Quien pensara que la batalla política alrededor de la ley trans estaba acabada se equivocaba. El PSOE se ha abierto a hacer cambios durante la tramitación parlamentaria de la norma aprobada por el Consejo de Ministros. Así lo advirtió la vicesecretaria general y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en una rueda de prensa este lunes en Ferraz. “Cualquier legislación que sale del Congreso tenemos que entender todos que en su trámite recibe enriquecimiento. En este momento estamos en ese trámite”, respondió a la pregunta de si están dispuestos a modificar los aspectos que el feminismo del PSOE considera más lesivos de esa norma.
Una parte de las feministas del partido apuntan a la autodeterminación de género, el trámite que permite el cambio del sexo registral de las personas trans sin necesidad de que se declaren enfermas ni pasen por tratamientos. Ahora está en la ley, pero se trata de un asunto espinoso que mantiene dividido al partido. A eso se refieren las dirigentes socialistas cuando apuntan que su intención es “mejorar la norma” en el trámite parlamentario. En la cúpula socialista admiten que es difícil gestionar la “división” sobre la ley trans, que atraviesa incluso al grupo parlamentario. “Es una bomba dentro del PSOE”, admiten. Lo que intentan desde la dirección es calmar los ánimos entre sectores del PSOE en medio de una guerra desatada. “El partido que es la garantía de los derechos de las mujeres y del avance de las personas trans o colectivo LGTBI tiene las mismas siglas: se llama Partido Socialista Obrero Español”, defendió Montero.
El fuego se ha reavivado en el partido durante este fin de semana después de que destacadas socialistas, especialmente la exvicepresidenta Carmen Calvo, hayan aprovechado unas jornadas para dejar negro sobre blanco su oposición a la norma impulsada por la ministra de Igualdad, Irene Montero.
El colofón al runrún de declaraciones llegaba de la mano de Calvo, actual presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso, quien en una entrevista en El Mundo publicada este lunes ha cargado contra la norma que espera a ser debatida en el Parlamento: “La ley trans puede destrozar la potente legislación de igualdad de nuestro país, que puede tener problemas de interpretación y aplicación con este giro que se pretende”.
Calvo se pronunciaba así sobre una ley que se bloqueó en el seno de la coalición mientras ella era vicepresidenta y que se aprobó en primera vuelta en el Consejo de Ministros en 2021. Unos meses más tarde y después de haber pasado por los órganos consultivos, fue de nuevo aprobada por el Ejecutivo y enviada al Congreso para su trámite parlamentario por vía de urgencia. El Ministerio de Igualdad ha optado por el trámite rápido porque quiere que la ley esté aprobada antes de que termine la legislatura, aunque fuentes gubernamentales no descartan a la vista de la falta de acuerdo que se pueda dilatar en el trámite parlamentario.
Ante las críticas que la norma ha recibido de destacadas feministas del PSOE, la ministra de Igualdad, Irene Montero, se apresuró este lunes a subrayar que que “la ley trans será ley”.
Las palabras de la dirigente de Unidas Podemos se producen después de un fin de semana de tensión en el PSOE que tuvo como escenario principal la sexta edición del Feminario, una reunión anual organizada por la Delegación de Igualdad de Valencia para debatir sobre temas de actualidad, que se celebraba el 23 y 24 de septiembre en la ciudad. En el programa convivían mesas de debate sobre salud o sobre las violencia contra las mujeres como arma de guerra con ponencias que abordaban, por ejemplo, “sexo y género en la agenda feminista”. Entre las ponentes, reconocidas feministas vinculadas al PSOE y que lideran la lucha contra la autodeterminación de género, como Amelia Valcárcel o Alicia Miyares, que sostienen que las mujeres trans no son mujeres y que cargan duramente contra el Ministerio de Igualdad. Pero también dos cargos socialistas de relevancia: la exvicepresidenta del Gobierno y presidenta de la Comisión de Igualdad, Carmen Calvo, y la consellera de Justicia de la Generalitat Valenciana, Gabriela Bravo.
En la víspera del Feminario, la Secretaría de Políticas LGBTI del PSOE, encabezada por Víctor Gutiérrez, publicaba un tuit en el que mostraba una captura de pantalla del programa y señalaba que esas personas “no representan la posición del PSOE” sino que “se representan a ellas mismas”. “[La secretaría] lamenta que este tipo de espacios de debate sean tan poco plurales y que no acojan posiciones diversas”, decía también el tuit. En esa captura de pantalla aparecían los nombres de Amelia Valcárcel y Alicia Miyares, pero también el de Isabel García Hernández, diputada de Igualdad en la diputación de Valéncia.
