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Trabajar por la noche y dormir durante el día a 40ºC por las olas de calor: “Estoy irascible y me cuesta hasta comer”

Ana trabaja en el Centro de Control de galerías subterráneas del Ayuntamiento de Madrid y esta semana, como muchas otras del verano, trabaja en el turno de noche. Entra a las siete de la tarde y sale a las siete de la mañana del día siguiente. Este horario repercute en su sueño todas las épocas del año, pero ahora que los termómetros superan los 40ºC en las horas centrales del día en muchos sitios de España, lo está notando más porque es a esas horas cuando ella puede dormir. “Al llegar a casa, pongo el aire acondicionado y bajo las persianas. Algunos días no descanso nada porque me despierto todo el rato por el calor. Otros, aunque duerma ocho horas, parece que han sido dos. Es frustrante porque cuando me levanto sigo cansada y me tengo que ir a trabajar otra vez”, explica.

Esta joven madrileña de 24 años se encuentra dentro de ese casi 12% de trabajadores que, según el Instituto Nacional de Estadística, han tenido que desarrollar su actividad por la noche habitualmente o de forma ocasional. Así, uno de cada diez empleados y empleadas se enfrentan al reto de dormir de día, que supone batallar contra una serie de enemigos. “Es una lucha contra nuestros ritmos naturales, que tienden a mantenernos despiertos de forma espontánea durante el día y producirnos somnolencia durante la noche”, cuenta el catedrático en fisiología y miembro del laboratorio de cronobiología y sueño de la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid. Pero es también una pelea contra la luz, que produce alerta y vigilia, contra el ruido y contra la temperatura ambiental.

Si en las noches cálidas de un verano con temperaturas extremas y olas de calor habituales conciliar el sueño se vuelve complicado, para quienes tienen que hacerlo durante el día, con 10, 15 o 20 grados más, tratar de pegar ojo es un suplicio. Y las consecuencias se notan. “Al dormir mal y sudando, después estoy todo el día fatigada y con fuerte dolor de cabeza. También lo noto en mi ánimo porque, aunque con este horario no me puedo relacionar mucho con mi familia y amigos, me siento irascible, frustrada e irritada conmigo misma”, reconoce Ana en conversación con elDiario.es. Esta situación le influye incluso en su alimentación: “Durmiendo por el día y con este calor, a lo mejor hago una comida al día y bastante mala”.

Este 2023 está siendo el año más cálido desde que existen registros en 11 provincias y el segundo más caluroso en otras 12. Por ejemplo, en Cuenca, Granada o Girona las máximas en este primer semestre se sitúan 2,6ºC por encima de la media de las máximas del período de referencia, de 1981 a 2010. Las temperaturas extremas de la ola nueva de calor de julio arrasan por prácticamente todo el territorio español. En las últimas 24 horas se ha registrado una temperatura máxima mucho más alta de lo habitual para julio en la mayoría de provincias. Las mínimas tampoco bajan de los 20 grados en muchas de ellas, lo que hace las noches resulten tropicales.

“Mi cuerpo no aguanta más”

“Duermo tres horas al día y con este calor mi cuerpo no aguanta más…lo paso muy mal”, relata Marco, de 52 años. Es conserje en una urbanización del sur de Madrid que tiene vigilancia las 24 horas y esta semana le ha tocado trabajar por la noche. Sale a las siete de la mañana de su garita, coge su bicicleta para airearse y disfrutar de la temperatura matutina, que le da un pequeño alivio tras su jornada laboral, y llega a casa sobre las ocho.

A la hora a la que Marco puede irse a dormir, los mercurios de la capital están ya muy por encima de los 20ºC y, en menos de tres horas, ya superan los 30ºC. Este año ha descartado poner el aire acondicionado. El último verano lo encendió para poder dormir, pero en agosto la factura le persuadió de volver a hacerlo: 500 euros. “A las 11 de la mañana ya estoy arriba porque no puedo dormir. Me pego una ducha de agua fría y, aunque a veces cueste, intento empezar un nuevo día con positividad. Sé que esto es lo que hay que tragar en verano…”, se resigna.

