La Justicia militar ha condenado a siete años de prisión a un alumno de la Escuela de Especialidades de la Armada de Ferrol (A Coruña) por un delito de agresión sexual, otro de abuso de autoridad y un tercero de lesiones a una compañera. Los hechos sucedieron en las instalaciones del centro formativo donde el condenado era sargento alumno de tercer curso y la víctima era marinero alumna de primero.
El tribunal militar territorial de A Coruña considera probado que el 6 de mayo de 2021 el denunciado no aceptó la negativa de la víctima y la agredió sexualmente. El condenado “propina una bofetada [a la denunciante] y la agarra del cuello”, recoge la sentencia, a la que ha accedido elDiario.es. Y añade: “Aunque ella le insiste en que no quiere seguir con el encuentro, no puede sobreponerse a la fuerza que él emplea sobre ella y termina tumbada en el sofá fuertemente agarrada por los brazos mientras que, contra su voluntad, es penetrada”.
La víctima ha dejado su carrera militar
Tras abandonar el lugar en el que ocurrieron los hechos, el condenado envió este mensaje a su víctima: “Entérate mañana, Gabriela [nombre falso], más te conviene no decir nada, cuanto menos sepa la gente mejor”. Cuatro días después de la agresión, la denunciante acudió junto a una compañera a un complejo hospitalario donde constataron hematomas en varias partes del cuerpo.
Estos hechos han provocado que la víctima sufra “un proceso de depresión mayor y ansiedad diagnosticado como de ‘estrés postraumático’ con una profunda huella psíquica, con afectación grave a su entorno social, laboral, familiar y emocional”, aseveró en junio el tribunal, en una sentencia que no es firme porque se encuentra recurrida en el Supremo. Asimismo, “a consecuencia de la huella que le ha quedado tras el suceso”, la denunciante solicitó la baja definitiva en la Armada.
La sentencia también conlleva como pena principal la pérdida de empleo militar, la prohibición de acercarse a la víctima durante diez años y el pago de una responsabilidad civil de 30.000 euros “por los daños morales causados”.
En este caso, el tribunal togado ha dividido su pena en seis años de prisión por el delito de agresión sexual, tres meses por otro de lesiones y nueve meses por el de abuso de autoridad. En la sentencia detallan que aplican este último delito porque el acusado era “superior militar” con funciones “tuitivas y de enseñanza, guía, amparo, protección y ejemplo en la formación de los alumnos más jóvenes”. “Lejos de cumplir con tales funciones, el acusado usó la violencia contra su compañera y, cuando la tuvo a su merced, la violó”, destaca el tribunal.
Los hechos probados también recogen que, antes de la agresión, había comenzado un encuentro “consentido” entre condenado y víctima, “hasta que son sorprendidos e interrumpidos” por otro alumno “y ella, por miedo y angustia, decide parar”. Finalmente, esta situación derivó en “una relación sexual inconsentida y violenta en la escuela protagonizada por el acusado”.
La defensa del denunciado solicitó en el juicio oral la absolución de su cliente al no considerar “probados ninguno de los hechos objeto de acusación” y sostener que hubo “contradicciones en el relato” de la víctima. Su abogado ha defendido que se debía mantener “la presunción de inocencia”.
Un compañero se alió con el condenado
Además de la actuación del sargento alumno, el tribunal alerta del comportamiento de uno de sus compañeros, al que acusan de haber “dado muestras, más que sobradas, a lo largo del procedimiento” de realizar “lo imposible, y no siempre lo correcto ni lo más inteligente, por ayudar a su amigo”, el sargento condenado, “a salir de esta situación”. Según añaden, este compañero ha demostrado que la empatía que ha tenido hacia la víctima es “absolutamente nula”.
Sobre este alumno, amigo del condenado, el tribunal detalla que en su declaración llegó a reconocer que mantenía “conversaciones de tono amable” con la víctima “para sacar información”. No solo eso. La Justicia militar también reseña que “ha interferido en la investigación judicial y la instrucción del procedimiento, con riesgo de comprometerla y alterarla, poniéndose en contacto con otros testigos cuando iban a comparecer a declarar, apercibiéndoles e ilustrándoles o directamente diciéndoles qué debían decir”.
Ante estos hechos, el juzgado castrense ha optado por comunicar la conducta de este alumno al “mando militar con potestad disciplinaria y competencia sancionadora” para que “proceda como estime oportuno”. Desde el Ministerio de Defensa no aclaran a elDiario.es si han tomado alguna decisión respecto a este militar.