a lo materno, que hace que nuestros niños sean más empáticos y más capaces de comunicarse. Hay mucha evidencia de que un buen cuidado por parte de otros es altamente beneficioso para el desarrollo infantil. 

Muchos hombres de mediana edad están tan enojados y agraviados, sienten que han perdido su propósito. Tenían la idea de que tenían que ser el sostén de la familia, lo cual nunca ha sido posible: no lo era en el Pleistoceno y no lo es hoy

En lugar de ese viejo debate hoy la cuestión es simplemente pagar por esas cosas y hacer que los gobiernos reconozcan que es beneficioso. Informes de consultoras muestran que tus resultados mejoran si tus empleados están más satisfechos con sus vidas familiares y su equilibrio entre trabajo y vida personal. Un estudio de Harvard Business School dice que incluso los hombres muy adinerados quieren más tiempo con sus familias. Es algo generacional y es increíble lo rápido que han cambiado las cosas a lo largo de mi vida. No solo han cambiado las oportunidades de las mujeres, también las de los hombres.

Uno de los estudios más famosos que cita en el libro es el que muestra que los niveles de testosterona bajan con la paternidad. ¿Se comunican estos estudios de una forma demasiado negativa, con cierta sorna?

Un estudio longitudinal muy bien hecho observó a los mismos hombres desde el nacimiento, durante la infancia, la pubertad, antes de casarse, después de casarse y después de tener un bebé. Fue entonces cuando la testosterona bajó. En la sociedad occidental hay tanto énfasis en los genitales masculinos... los hombres comparan sus genitales a veces. Así que la idea de que la testosterona baja después de que los hombres pasen mucho tiempo con bebés, aunque no permanece ahí y luego sube, molesta a algunos hombres. Eso tiene que ver con nuestras definiciones de masculinidad: si la definimos como ser buena persona y cariñoso el problema desaparece.

¿También hay que redefinir la masculinidad?

Nuestras definiciones de masculinidad, que los hombres tienen que ser fuertes y emocionalmente seguros y dominantes y nunca pueden mostrar debilidad, no hacen ningún favor a los hombres. Cuando miras los datos en los EEUU sobre las “muertes por desesperación”, sobredosis y suicidio, tres de cada cinco son de hombres. Muchos hombres de mediana edad están tan enojados y agraviados, sienten que han perdido su propósito. Tenían la idea de que tenían que ser el sostén de la familia, lo cual nunca ha sido posible: no lo era en el Pleistoceno y no lo es hoy. No es posible que un estilo de vida de clase media pueda ser sostenido por un único hombre, pero sienten que han fracasado y que una mujer les ha quitado el trabajo.

Que ahora los hombres expresen sus sentimientos a través del cuidado y tengan una nueva fuente de satisfacción y propósito en sus vidas hace un favor a los hombres. No debería ser una fuente de agravio, pero lo es para muchos y tiene que ver con nuestras definiciones de masculinidad tan sesgadas y unilaterales.

En el libro menciona el concepto de la “paternidad múltiple” que tienen algunas culturas en las que algunos hombres consideran como hijos suyos a quienes saben que no lo son. ¿Estamos demasiado obsesionados por los genes?

No creo que eso [la obsesión por los genes] nos haya hecho ningún favor. Se han encontrado docenas de tribus en Sudamérica con esas creencias, luego se vio en África Central. Es mucho más común de lo que la gente pensaba y hay muchas razones para ello, como cuando los recursos son escasos y la madre necesita más ayuda.

Ya estamos en una crisis de cuidados, es obvio que no hay suficientes y hay muchos niños abandonados en el mundo. Habrá aún más. Si Ucrania y Gaza alguna vez se resuelven habrá muchos huérfanos

También reduce la tensión dentro del grupo, no es que desaparezcan los celos sexuales, pero los modera: si algo me sucede, mis hijos estarán mejor cuidados. Para entonces [los padres no biológicos] ya han pasado tiempo con esos bebés y llegan a amarlos. Hay 11 millones de niños en los Estados Unidos que viven como hijastros y muchos están bien. Un estudio en Alemania mostró que algunos de los padrastros que pasan mucho tiempo con esos niños invierten en ellos casi tanto como el padre [biológico].

¿Cómo será el padre del futuro? ¿Hacia dónde nos llevará esta evolución?

Es muy difícil y no hay evidencia de que vaya a pasar, pero podríamos evolucionar hacia el cuidado masculino obligatorio si lo hiciéramos lo suficiente y afectara a la supervivencia infantil. Dependerá de dónde vean los hombres alineados su propio interés, pero no creo que tengamos ese tiempo. Veo amenazas como el cambio climático. Si hay una guerra, todas las apuestas sobre la crianza se cancelan, ¿a quién le importará? Ya estamos en una crisis de cuidados, es obvio que no hay suficientes y hay muchos niños abandonados en el mundo. Habrá aún más. Si Ucrania y Gaza alguna vez se resuelven habrá muchos huérfanos.