La dificultad para dormir cuando hace mucho calor tiene una causa fisiológica. “Un buen sueño, de calidad y profundo, va acompañado de un descenso de la temperatura interna”, indica el catedrático. El cuerpo expulsa calor a través de la piel, principalmente por los pies, las manos y la cara, que se calientan, lo que ayuda a regular el termómetro interior. “Si la temperatura externa es alta, ese proceso cuesta más, tardarás más en dormirte, te despertarás más veces y, de nuevo, tardarás más en dormirte”, explica.

“Si durante el día la temperatura es mayor, suele haber más ruido, es difícil mantener la oscuridad en el dormitorio y para tu reloj biológico no es la hora de dormir, ese sueño diurno será más corto, de peor calidad y más interrumpido que el de la noche”, añade Madrid.

“Consigo dormir, como mucho tres horas y algo. Parece que tu cuerpo se acostumbra… pero, si no me duermo un poco después de comer, voy como un zombi. Pierdo la mayoría de horas de sol, ¡pero necesito sobrevivir!

La historia de Marco es parecida a la de Loreto, de 29 años, que prepara los pedidos a domicilio de un supermercado, de diez de la noche a seis de la mañana. En cuanto llega a casa, sale a dar un paseo con su perra y a las 7.30, cuando buena parte de los trabajadores y trabajadoras apagan el despertador, ella se mete en la cama para intentar descansar. “Consigo dormir como mucho tres horas y algo. Más es físicamente imposible. Al final parece que tu cuerpo se acostumbra… pero realmente si no me duermo un poco después de comer, voy como un zombi. Pierdo la mayoría de horas de sol, ¡pero necesito sobrevivir!”, cuenta entre risas. 

Ainhoa Álvarez es coordinadora del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española del Sueño y explica que, aunque para estos pacientes la siesta no es recomendable, para los trabajadores a turnos sí lo es. La doctora enumera los perjuicios de dormir mal, que encajan en el patrón que describen Ana, Marco y Loreto. “Estás más irritable, más irascible y con problemas de atención”, detalla. Pero no solo eso. “Dormir tres horas al día no es sostenible”, asegura su colega. Si la situación se mantiene en el tiempo, además de esas alteraciones, se puedes producir otras “metabólicas, ligadas a la obesidad, al empeoramiento de patologías como la diabetes, cuando existe, problemas gastrointestinales, falta de apetito, cefaleas al despertar, cansancio y falta de motivación”, dice.

"Si la situación se mantiene en el tiempo se pueden producir alteraciones metabólicas, ligadas a la obesidad, al empeoramiento de patologías como la diabetes, problemas gastrointestinales, falta de apetito, cefaleas al despertar...

Los problemas para dormir son un tema recurrente de conversación en entre Loreto y sus compañeros. Entre todos, buscan remedios y los comparten. “Estos días estoy teniendo que sacar mi colchón de la cama al salón para poder poner, aunque sea 10 minutos, el aire acondicionado para entrar en temperatura. Me mojo un poco el pelo, la nuca y las piernas para sentir el fresco. Después me tengo que apañar con el ventilador hasta las 11, que ya me despierto empapada en sudor. No está la cosa como para derrochar”, relata. En Getafe, su ciudad de residencia, esta semana los termómetros marcan 38ºC a esa hora; las mínimas no bajan de 20ºC.

Los expertos recomiendan algunos trucos para remar a favor del sueño y el descanso de quienes trabajan por la noche y duermen por el día. El primero es volver a casa con gafas de sol oscuras, para que mitigar el impacto de las brillantes primeras luces del día, desayunar algo (sin café, claro), tratar de acondicionar la habitación con aire acondicionado o, en su defecto, un ventilador que ayude a mover el aire, darse una ducha templada y no retrasar demasiado el meterse en la cama. Apagar el móvil y confiar, eso sí, en que nadie toque al timbre.