Las aseguradoras han visto desplomarse su facturación un 11% en el primer semestre del año debido al confinamiento por la crisis de la COVID–19, hasta niveles inéditos desde 2003, según los datos registrados por UNESPA (Asociación Empresarial del Seguro). Es más del doble que la caída que se produjo en 2012, el peor año para el sector en la anterior crisis económica. La paralización económica generada por las medidas adoptadas para contener la pandemia ha golpeado a todas las ramas del seguro excepto a dos: los multierriesgo de protección de inmuebles, que suben un 2,86%, y los seguros de salud privados, cuyos ingresos por primas han subido un 4,97% a cierre de junio, hasta los 4.694 millones de euros. En el conjunto de 2019 la facturación fue de 8.923 millones de euros por primas en el sector de la sanidad privada.
Recientemente, el presidente de su patronal ASPE, Carlos Rus, pidió que parte de los fondos que el Gobierno va a transferir a las comunidades autónomas cubran los “costes de las peticiones que se nos han realizado”. Ya habían trasladado al Ejecutivo que se les debería financiar el 75% de su facturación habitual mientras no pudieran realizar su actividad hospitalaria ordinaria.
En el porcentaje de subida de los ingresos de las aseguradoras privadas de salud entre enero y junio influyen factores como que este año tocaba computar ingresos provenientes de los contratos bienales con las mutualidades de funcionarios. Pero igualmente, solo teniendo en cuenta los datos entre abril y junio, es decir, en pleno confinamiento y estado de alarma, la facturación por primas, es decir, por asegurados que se han dado de alta o han renovado sus contratos para poder acceder a la sanidad privada, ha subido un 3,75% respecto a un año antes, hasta los 2.240 millones.
¿Hasta qué punto punto puede haber influido la crisis del coronavirus y la emergencia sanitaria en estas cifras? Para el portavoz de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, Marciano Sánchez Bayle, “es probable que un sector de la población haya buscado respuesta en el aseguramiento privado” por miedo a no poder ser atendidos en un futuro en unos centros públicos que podrían volver a estar desbordados por la crisis sanitaria. “Cuanto peor funciona el sector público, más oportunidades de negocio tiene el privado”, resume. En el primer trimestre del año, el número de asegurados privados de salud creció un 3,5% (frente a una media del 4,7% en 2019) mientras las primas se incrementaron un 6,9% (un 5,9% en 2019), según los últimos datos del servicio de estadísticas y estudios del sector seguros en España (ICEA).
Según fuentes de ASISA, una de las principales empresas sanitarias en España, todavía es pronto para ver el efecto real de la COVID–19 en el seguro de salud y cómo afecta al ramo la contracción económica que está provocando la pandemia. El análisis comercial que hace esta empresa sobre el crecimiento del 5% en el primer semestre se centra sobre todo en la primera parte del año, cuando el virus no había golpeado a España de forma generalizada. Hablan de nuevas incorporaciones de asegurados por las campañas de particulares y por algunos nuevos colectivos; incremento de primas de carteras, también en el inicio del año; e incremento de las primas de los funcionarios.
En todo caso, este portavoz recuerda que el crecimiento está en el entorno del registrado en 2019 y que, tradicionalmente, el seguro privado de salud es uno de los más estables y que presenta un mejor comportamiento en periodos de crisis (de hecho, por ejemplo, fue el único gran ramo que siguió creciendo todos los años entre 2008 y 2014). Según los datos de UNESPA, en años de bajada de facturación para el sector de las aseguradoras (por ejemplo 2012 y 2013), las aseguradoras de salud crecieron un 3,8 y un 1,63% respectivamente. Según fuentes de esta organización hay 10,6 millones de asegurados en sistemas privados en España (en muchos casos porque las empresas han incorporado el seguro de salud para sus trabajadores como concepto retributivo complementario, afirman). “El ahorro de costes para la administración del seguro privado es evidente”, defiende UNESPA, que llama a no ver como “rivales” a ambos sistemas sanitarios, sino como complementarios.
En la misma línea, el análisis de ASISA es que “la pandemia ha reforzado la percepción social del seguro de salud y su aportación al sistema sanitario en su conjunto” y que “desde el inicio de la emergencia sanitaria las aseguradoras de salud hemos trabajado de manera coordinada con las autoridades sanitarias para atender a los afectados por la COVID–19, renunciando a las cláusulas que excluyen la cobertura en caso de pandemia”. En el caso de esta aseguradora ha gestionado el ingreso por COVID–19 de más de 3.500 asegurados, explican.
Difiere de esta opinión la de Sánchez Bayle, que asegura que el sector privado se ha puesto de perfil en esta crisis. Como dato, resalta que el 29% de las alrededor de 80.000 camas hospitalarias en España son privadas, pero solo han atendido al 10–12% de los enfermos de coronavirus, y en los casos menos graves y complejos. “Son empresas que buscan rentabilidad y mejorar su cuenta de resultados, no atender los problemas de salud de la ciudadanía”, considera.
Otro factor en el que hace hincapié el portavoz en defensa de la sanidad pública en que ésta se ha enfocado en la atención de los enfermos de coronavirus, lo que ha hecho aumentar las listas de espera para atender otras dolencias, y esto podría ser otro acicate para la contratación de un seguro privado para aquellos que puedan permitírselo. “El aseguramiento privado genera muchísima desigualdad. Las menores rentas y aquellos que sufren peores problemas de salud no entran, ya que las primas del sector privado están escalonadas en función de los riesgos”, recuerda.