Las sequías, las lluvias torrenciales que causan inundaciones y el calor, todos exacerbados por la crisis climática, son los fenómenos extremos más devastadores de los últimos 50 años, según el adelanto del Atlas de mortalidad y pérdidas económicas preparado por la Organización Meteorológica Mundial.
Cada vez es más patente cómo la alteración del clima afecta directamente a los riesgos relacionados con el agua, ya sea por escasez o por el incremento de precipitaciones violentas. Entre los diez peores desastres del último medio siglo, las sequías han provocado 650.000 muertes registradas; las tormentas, más de 577.000; y las inundaciones, más de 58.000. Para este 9 de agosto se aguarda la publicación de una parte de la última revisión del Panel de Expertos Internacionales sobre Cambio Climático que debe preparar el camino para la Cumbre Climática de Glasgow en noviembre.
Solo a la tormenta Bhola, que azotó Bangladesh en 1970, se le adjudican 300.000 víctimas mortales. En Europa, sin embargo, el top 10 está copado por picos prolongados de temperatura extrema. Especialmente la ola que cruzó el continente en 2003 y que causó 20.000 muertos en Italia, 19.000 en Francia, 15.000 en España o 9.000 en Alemania, según el análisis de la organización.
Aquel episodio mortífero y continental disparó los cambios en las políticas y alertas sobre el calor de manera que la mortalidad ha ido descendiendo desde entonces. No ha habido más remedio que adaptarse, ya que el incremento de las temperaturas globales no ha aflojado. La consecuencia es que, mientras el calor aprieta –los últimos tres años han sido los más cálidos registrados–, se ha incrementado la adaptación a este efecto climático, al menos en Europa.
Una investigación internacional en mayo pasado atribuyó al cambio climático inducido por la actividad humana más de un tercio de todas las muertes asociadas al calor que se producen en verano. “El incremento de mortalidad es evidente en todos los continentes”, concluyó el trabajo firmado por más de 60 científicos en la revista Nature. Aun con variabilidad local (la revisión abarcó 732 localizaciones en 42 países), el aumento iba “desde docenas a centenares de muertes cada año”.
Aunque este fenómeno tiene una escala global, sus impactos se perciben en zonas y poblaciones concretas. Los problemas climáticos ligados al agua y el calor se dejan notar en España. Los veranos duran actualmente cinco semanas más que en 1980, según ha calculado la Agencia Estatal de Meteorología. Las olas de calor tempranas, registradas en el mes de junio o antes, y que son las más lesivas, se concentran en lo que va de siglo XXI. El año con más olas fue 2017, con cinco episodios y 25 días totales. El pico más largo se registró en 2015, con 26 días consecutivos, seguido por la mencionada de 2003 con 25 días. Una ola de calor de las de 2012 ha sido la más extensa al afectar a 40 provincias. La vivida en junio de 2019 fue la más intensa, donde 14 capitales de provincia experimentaron sus récord de temperatura alta.
Las inundaciones por lluvias torrenciales, ligadas además a la ocupación de zonas de riesgo, son un fenómeno extremo recurrente y agravado en España por el cambio climático. Se trata de un fenómeno natural que ha causado más de 360 personas fallecidas desde 1995, según el registro del Ministerio del Interior (aunque en su listado se restringe mucho la relación causa-efecto por lo que al calor se le reconocen menos daños).
Las avenidas son una amenaza para una buena parte de la población en España. El Ministerio de Transición Ecológica calcula que “unos tres millones de españoles viven en zonas inundables” por lo que “es prácticamente imposible evitar que haya inundaciones, gestionar los riesgos para que los daños sean los menores posible”.
Este miércoles, también en Nature, una revisión de casi mil grandes inundaciones entre 2000 y 2015 ha mostrado cómo entre 250 y 290 millones de personas se vieron afectadas directamente por este tipo de fenómeno. La población mundial que vive bajo esta amenaza ha crecido un 25% en ese mismo periodo de tiempo. “Las proyecciones del cambio climático sugieren que esa proporción se incrementará y que, para 2030, al menos 57 países verán cómo el porcentaje de su población expuesta crecerá significativamente”.
“Los peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua son cada vez más frecuentes e intensos como consecuencia del cambio climático”, insisten en la Organización Meteorológica Mundial. “Ningún país –desarrollado o en desarrollo– es inmune a este fenómeno. Debemos invertir más en la adaptación al cambio climático”, ha pedido el dirigente de la OMM Petteri Taalas al presentar el avance del Atlas.
Economía
Además del riesgo vital, la crisis climática está cobrando una factura económica muy abultada. El Atlas que prepara la OM también trata de arrojar luz sobre las pérdidas que están imponiendo los eventos meteorológicos extremos. Los cálculos varían pero, en general, esas pérdidas se acumulan y aceleran. En Europa, por ejemplo, el trabajo de la OMM atribuye a los 1.672 desastres registrados entre 1970 y 2019 unas pérdidas de 400.000 millones de euros. Si los datos del Atlas explican que el calor extremo tiene un impacto alto en la salud, las riadas que siguen a las lluvias torrenciales provocan graves daños económicos. Las inundaciones por precipitaciones en Alemania de julio pasado van a costar unos 3.000 millones de euros, según el Gobierno germano.
En España, el listado muestra que las inundaciones de 1983 pudieron costar unos 8.000 millones. Entonces, las avenidas impactaban sobre un país sin preparación. Ahora, las inundaciones desde 2019 han provocado 93.000 reclamaciones al Consorcio de Compensación de Seguros con una estimación económica de más de 500 millones de euros.
En el otro lado del prisma, la alteración de los patrones de lluvias asociados al cambio climático va reduciendo las precipitaciones totales que llegan a España. Las proyecciones más sólidas auguran una caída de entre el 3 y el 7% de agua disponible. En este sentido, la revisión de la OMM dice que la sequía que cruzó España en 1990 causó un perjuicio estimado en unos 6.000 millones de euros. Impactos por exceso y por defecto.
La mirada a otras partes del mundo refleja que las inundaciones en China son una sangría económica constante: en 1996, 1998, 2010, 2011 y 2016 han padecido avenidas consideradas entre los diez desastres más costosos del último medio siglo: suman unos 84.000 millones de euros. Este verano han vuelto a soportar una nueva inundación desastrosa, ya que en algunas partes de la zona central del país recibieron, entre el 17 y el 21 de julio, más agua acumulada que su media anual. En la ciudad de Zhengzhu se registró en solo seis horas el equivalente histórico a medio año completo de lluvia.