En los 90, Valcárcel fue consejera de Educación y Cultura de Asturias, y Miyares, su jefa de gabinete. Amelia Valcárcel es también miembro del Consejo de Estado y hace solo unos meses impulsó la creación de la asociación Feministas Socialistas, un grupo de presión externo al partido que busca un cambio de rumbo del PSOE en cuanto a políticas de igualdad. La dirección socialista, en aquel momento pilotada por Adriana Lastra como gran referencia feminista en la cúpula junto a una recién estrenada Andrea Fernández como responsable del aérea, se desmarcó del nacimiento de esa nueva asociación.
Una “aberración”
En las ponencias del Feminario llegaron las declaraciones y análisis que alertaban sobre la ley trans. Entre ellas, una muy comentada, la de la consellera de Justicia valenciana, quien llegaba a tacharla de “aberración”. “Es realmente preocupante el planteamiento porque perjudica a una parte de sus colectivos, sobre todo el colectivo de lesbianas porque las está discriminando, y al mismo tiempo es un ataque frontal a los derechos de la mujer. Desnaturalizar el concepto biológico de sexo, como ha dicho Carmen [Calvo], desde mi punto de vista es una aberración. Espero que consigamos pararla, si no en el Congreso, en algún posible Tribunal Constitucional que tenga más sentido común”, aseguraba Gabriela Bravo en una intervención que conseguía un aplauso cerrado.
Dos días después de esa intervención llegaba la entrevista de Carmen Calvo en El Mundo. La presidenta de la Comisión de Igualdad señala que la ley no debería haber seguido el trámite de urgencia “porque se van a contemplar cuestiones muy complejas y nuevas en la legislación española, y va a ser necesaria finura en los matices”. “Hay que distinguir entre la necesidad de que el Estado dé respuesta a las personas trans de una teoría queer que viene a destrozar todo lo que de progresista han tenido las leyes de Igualdad entre hombres y mujeres”, asegura. ¿Fue su salida del Gobierno fruto del desacuerdo interno por esta norma? “Que sepa, ni él [el presidente] ni yo lo hemos contado nunca. Y así seguirá”.
El tuit de la cuenta oficial de la secretaría LGTBI del PSOE generó cientos de respuestas en todos los sentidos y soliviantó a un sector del partido. “No sois el PSOE, al menos no sois el PSOE de las y los feministas socialistas. ¡No tenéis ni idea!”, decía, por ejemplo, Altamira Gonzalo, que ha sido una de las referencias del feminismo socialista. De hecho, hasta hace poco era la presidenta del Consejo Asesor para las Políticas de Igualdad del PSOE pero, desde que se sumó a la asociación alternativa pilotada por Valcárcel, en la cúpula dieron por hecha su salida, que se llevó a cabo poco después. La complejidad del asunto es tal que ese organismo está aún sin configurar.
Los encontronazos de Víctor Gutiérrez
Víctor Gutiérrez llegó al PSOE en el 40º Congreso celebrado hace casi un año de la mano de Adriana Lastra. Sánchez decidió crear por primera vez la secretaría LGTBI y ofrecérsela a él, que como miembro de la selección nacional de waterpolo fue uno de los primeros deportistas de élite en hablar abiertamente de su orientación sexual. Desde su llegada ha protagonizado algunos encontronazos con el feminismo del partido. El más notorio fue durante una charla con motivo del Orgullo LGTBI, cuando celebró que se hubiera apartado “de la primerísima línea” a personas que “han hecho mucho daño al partido”, una referencia nada velada a Calvo. “El PSOE ha tenido un traspiés que ha sabido reconducir”, agregaba. Aquellas palabras incendiaron al partido y el propio Sánchez tuvo que interceder. Públicamente fue la responsable de Igualdad, Andrea Fernández, quien le reprochó su conducta al responsable de la secretaría LGTBI.
Pero la guerra en una de las áreas más sensibles para el PSOE viene de muy lejos. Se avivó con la formación del Gobierno de coalición, cuando Pedro Sánchez cedió a Unidas Podemos el ministerio. Los problemas se incrementaron entonces en negociaciones clave como la ley del “solo sí es sí”. Calvo era la cara visible y ejecutiva de una rebelión interna que no ha terminado y que está muy movilizada. Sánchez trató de hacer un guiño a las feministas del PSOE al comprometerse en el último Congreso a impulsar una ley para abolir la prostitución que está en el Congreso y que también genera tensión con sus aliados. Ferraz tiene la determinación de sacarla adelante, aunque sea con el apoyo del PP, pero fuentes socialistas confían en que Unidas Podemos se sume de alguna manera a la propuesta.