Comienza el nuevo curso y, con él, las incertidumbres por el coronavirus. Llevar mascarilla y mantener la distancia de seguridad se han convertido en un habitual. Sin embargo, hay disciplinas en las que se hace muy complicado no tener contacto con otras personas. Entre ellas, el judo y la danza.
Yamila Gómez, entrenadora del Club Deportivo de Judo Tomelloso, cree que es imposible entrenar manteniendo la distancia de seguridad. “A diferencia de otras artes marciales que se basan en el golpeo, en el judo nos guiamos por el desplazamiento”, explica. Por su parte, Juan Carlos Barcos, presidente de la Real Federación Española de Judo y Deportes Asociados, propone una solución: crear un protocolo en el que las parejas sean las mismas y controlar con pruebas PCR.
En lo que respecta a la danza, la directora del Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, Arantxa Carmona, cree complicado mantener las distancias en los espacios de los que disponen. Sin embargo, apuesta por reducir el número de alumnos para poder comenzar el curso de forma segura. “La danza no puede parar”, asegura.
A la hora de comenzar las clases, Carmona apuesta por la semipresencialidad, en la que la mitad de los alumnos acudan lunes, miércoles y viernes, y el resto, martes y jueves. En el club de Gómez se apostará por el entrenamiento en tandoku renshu, un tipo de entrenamiento en el que se practica la técnica de forma individual. Además, “tendremos higienizante a la hora de entrar y salir del tatami, salas con ventilación y se intentará evitar traer los trajes de judo puestos”, explica la judoka.
Una de las mayores dificultades tiene lugar con los niños, los más perjudicados, pues carecen de las herramientas para aprender de forma autónoma. Gómez confiesa la dificultad que se les va a presentar con este grupo de edad, ya que aprenden a través del juego. “Tendríamos que eliminar una parte esencial del entrenamiento de la psicomotricidad, el bloque fundamental de nuestro trabajo”, confiesa. Por otro lado, Carmona reconoce que se le va a hacer complicado no poder tocar a sus alumnos. “Lo lógico es colocar a la persona”, explica.
Además, la falta de actividad en el judo trae consigo una pérdida de ingresos por parte de pequeños clubes y escuelas. “A los clubes les está haciendo mucho daño porque hay mucha gente que vive de esto”, explica Gómez. Los clubes más perjudicados, apunta, son aquellos que se dedican exclusivamente a la competición, paralizada en estos momentos.
“Tenemos ilusión y ganas de poder volver porque el daño que se está haciendo al judo es inmenso”, lamenta Barcos. Carmona manifiesta la necesidad de no parar en la danza y que los profesores puedan trabajar, porque “somos trabajadores muy vocacionales y haremos lo que tengamos que hacer para hacerlo”, concluye.