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El limbo legal del negocio de los suplementos y las vitaminas

En el año 2015 el profesor de la Escuela de Medicina de Harvard Pieter Cohen publicó un estudio en el que alertaba de la presencia de una molécula no aprobada por las autoridades en un suplemento dietético.

Dos semanas después, una de las empresas mencionadas en el estudio, Hi-Tech Pharmaceuticals, denunció al investigador por difamación. Pese a perder la demanda, desde la compañía han asegurado que el proceso servirá para disuadir a otros de hacer acusaciones contra este sector industrial, que dispone de una regulación ambigua y laxa que posibilita que lleguen al mercado productos ineficaces y, en ocasiones, adulterados.

El juicio contra Cohen ha sido un aviso a navegantes o al menos así lo ha asegurado el principal responsable de Hi-Tech Pharmaceuticals, John Wheat, en unas declaraciones que no han dejado lugar a dudas. “Espero que se lo piensen dos veces […] y que esta demanda sirva para que otros dejen de hacer acusaciones infundadas”, advertía el empresario al medio norteamericano STAT.

Aunque las demandas contra científicos que publican estudios en contra de los intereses de la industria no son frecuentes, tampoco son una novedad. En 2008 la multinacional de productos dietéticos Naturhouse denunció a la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas por intromisión al honor, tras unas declaraciones de su presidente, Giuseppe Russolillo, en las que ponía en duda la eficacia de los productos de la marca y acusaba a la compañía de publicidad engañosa.

Tras 4 años de proceso, el Supremo falló a favor de la asociación, asegurando que las palabras de Russolillo se produjeron “en el ámbito de la discrepancia científica”. Sin embargo, ya se había enviado el mensaje. “Está claro que son medidas disuasorias, ya que las empresas no quieren que nadie diga algo que pueda perjudicar sus ventas”, explica a eldiario.es el especialista en nutrición y dietética Julio Basulto, que participó como perito de la defensa en dicho juicio.

El propio Basulto también ha recibido presiones en otras ocasiones, “aunque no es algo habitual”, recalca. En 2012 publicó un estudio junto a otros investigadores en el que se mencionaba a la empresa de complementos dietéticos PronoKal. “En cuanto publicamos el artículo recibimos un burofax de la empresa, aunque a día de hoy aún no ha habido denuncia. Simplemente fue una medida de presión”, afirma Basulto, que hoy es miembro de la junta directiva de la Sociedad para el Estudio Interdisciplinar de la Alimentación y los Hábitos Sociales.

Una legislación “absurda y obsoleta”

Uno de los problemas a los que se enfrentan los investigadores a la hora de hacer afirmaciones en contra de este tipo de productos es el de una legislación ambigua. “La actual normativa europea es absurda y obsoleta”, asegura a eldiario.es José Manuel López, profesor titular del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia y autor de un libro en el que se desgranan las maniobras de muchas empresas del sector alimentario y cosmético para colar afirmaciones de sus productos sin fundamento científico (Vamos a comprar mentiras, Cálamo 2016).

Según este investigador, lo que hacen las empresas “aunque sea poco ético, es legal”, dado que “el reglamento europeo ha dejado un resquicio para poder anunciar cosas que no tienen el más mínimo sentido”.

La legislación europea permite que se hagan algunas afirmaciones sobre las propiedades saludables de algunos compuestos, siempre y cuando hayan sido aprobadas por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. El problema es que siempre que un producto incluya en su composición uno de estos compuestos puede hacer esa afirmación, independientemente del resto de ingredientes que se incluyan. “Al final se permite anunciar las propiedades de un producto en base a sus ingredientes individuales y no al conjunto del producto, que es como debería ser”, explica López.

Esta ambigüedad en la legislación provoca que lleguen al mercado productos cuya eficacia es muy limitada o incluso nula. Según Basulto, “la mayor parte de complementos alimenticios no son necesarios, no son útiles e incluso no son seguros”.

Sin embargo, Basulto asegura que la actual normativa no solo es ambigua, sino que también es demasiado laxa, ya que “nadie revisa estos productos antes de que lleguen al mercado para comprobar si están adulterados, cosa que sí ocurre con los fármacos”. Los complementos alimenticios se consideran alimentos y son las agencias alimentarias, y no las de medicamentos, las que se encargan de su control. Según Basulto, los requisitos que han de superar estos suplementos son “insuficientes e inaceptables para unos productos a los que se les atribuyen propiedades preventivas o terapéuticas”.

El caso Cohen y los suplementos para deportistas

En el estudio que fue demandado por Hi-Tech Pharmaceuticals, los investigadores determinaron que en 11 de los 21 productos analizados (de varias compañías diferentes) había rastros de ß-metilfeniletilamina (comúnmente llamada BMPEA), una molécula que no ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU como complemento alimenticio. Tras la publicación del estudio, la administración envió cartas de advertencia a cinco compañías (entre las que se encontraba Hi-Tech Pharmaceuticals) en las que exigía a las empresas que adecuaran sus productos a la legislación en un plazo de 15 días.

Muchas de estas compañías se dedican a producir suplementos dietéticos dirigidos principalmente al mundo de la musculación y el fitness. Sin embargo, la eficacia de la mayoría de ellos es muy limitada o incluso nula. “Es un mercado repleto de promesas falsas, lo que prometen rara vez se cumple y las pocas cosas que funcionan las exageran muchísimo”, explica a eldiario.es Jorge García, profesor de la Universidad Internacional de la Rioja y especialista en preparación física.

Además, estudios anteriores han encontrado varias sustancias no indicadas en las etiquetas de este tipo de suplementos, como anfetaminas, antidepresivos, esteroides o incluso viagra. Por este motivo, explica García, “a los deportistas se les informa de que no tomen ningún suplemento sin consultar antes al médico, para verificar que no está contaminado”, por el riesgo de dar positivo en un control.

Así lo indica también la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, que alerta a los deportistas para que tengan “una especial precaución” cuando consuman complementos dietéticos y que emite periódicamente órdenes de retirada del mercado de diferentes productos dirigidos a deportistas por contener componentes no figuran en la etiqueta. La mayoría de estos productos adulterados son perseguidos por la ley, pero han encontrado una forma fácil de distribución a través de Internet, donde el negocio supera los 16.000 millones de dólares.