Shukria Barakzai: “Lo que los talibanes reivindican en Afganistán no tiene ningún antecedente en la cultura del país”
Las mujeres afganas siguen privadas de sus derechos humanos y civiles básicos. Los talibanes han prohibido que las niñas vayan a la escuela secundaria, al instituto y a la universidad, y también han vetado a las mujeres en la mayoría de los ámbitos laborales. Además, deben ir tapadas de pies a cabeza en público y no se les permite acceder a parques y gimnasios. A pesar de estas restricciones, las mujeres resisten, luchan por la igualdad y se oponen a la mentalidad regresiva y represiva de los talibanes.
Para hablar de los retos a los que se enfrentan las afganas y de las perspectivas de futuro, Hasht-e Subh entrevista a Shukria Barakzai, una activista afgana de los derechos humanos. Era periodista antes de pasarse al activismo político. Llegó a ser miembro del parlamento afgano y más tarde fue nombrada embajadora en Noruega. Ahora es una de las Afghan Active Women [Mujeres Activas Afganas] que defiende los derechos de las mujeres en Afganistán en las plataformas internacionales.
Desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán, las mujeres del país han sido despojadas de casi todos sus derechos esenciales. Ante estas circunstancias, ¿es posible hablar de igualdad de género?
Es indudable que la llegada de los talibanes al poder supuso la pérdida total de derechos para las mujeres afganas, pero esta pérdida no impide que se hable de la importancia de la libertad y la igualdad. Creo que históricamente las mujeres tenían los mismos derechos y responsabilidades legales que los hombres, pero la realidad era diferente cuando se trataba de cómo se ponían en práctica esos derechos. A pesar de las desigualdades a las que se enfrentan, las mujeres siempre han estado decididas a abogar por la igualdad. Es importante tener en cuenta que las mujeres aspiran a alcanzar la justicia y la igualdad, aunque la consecución de estos objetivos pueda ser un proceso largo. Sin embargo, el ascenso de los talibanes y su toma del poder ha suscitado preocupación no solo en relación con los derechos de las mujeres, sino también con los derechos civiles bajo el [llamado] gobierno de facto. No solo se excluye sistemáticamente a las mujeres afganas de todas las esferas de la vida (un acto que puede considerarse un crímen y una violación de los derechos humanos), sino que también se niega a los hombres y a otros ciudadanos afganos sus derechos fundamentales.
Los talibanes también vinculan la exclusión de las mujeres de la esfera pública y de la educación a la religión e incluso a la cultura. En países donde las mujeres gozan de mejores condiciones, ha costado mucho esfuerzo cambiar las leyes y la cultura para avanzar en la igualdad de género. ¿Cómo ve la situación de las mujeres en Afganistán?
Sin duda, la religión, la cultura, las costumbres y las tradiciones de una sociedad tienen una gran influencia en la percepción pública de los derechos de la mujer. Es importante señalar que hace un siglo Europa y América eran los lugares menos favorables para las mujeres. Por supuesto, con el progreso de la ciencia, la educación, la economía y las creencias que deben reconocerse como valores en una sociedad, se está superando lentamente la cuestión de la discriminación de género. Pero aún sigue siendo un asunto fundamental en las sociedades. Lo que los talibanes reivindican en Afganistán no tiene ningún antecedente en la cultura afgana. Incluso en los pueblos más remotos de Afganistán, verás que las mujeres mayores están obligadas a enseñar el Corán a las niñas y a los niños pequeños. Es decir, empiezan a enseñar y a aprender ciencia desde la misma edad en aldeas y pueblos. Esta ha sido una tradición y en muchos pueblos de Afganistán comprenderás que la lectura de los grandes libros de Masnavi-ye-Ma'navi (un extenso poema escrito en persa por Jalal al-Din Muhammad Balkhi, también conocido como Rumi) junto con otros libros e historias persas, incluido el Shahnama (largo poema épico escrito por el poeta persa Ferdowsi entre los años 977 y 1010), forma parte de las costumbres y la cultura del pueblo afgano. Por lo tanto, no podemos estar de acuerdo con las afirmaciones de los talibanes de que sus creencias sobre las mujeres tienen raíces religiosas o culturales, ya que esto va en contra del principio básico de educación y aprendizaje de la religión. Creo que los talibanes hacen su propia lectura que no encaja con la religión o la cultura.
Hablando de educación, ¿qué hay que hacer para que las mujeres afganas vuelvan a tener la oportunidad de estudiar y participar en la sociedad? ¿Puede convertirse Afganistán en un lugar mejor solo con eliminar las barreras educativas para las mujeres?
Creo que la educación no es una oportunidad que haya que dar a las mujeres, es un derecho. Quienes se consideran gobernantes en Afganistán, sean quienes sean, son responsables de proporcionar el contexto, el espacio y el lugar. Por tanto, los talibanes no solo son responsables de la seguridad de todas las alumnas creando un entorno sano y seguro, sino que también tienen la obligación de abrir las puertas de las escuelas y universidades a las niñas. No creo que recibir educación deba ser un privilegio que conceden los gobernantes a la gente. Muchos países islámicos ofrecen y financian costosas becas a sus estudiantes en el extranjero para animarles a adquirir conocimientos.
Por lo tanto, no olvidemos que la cuestión sobre la educación de las mujeres y niñas y su trabajo no debe ser política, ni debe debatirse como un problema social. Afganistán es [el antiguo] Afganistán. Si vas a aldeas y lugares remotos verás que las mujeres cultivan la tierra, recogen la cosecha, reforman sus casas, plantan flores y crían gallinas al igual que los hombres. Hacen muchas cosas realmente, pero el hecho de que los talibanes no lo sepan y que sus políticas sean contrarias a las mujeres y exclusivas para ellas es una cuestión aparte, pero mi petición especial es que la educación de las mujeres se separe de las preocupaciones y los privilegios políticos.
Usted fue parlamentaria de la República Islámica de Afganistán. ¿En qué medida la restauración de un sistema parlamentario en Afganistán puede ayudar a mejorar la situación de las mujeres?
Una cuestión crítica y subyacente en Afganistán es la ausencia de partidos políticos significativos. Como elemento crucial de un sistema parlamentario, la existencia de partidos políticos importantes les confiere el poder político. De lo contrario, si los parlamentos siguen estando compuestos solo por personas (al margen de los partidos políticos), como hemos visto en las tres últimas legislaturas, el sistema parlamentario no puede establecerse. Porque en ningún otro país compiten más de dos partidos políticos en unas elecciones hasta que se consideran las bases para construir un sistema único y dependiente del voto del pueblo.
En segundo lugar, además de esto, debe haber una actividad clara de los partidos y grupos políticos, para que podamos alcanzar el principio que es necesario para el sistema parlamentario. Cualquier sistema que llegue a Afganistán debe basarse en el voto del pueblo afgano. Que Afganistán tenga una buena presidencia o un buen parlamento, con o sin canciller, son debates en los que hay que trabajar, pero entregar el poder a una sola persona no es digno del sistema de gobierno de Afganistán. Tenemos una amarga experiencia en este sentido.
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