Hace unos días, un estudio de la OMS advertía de la falta de actividad física en niños y adolescentes en todo el mundo. El análisis de los datos de 2001 a 2016 indica que en España un 76,6% de los jóvenes es sedentario.
El hecho de que los médicos españoles carezcan en general de formación para prescribir correctamente el ejercicio físico supone un obstáculo más para revertir esta situación, en un país con un 25 % de personas con obesidad o sobrepeso. En la mayoría de los casos, la práctica de actividad física tiene un papel secundario o irrelevante en las consultas médicas –también en la escuela– y se desaprovecha su potencial no solo como estrategia para la prevención de enfermedades, sino también como una medida que combinar con el tratamiento convencional en pacientes afectados por multitud de problemas de salud.
No todos los países sufren este problema, países como Suecia son una referencia mundial en la prescripción de ejercicio físico, pues está integrado como un servicio más dentro (y fuera) de la atención sanitaria pública. De hecho, el modelo sueco de prescribir ejercicio físico está implantándose en otros países a través de programas europeos como el Tercer Programa de Salud de la UE.
En este país nórdico, no son solo los médicos los que pueden recetar deporte, ni tampoco se limitan a realizar inútiles recomendaciones generales a sus pacientes tales como que deberían hacer más ejercicio o practicar ciertos deportes. En su lugar, la receta de ejercicio físico es un asunto multidisciplinar centrado en el paciente. Además de médicos, también participan fisioterapeutas, enfermeras, entrenadores y rehabilitadores formados expresamente para ello. Las pautas de ejercicio físico se personalizan según las características y circunstancias de cada paciente y las evidencias científicas. También se ofrece asesoramiento, supervisión y seguimiento (podómetro incluido) a lo largo del tiempo.
Para aumentar el porcentaje de cumplimiento de los pacientes, se organizan charlas motivacionales frecuentes con profesionales específicamente entrenados para ello. De hecho, se ha observado que los pacientes cumplen con la práctica de ejercicio físico tanto como con los tratamientos con fármacos a largo plazo. La idea central del modelo sueco es que la actividad física quede integrada en la actividad diaria de la persona. Para ello, las personas pueden elegir si realizar el ejercicio físico individualmente, participar en actividades de grupo o combinar ambos enfoques.
El sistema de salud sueco colabora con diferentes asociaciones de deportes y grupos (gimnasios, clubs de deporte, polideportivos...) para que cuenten con personal formado (por ejemplo, entrenadores personales) específicamente en la prescripción de ejercicio físico. La gran fortaleza del modelo sueco sobre la prescripción de ejercicio físico es que no receta simplemente hábitos de vida, sino que crea condiciones de vida saludables para sus pacientes.
Además de la iniciativa pública para prescribir ejercicio físico, las propias empresas suecas llevan desde los años 80 subvencionando la práctica de actividades deportivas de sus trabajadores hasta un límite de 500 € al año. Por un lado, este “gasto” es deducible para las empresas y, por otro, estudios han observado que cuando se implanta esta práctica el absentismo se reduce y los trabajadores están más sanos y concentrados. No es ninguna sorpresa que el Eurobarómetro de 2014 mostrase que los suecos eran los más activos de Europa. El 70 % hacía ejercicio físico como mínimo un vez a la semana y un 51 % dos o tres veces a la semana.
En nuestro país se han dado diferentes experiencias piloto e iniciativas para fomentar la práctica de deporte entre los pacientes. A nivel nacional no se trata, ni mucho menos, de una idea nueva. Ya en 2010, el Ministerio de Sanidad estableció cursos de formación dirigidos a médicos para que prescribieran actividad física tras constatar las “carencias” formativas de los facultativos de Atención Primaria en dicho ámbito.
En el País Vasco, por ejemplo, se han realizado campañas para que los médicos no solo “receten” deporte de forma general, sino que conciencien y motiven a los pacientes, realizando recomendaciones concretas y tuteladas para cada uno de ellos. En la Comunidad de Madrid, la Consejería de Sanidad está llevando a cabo un programa piloto para “motivar y facilitar el cambio de comportamiento del usuario” y ayudarle a “integrar la actividad física en su vida diaria”, ofreciendo talleres de iniciación deportiva a los pacientes.
Son acciones encaminadas a infiltrar el deporte entre los pacientes, pero distan de ser una iniciativa nacional y permanente en la que la prescripción de actividad física se base en la evidencia y se fomenten condiciones de vida saludables como en Suecia. La resistencia al cambio de mentalidad en la política sanitaria y, sobre todo, la necesidad de invertir sustancialmente en este cambio de modelo sobre un sistema sanitario plagado de recortes dificultan un desarrollo de modelos de promoción de la actividad física como el sueco, si bien los especialistas apuntan que invertir en ejercicio físico en el presente puede suponer un importante ahorro en presupuestos sanitarios futuros.