La tasa de incidencia a 14 días se ha mantenido estable en las últimas 24 horas y se sitúa este jueves en los 230,07 casos por cada 100.000 habitantes. Este valor sigue sin registrar grandes variaciones desde el comienzo de la semana pasada, lo que dibuja por el momento una cuarta ola con forma de meseta.
La incidencia sube en Aragón, Baleares, Cantabria, Catalunya, Comunitat Valenciana, Euskadi y La Rioja. Los peores datos en este sentido se dan en Euskadi, con una tasa de 516,68 puntos; Madrid, con 388,12; y Navarra, con 352,54.
El Ministerio de Sanidad ha notificado 10.143 nuevos contagios en la última jornada, frente a los 8.665 de ayer. Desde que comenzó la pandemia, hace más de un año, se han infectado 3.514.942 personas. Por comunidades, registran mayores subidas Catalunya, con 2.275 nuevos casos, Madrid, con 2.248, Andalucía, que suma 1.484, y Euskadi, con 1.641.
España también ha sumado 137 nuevos fallecidos, lo que deja el saldo total de muertes por coronavirus en 78.080.
Las autoridades sanitarias han informado asimismo de un ligero aumento en la ocupación de terapias intensivas con enfermos de coronavirus, que ahora mismo representan en 23,04% a nivel nacional. Madrid sigue siendo la comunidad en la que las UCI tienen una mayor tasa de ocupación, con un 44,41%. En total, hay 9.787 hospitalizados por la COVID-19, un número suavemente más bajo al de ayer.
Las comunidades han administrado 481.910 dosis de las vacunas disponibles contra la COVID-19 en las últimas 24 horas, con lo que España registra un nuevo récord diario de inyecciones aplicadas. Además, hay 4,4 millones de personas totalmente inmunizadas, un 9,3% de la población.
España ha administrado 15.859.772 vacunas y un 24,3% de la población ya tiene al menos el primer pinchazo, más de 11,5 millones de personas.
Por grupos de edad, un 70,1% de los mayores de 60 años tienen la primera dosis. En concreto, todos los mayores de 80 tienen ya la primera inyección y casi un 85% de ese mismo grupo de edad tiene la pauta completa de vacunación.
El miedo a contagiarse de COVID-19 sigue lastrando el uso del transporte público y apuntalando al coche. El 60% de los usuarios admite que ha reducido sus viajes en metro, tren o autobús al sentirse inseguros en estos medios, según un estudio de Andaira y Ecologistas en Acción.
“Más de la mitad de las personas utilizaría más el transporte público si se implementaran medidas de seguridad sanitarias”, concluye el análisis. Sin embargo, sin esas medidas todavía en marcha, hasta un 19% de los ciudadanos admite que se ha cambiado al coche particular por la pandemia. No implica esto que ya no monten nunca en tren, pero sí que han modificado sus hábitos y ahora prefieren moverse con su vehículo a motor privado.
El transporte público recibió un golpe severo por el confinamiento de 2020 para frenar la expansión de la COVID-19. No se ha recuperado. La caída de usuarios continúa en torno al 40%. Eso significa muchas personas que no se desplazan, o lo hacen lo menos posible, en los medios colectivos. El trasvase al automóvil completa un panorama con consecuencias en la contaminación del aire y la fluidez de la movilidad. “La inseguridad sanitaria es transversal. Se produce de manera similar entre los grupos sociales”, explica este documento.