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Solo el 30% de las mujeres de entre 18 y 34 años toma la iniciativa al mantener relaciones sexuales

La mayoría de las mujeres no toman la iniciativa a la hora de mantener relaciones sexuales. Es una de las principales conclusiones del estudio Diagnóstico de la mujer joven en la España de hoy, del Instituto de la Mujer, que incluye un apartado relativo a los hábitos sexuales de las mujeres de entre 18 y 34 años. El informe, elaborado por la empresa 40dB en base a 1.200 entrevistas a mujeres en esa franja de edad y otras 300 a mujeres de entre 35 y 64 años, revela que solo el 29,1% de las primeras aseguran ser las que comienzan o se muestran dispuestas a buscar el encuentro sexual. En el caso de las mujeres más adultas, el porcentaje se reduce hasta el 20,3%.

Los datos ponen sobre la mesa una realidad que, a juicio de las expertas consultadas para este reportaje, tiene mucho que ver con el modelo de sexualidad aún vigente cuando hablamos de relaciones heterosexuales: “El patrón todavía está basado en que el hombre es el activo y la mujer la pasiva. Es como seguimos aprendiendo cómo es el sexo entre hombres y mujeres y está estrechamente vinculado a la concepción tradicional de ellas como objeto”, explica Ada Santana, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes y una de las expertas que participaron en la presentación del informe la semana pasada.

Aunque la diferencia es significativa entre unas y otras, Alba Povedano, psicóloga, sexóloga y formadora de La Otra Educación, un proyecto para acercar la educación sexual a la juventud, apunta a que la mayoría de mujeres y de hombres han interiorizado que las relaciones sexuales parten de esa premisa “y les cuesta romper con la dinámica” de que sea él el que tome la iniciativa, algo que, en su opinión, tiene que ver con “mostrar interés o buscar el encuentro sexual”. 

“Hay avances y hoy en día las chicas están más dispuestas en todos los ámbitos de la vida, también en el sexual. Es algo que se ve, pero aún marca mucho esta idea generalizada y simbólica”, explica Marian Moreno, profesora en un instituto de Gijón y una de las creadoras de Skolae, el programa piloto implantado en Navarra para introducir el contenido de educación sexual en las aulas. En base a su experiencia con adolescentes, la docente apunta también a cómo los chicos suelen tomarse este asunto: “En muchos casos sigue habiendo entre ellos esta sensación de que si son ellas las que la toman pierden parte de su masculinidad. Ese miedo a que puedan parecer 'menos hombres' todavía existe”.

Todas las expertas coinciden en señalar como clave el modelo imperante, que todavía coloca el deseo sexual del hombre en primer plano y el de la mujer queda supeditado, explican. “La sexualidad, contemplada desde la pareja heterosexual, sigue entendiéndose casi exclusivamente como una sexualidad masculina. La de las mujeres está invisibilizada y escondida y los deseos de las chicas no están presentes. Al hombre todavía se le considera como alguien que no puede controlarse”, resume Moreno.

¿Y el deseo de las mujeres?

Esta es la idea, concluyen, que subyace a otra de las conclusiones del estudio del Instituto de la Mujer que también tiene que ver con los hábitos sexuales de las encuestadas. Así, el 46,8% de las mujeres de entre 18 y 34 años aseguran haber mantenido relaciones sexuales sin ganas, algo que está más presente en las adultas, entre las que el porcentaje se incrementa en algo más de cuatro puntos (51%). No obstante, las expertas apuntan a la excesiva generalidad de la afirmación, lo que dificulta llegar a conclusiones, y coinciden en que hubiera sido interesante preguntar a los hombres.

“Cuando hablamos de tener ganas o no, estamos hablando del deseo. Es algo que les puede pasar a hombres y a mujeres, pero es cierto que entre las mujeres suele haber un problema mayor”, identifica Irene Bedmar, terapeuta y educadora sexual. La experta incide en que “todavía es una asignatura pendiente poner en primer plano el deseo de la mujer” y esgrime la necesidad de profundizar más en la cuestión, que tiene varios matices. “No es lo mismo tener relaciones sexuales sin ganas de forma sistemática que una vez y tampoco da igual el motivo”.

Lo que sí demuestra este dato es que muchas mujeres, en general, están accediendo a algo que realmente no quieren, algo que Santana relaciona, mayoritariamente, con “el miedo a ser rechazadas, a no caer en el tópico de 'estrecha' o a decir que no cuando al principio han dicho que sí porque todavía el sexo sigue articulándose de esta forma”, lamenta. Por su parte, Bedmar llama la atención sobre “las influencias sociales” que “para nada han fomentado que las mujeres vivan su sexualidad de forma libre y plena”, sino que, al contrario, “han convertido su deseo sexual en un tema tabú”. 

Por otro lado, la socialización masculina tampoco se enmarca en un modelo que ponga en primer plano el deseo sexual de ellas. “En este sentido debemos construir patrones masculinos diferentes, en los que se tenga en cuenta el placer de ambas partes y ellas no sean objeto del placer de ellos y nada más”, explica Santana.  

Bedmar también señala como concepto clave la autoestima sexual, algo de lo que, en general, suelen carecer muchas mujeres, dice. “Hemos aprendido que no debemos hablar de ello y que las que lo hacen son penalizadas. Al final hay una inhibición e inseguridad de las mujeres en el sexo. Debemos empezar a hablar de lo que nos gusta y lo que no, de lo que nos apetece o no. Hay que empezar a hablar del placer y del deseo de la mujer sin miedo”. Coincide con ella Povedano, para la que “la sociedad patriarcal ha marcado ese límite claramente: las mujeres damos placer y no estamos acostumbradas a recibirlo. Estamos muy habituadas a que el sexo es así y que incluso mantenemos relaciones sin ganas porque hay que tenerlas”.

El análisis de las expertas en base a su experiencia, no obstante, choca con otro de los datos revelados por el informe. Y es que la mayoría de mujeres tanto jóvenes como adultas aseguran no sentirse cohibidas a la hora de hablar de deseos sexuales. Las respuestas a las preguntas de este apartado hacen concluir al Instituto de la Mujer que las chicas de entre 18 y 34 años son “sexualmente más activas” que las de franjas de edad superiores, pero “también más conscientes de los riesgos”. De hecho, un 54,5% de las primeras dicen protegerse siempre de las enfermedades de transmisión sexual (ETS), algo que solo afirma el 46,9% de las mujeres más mayores.

Como conclusión, todas las expertas señalan la falta de educación sexual, tanto en las escuelas como en las familias y en la sociedad en general, como uno de los grandes déficits que dan lugar a modelos desiguales. De hecho, el adelanto electoral hizo que se quedara en el tintero el proyecto del Gobierno de incluir en las aulas educación sexual en todas las etapas, una ausencia que en cierta medida intentan paliar proyectos como Skolae: “Con educación sexual estos porcentajes cambiarían radicalmente. El porno no puede ser el lugar en el que se eduquen porque es una ficción”, explica Moreno. “Necesitamos una educación dirigida a ambas partes, a ellas para reforzar su autoestima y el conocimiento y verbalización de su deseo; a ellos para tenerlo en cuenta y respetarlo”.