La Agencia Estatal de Meteorología utiliza unos umbrales de temperatura para lanzar alertas en caso de que haya riesgo para las personas. Son criterios recogidos en el Plan Nacional de Predicción y Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos Extremos cuya última versión es de mayo de 2022.
La AEMET maneja tres niveles en función “de la peligrosidad” y aplica unas temperaturas diferentes para activar esos niveles según la zona del país a la que se refiera –zonas de meteoalerta–. Cada nivel conlleva unas recomendaciones.
Así, las alertas van del amarillo (menos grave) al nivel naranja y termina en el rojo.
- Amarillo: “El peligro es bajo”, explica la Agencia. La recomendación es “esté atento” ya que “pueden producirse daños moderados a personas y bienes”. El consejo es mantenerse atento a las actualizaciones de la predicción.
- Naranja: “Esté preparado”, dice la AEMET ya que “el peligro es importante”. En este nivel, la recomendación es ya “tomar precauciones” además de seguir la información.
- Rojo: el peligro “es extraordinario”. La Agencia pide que “se actúe” según las indicaciones de las autoridades. “No viaje salvo que sea estrictamente necesario”.
¿Cuándo se activan?
Las alertas se activan en virtud del termómetro. Pero una misma temperatura no tiene el mismo efecto en la población en Sevilla que en Oviedo. Para esto, la AEMET divide el territorio en diferente zonas.
Las áreas con los umbrales más bajos –sobre todo en el litoral norte, Canarias, sistemas montañosos interiores y Pirineos– entran en nivel amarillo a partir de 34ºC. En el naranja con 37ºC y la alerta roja comienza con los 40ºC.
En la parte intermedia, que abarca el litoral este y sur y la Meseta, la alerta amarilla salta con 36ºC, la naranja con 39ºC y la roja con 42ºC.
En la zona que ocupan los valle del Guadalquivir y el Guadiana o el interior de la Región de Murcia, el nivel amarillo comienza a los 38ºC, el naranja a los 40ºC y la alerta roja se activa con los 44ºC.
Cuando se trata de afección a la salud, el Instituto de Salud Carlos III considera que existe una temperatura a partir de la cual se disparan los daños a las personas y atribuye un valor de calor por provincias que, en general, es más bajo que los niveles oficiales de alerta de la AEMET.